Durante la Pascua, el sacerdote a veces asperja a la congregación con agua, evocando su bautismo, pero ¿cuál es el profundo significado que lleva?
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Antoine Mekary | ALETEIA |
En Misa, en vez
de realizar el normal acto penitencial, el sacerdote puede elegir rociar a su
congregación con agua bendita. Quizás resulte extraño a algunos, pero es una
práctica que tiene un rico simbolismo, por lo que hablaremos acerca de este
benéfico sacramental y lo que representa en nuestra vida de fe.
La memoria
del Bautismo
La Instrucción General del Misal Romano destaca esta
opción, en especial en tiempo de Pascua.
"El
domingo, especialmente en el tiempo pascual, a veces puede hacerse la bendición
y aspersión del agua en memoria del Bautismo, en vez del acostumbrado acto
penitencial". (IGMR, 51)
Esto queda de
manifiesto más directamente incluso en la bendición del agua que puede suceder
antes de que el sacerdote la rocíe sobre todo el mundo en la Misa.
"Invoquemos,
queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que
va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle
que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que
hemos recibido".
Acción del
Espíritu Santo
El agua tiene
un profundo simbolismo, como explica el Catecismo de la Iglesia Católica:
"El
simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el
Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se
convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo
que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el agua
bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da
en el Espíritu Santo.
Pero
'bautizados [...] en un solo Espíritu', también 'hemos bebido de un solo
Espíritu' (1 Co 12, 13): el Espíritu es, pues, también
personalmente el Agua viva que brota de Cristo crucificado (cf. Jn
19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida
eterna". (694)
El rito de
aspersión del agua, además de recordar nuestro bautismo, también podría estar
conectado con las acciones de Jesús en la Última Cena. Jesús lavó los pies de
sus discípulos antes de celebrar la primera Eucaristía, realizando un acto
ritual de purificación antes de la comida.
Es una hermosa
opción a decisión del sacerdote en la Misa y tiene un rico simbolismo que nos
introduce más profundamente en el misterio pascual.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia