En su 70º aniversario, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño renueva su misión pastoral con el aliento de León XIV. Los obispos abordan juntos los desafíos del continente
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En un clima de gratitud, memoria viva y compromiso renovado, los
obispos de América Latina y el Caribe se reúnen en la 40ª Asamblea General
Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), celebrando
los 70 años desde la primera Conferencia General del Episcopado, acontecida en
Río de Janeiro en 1955. En este marco, el Papa León XIV dirige un
telegrama al cardenal Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y
presidente del organismo, saludando con afecto a los pastores reunidos y
subrayando la vigencia de esta experiencia de comunión eclesial.
El mensaje del Pontífice es una síntesis del papel que el CELAM ha
desempeñado en la vida de la Iglesia en el continente: signo de colegialidad,
órgano de colaboración pastoral y fermento de evangelización en contextos
diversos y muchas veces dolorosos. “Me uno a la acción de gracias al Señor”, afirma
el Santo Padre, “por esta feliz efeméride, que nos recuerda cómo el Consejo
Episcopal Latinoamericano y Caribeño es un signo de colegialidad […] al
servicio del Santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en ese amado continente”.
El texto no elude la realidad lacerante que atraviesa a América
Latina: “un gran número de hombres y mujeres sufren la tribulación y la pobreza
ocasionadas por las continuas crisis a escala continental y mundial”. Frente a
estos desafíos, el Sucesor de Pedro alienta a los obispos a no perder de vista
la centralidad del Resucitado, quien “protege y guía a la Iglesia reavivándola
en la esperanza”. Su exhortación es clara: salir al encuentro de quienes yacen
en las periferias, heridas por la injusticia, para anunciarles el Evangelio con
“la alegría que nace del encuentro personal con Él”.
El CELAM, desde su creación hace siete décadas, ha sido testigo y
actor de procesos eclesiales cruciales: Medellín en 1968, Puebla en 1979, Santo
Domingo en 1992 y Aparecida en 2007. Cada una de estas conferencias fue
expresión de un discernimiento comunitario, a la luz de los signos de los
tiempos. Hoy, en la era de la sinodalidad, esta trayectoria adquiere nuevos
matices y desafíos.
Desde Bogotá —donde tiene su sede el CELAM—, la asamblea no sólo
evocó el pasado, sino que se proyectó hacia el futuro con espíritu misionero.
Se trata, como apuntó Prevost, de “buscar, en comunión afectiva y efectiva,
iniciativas pastorales que lleven a soluciones según los criterios de la
Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio”.
Al concluir su telegrama, el Obispo de Roma confía a los obispos a
la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, madre de los pueblos de América.
Les pide que recen por él y les imparte su bendición apostólica como “prenda de
abundantes bienes celestes”.
Sebastián Sansón Ferrari
Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News