Curiosamente,
Santa Bernadette no sabía que estaba viendo a la Santísima Virgen María cuando
comenzaron las apariciones.
Lo único que
sabía era que veía a una hermosa joven vestida de blanco, con una faja azul
alrededor de su cintura.
Los padres y
hermanos de Santa Bernadette eran aún más escépticos, pensando que la señora
era un alma del purgatorio, o posiblemente un demonio.
La próxima vez
que visitaron la gruta, Santa Bernadette y sus hermanos estaban preparados para
poner a prueba la visión.
Agua santa
Una de las
primeras pruebas que realizó Santa Bernadette fue rociar la visión con agua
bendita.
El libro Nuestra Señora de Lourdes de 1872 relata esta
primera prueba, que ocurrió la siguiente vez que Santa Bernadette vio a Nuestra
Señora:
Las niñas sólo
percibían la roca del desierto y las ramas de zarza dulce que descendían...
donde Bernadette contemplaba un ser desconocido. Sin embargo, el rostro de
Bernadette era tal que no había forma de dudar. Uno de los niños puso
la botella de agua bendita en las manos de la que vio ...
Entonces Santa
Bernadette se acercó a la visión y se armó con el agua bendita:
Entonces
Bernadette, acordándose de lo que había prometido, se levantó y, agitando
rápidamente y con varias repeticiones, el frasquito roció a la
maravillosa dama , que muy graciosamente permaneció a algunos pasos
delante de ella en el interior del nicho.
Santa
Bernadette dijo entonces: “Si venís de parte de Dios, acercaos”.
Nuestra Señora
"se inclinó varias veces y avanzó casi hasta el extremo de la roca. Parecía
sonreír ante las precauciones de Bernadette y ante sus armas de guerra y
ante el sagrado nombre de Dios su rostro se iluminó".
Todavía un poco
asustada, Santa Bernadette proclamó: " Si vienes de parte del
diablo, vete ".
Nuestra Señora
no se fue hasta que Santa Bernadette terminó de rezar su Rosario.
Finalmente,
Santa Bernadette le preguntó a la Señora cuál era su nombre, y ella respondió:
" Soy la Inmaculada Concepción ".
Esta fue la
confirmación final para Santa Bernadette de que la Señora que vio no era un
demonio, sino la Santísima Virgen María.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia