El orfebre
Félix Granda lo fabricó hace un siglo «con una gran carga iconográfica»:
pelícanos y delfines que se refieren al sacrificio de Cristo como guía de almas
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León XIV levanta el cáliz con la Sangre de Cristo en su primera misa coma Papa. Foto: You Tube. Dominio público |
¿Cómo se dieron cuenta de que ese cáliz había
salido de Granda?
Me mandaron una captura de pantalla desde la empresa y me preguntaron,
porque sospechaban que podía ser suyo. Nada más verlo dije que sí,
porque tiene unos elementos muy característicos.
¿Cuáles son?
El cáliz tiene unos elementos muy concretos. Mientras que en esa época era muy
típico estar haciendo cálices neogóticos que se parecían unos a otros, o
modernistas pero también bastante similares, él creó obras con una gran carga iconográfica.
En este caso, son los esmaltes y los marfiles lo
que más llama la atención.
¿Qué representan?
En la empresa se conserva un archivo de
planos y de fotografías en el que aparece una foto de ese
cáliz. Lo que más destacaría es que el esmalte se hace sobre un fondo
traslúcido, que deja ver el metal del fondo. Y desde el punto de vista
iconográfico, en el nudo tiene unos pelícanos que
en el centro del pecho tienen una piedra preciosa, probablemente un rubí en
forma de gota, hacia donde están dirigiendo el pico. Es un claro símbolo
eucarístico, como Cristo dando el alimento a las almas. En la
base tiene unos delfines que normalmente desde el arte
paleocristiano también se asocian a Cristo como guía de las almas.
¿Cómo acabó en Roma ese cáliz?
Por lo que he podido investigar hasta el momento,
parece que fue fabricado entre 1925 y 1935. En esa horquilla de años, está
documentado que hubo un cáliz que se regaló desde España al Papa Pío XI por el aniversario de su ordenación sacerdotal, a
finales de 1929. El diario ABC contó la noticia entonces, pero a pesar de
no describirlo dijo que «basta para imaginarse lo bonito que es saber que lo ha
realizado Félix Granda». Posiblemente es el cáliz del que estanos hablando.
«Un servicio a la Iglesia»
Francisca Soto,
responsable del departamento de conservación y restauración de Granda, afirma
que fue «un honor» ver el cáliz salido de sus talleres en manos del Papa León
XIV. Fue una impresión similar a cuando vieron al cardenal Re, en el funeral
por el Papa Francisco, con una de sus casullas. «Nos dio un vuelco el corazón»,
reconoce, al mismo tiempo que subraya que es «gratificante» comprobar cómo
llega «a la vista de todo el mundo» el trabajo que desde Granda realizan «como
un servicio a la Iglesia». Asimismo, añade que gracias a la investigación del
director del Departamento de proyectos, Lucas Viar, «sabemos que este mismo
cáliz lo utilizo ya Pablo VI en el año 1964». Y el sagrario del altar de la
Salus Populi Romani, en Santa María la Mayor, donde está enterrado el Papa
Francisco, también es de Granda, abunda.
«La empresa nace en 1891 porque era la fecha que
daba su fundador, Félix Granda:
ese fue el año en el que se ordenó como sacerdote», explica Emilia González Martín del Río. «A él le preocupaba
cómo a finales del siglo XIX y principios del XX se estaban perdiendo todos
los oficios tradicionales, incluso también en el arte
sacro, en el que se estaban introduciendo formas de fabricación seriadas»,
añade, por lo que quiso elaborar, en concreto en el ámbito de la platería, unos
elementos más originales. «Quiso devolver al arte sacro el
esplendor que había tenido en siglos anteriores haciendo unas
obras que desde el punto de vista técnico y desde el de la iconografía fuesen verdaderamente ricas»,
concluye.
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega