Vivimos en un
mundo apegado a la moda, por eso pudiera pasarle a algunos que creen que ser
cristiano es un estilo de vida, tal como se cambia la ropa de acuerdo con la
estación, eligiendo lo que mejor les acomoda sin importar las reglas de los
grandes diseñadores; nada más lejos de la verdad, pues el católico debe
recordar que vivir en gracia debe ser un hábito.
¿Qué es la
gracia?
Conviene que
recordemos el concepto "gracia" para comprender su importancia, por
eso recurrimos al Catecismo de la Iglesia católica, que indica en el número 1987
La gracia del
Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de
nuestros pecados y comunicarnos “la justicia de Dios por la fe en Jesucristo” (Rm 3,
22) y por el Bautismo (cf Rm 6,
3-4).
Recordemos que
nacimos con el pecado original por el cual estábamos privados de la gracia. Con
el Bautismo recibimos de Dios muchos dones: nacemos a la vida nueva, somos
justificados de nuestros pecados, somos hechos hijos de Dios y miembros de la
Iglesia. Además, como ya mencionamos, recibimos la gracia para responder a
Dios, como dice el Catecismo:
Nuestra
justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor,
el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su
llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1,
12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8,
14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1,
3-4), de la vida eterna (cf Jn 17,
3).
CEC 1996
Ahora bien,
notemos cómo el Catecismo insiste en la gratuidad del don de la gracia y la participación que Dios nos hace
de su vida "infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para curarla
del pecado y santificarla" n. 2023. ¿Para qué? para que recordemos que debemos
cuidarnos de perderla.
Un don
habitual
Así mismo es
necesario que entendamos que "La gracia santificante es un don habitual,
una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla
capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor" n. 2000.
Es decir, el
católico debe estar acostumbrado a vivir como hijo de Dios, sabedor de que de
ello depende su salvación eterna. Estar en gracia, significa, por lo tanto,
cumplir los mandamientos y hacer la voluntad de Dios, pero no solamente
mientras esté dentro de la iglesia, sino, y sobre todo, en su vida diaria, con
su familia y compañeros de trabajo, y más aún, con los extraños a quienes
encuentre en su camino.
Tal manera de
vivir significa ir más allá de cuidarse de pecar; quiere decir vivir la caridad
cristiana:
“Todos los
fieles cristianos [...] son llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40).
“La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite” (San
Gregorio de Nisa, De vita Moysis, 1, 5)
CEC 2028
Y también,
aceptar la voluntad de Dios don paciencia, porque él sabe mejor que nosotros lo
que necesitamos para esta vida y la eterna:
“Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”
(Mt 16, 24).
CEC 2029
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia