¿Eres un católico decepcionado por los demás? No estás solo. Aquí te mostramos cómo pueden responder, los católicos, de manera eficaz: con gracia, no con rencor
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Zwiebackesser | Shutterstock |
Si hay algo en
lo que todos podemos estar de acuerdo en 2025 es en que la decepción parece
estar en todas partes. Los políticos prometen y fracasan, los líderes se quedan
cortos, las personas influyentes se desvían del camino, y los amigos
flaquean... incluso la familia a veces no cumple con nuestras expectativas.
Esto puede hacer que nos sintamos desanimados, frustrados y preguntándonos: ¿Y
ahora qué puedo hacer como católico si alguien me decepciona?
Esa pregunta es
importante. ¿Cómo estamos llamados a responder cuando alguien nos decepciona,
ya sea a nivel personal, público o en el escenario mundial?
Jesús lo
entiende
En primer
lugar, seamos claros: la decepción no es solo una aflicción moderna. Incluso
Jesús fue defraudado de forma espectacular. En su hora más oscura, en el Huerto
de Getsemaní, sus amigos más queridos ni siquiera pudieron permanecer
despiertos con Él. Pedro, su más valiente defensor, le negó tres veces. Judas
le traicionó por completo.
Si alguien
conoce el aguijón del fracaso de los más cercanos a Él, ése es Jesús.
Pero, ¿cómo
respondió? No con furia o vergüenza pública. No con un gran "te lo
dije". Respondió con amor, con perdón y, sorprendentemente, no se dio por
vencido.
Es un modelo
bastante claro para nosotros, aunque hay que admitir que es difícil de seguir.
Cuando el
mundo pesa
Por supuesto,
el panorama actual añade un nuevo giro. Gracias a las redes sociales, los fracasos personales y los
escándalos públicos no se quedan en el ámbito local. Se extienden en espiral,
acumulando comentarios, indignación y división a una velocidad vertiginosa.
De repente,
nuestras decepciones privadas pueden sentirse amplificadas, como si todos
formáramos parte de un tribunal interminable en el que escasea la gracia y
abunda el juicio.
Pero como
escribe san Pablo:
"Quítense
de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, junto con toda
malicia".
Efesios 4, 31
En otras
palabras, no te unas a la mafia, ni online ni offline.
Un camino
hacia adelante
Cuando alguien
nos decepciona, el camino católico no es fingir que no nos ha dolido. No es
excusar el daño ni rehuir la verdad. Pero sí lo es: reconocer el daño con
honestidad; perdonar, incluso cuando nos cueste algo; y recordar que nosotros
también hemos defraudado a otros y hemos recibido misericordia.
En última
instancia, se trata de dónde ponemos nuestra esperanza. Como dicen los salmos:
"Es mejor
refugiarse en el Señor que confiar en los humanos" (Sal 118, 8).
Las personas
nos fallarán. Las instituciones flaquearán. Pero Dios es firme: un refugio que
nunca defrauda.
Elegir la
gracia
En un mundo
rápido para cancelar y lento para perdonar, los católicos tienen la oportunidad
de modelar algo contracultural: la gracia. Gracia tranquila, paciente y
perseverante.
Eso no
significa que excusemos los errores graves. Pero sí significa que dejamos
espacio para la redención, para los demás y para nosotros mismos.
Así que la
próxima vez que alguien te decepcione, no corras a la sección de comentarios ni
cierres la puerta por completo. En lugar de eso, haz una pausa. Reza. Y
recuerda que los católicos seguimos a un Salvador que no se rindió con sus
amigos defectuosos, y que tampoco se rinde con nosotros.
Cerith Gardiner
Fuente:
Aleteia