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Jubileo del Voluntariado. Foto: Vatican News. Dominio público |
Una Misa que, como viene siendo habitual desde que el Papa ingresó en el hospital Gemelli de Roma el pasado 14 de febrero, ha estado presidida por el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
En la homilía, escrita por el Santo Padre pero leída por Czerny, se ha hecho explícito el agradecimiento a los voluntarios por «servir al prójimo sin servirse del prójimo» y por ser luz de esperanza para el mundo, especialmente para los más necesitados. «Por las calles y en las casas, junto a los enfermos, los que sufren, los presos, con los jóvenes y con los ancianos, su entrega infunde esperanza en toda la sociedad», ha señalado Francisco.
Además, y a colación del Evangelio de este domingo, el Pontífice ha reflexionado sobre las tentaciones en la Cuaresma y cómo «no estamos solos» a la hora de enfrentarnos a ellas. «El Hijo de Dios nos da la fuerza para resistir a sus asaltos y perseverar en el camino», ha explicado, antes de detallar las tres principales características de la tentación que se le presenta a Jesús, que también son nuestras y «nos indican el camino de conversión en esta Cuaresma».
Por un lado, el Santo Padre ha indicado que las tentaciones «nos son impuestas y corrompen nuestra libertad». Por eso, es necesario recordar que «el Señor está con nosotros y nos cuida, sobre todo cuando se alza la voz del tentador». Por otro lado, ha reflexionado sobre la manera en la que Jesús se enfrenta al diablo y ha recordado que a nosotros el diablo también nos tienta «susurrando a nuestros oídos que Dios no es verdaderamente nuestro Padre y que en realidad nos ha abandonado».
Por ello, frente a estas tentaciones que se nos presentan, y en las que «algunas veces caemos, porque todos somos pecadores», el Papa Francisco ha recalcado que «la derrota no es definitiva, porque Dios nos levanta de cada caída con su perdón».
ESTER
MEDINA RODRÍGUEZ
FUENTE:
ALFA Y OMEGA