Todas las órdenes monásticas contemplativas tienen en común una vida de oración, silencio y búsqueda de Dios en la contemplación. Pero, ¿qué las distingue?
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La palabra
católico tiene una historia anterior al propio cristianismo. Su uso, sin
embargo, ha evolucionado a lo largo de los siglos para representar una
denominación significativa del cristianismo. Mientras que el uso del término en
referencia a la Iglesia cristiana se remonta a los primeros tiempos del
cristianismo, su significado ha evolucionado paralelamente al crecimiento y la
diversificación de la misma fe cristiana.
El término
deriva de la palabra griega katholikos, que puede significar
"universal" o "según el todo" (kat holós). En los
primeros tiempos del cristianismo, el término se utilizaba para subrayar la
universalidad y unidad de la fe cristiana, independientemente de las
diferencias culturales, geográficas o lingüísticas.
En ese sentido,
durante al menos mil años, el catolicismo fue el cristianismo. Es decir, el
catolicismo es la más antigua, y seguramente una de las más diversas de todas
las tradiciones cristianas.
Esta diversidad
incluye una amplia gama de órdenes y tradiciones monásticas, cada una con sus
propias características, enfoque espiritual e historia. Aunque todas comparten
la orientación general de una vida dedicada a Dios a través de la oración, el
servicio y la vida en comunidad, estas órdenes difieren significativamente en
sus costumbres, reglas y carismas.
Aunque ya hemos
abordado antes este tema en clave de humor, aquí tratamos de explorar algunas
de las órdenes monásticas más destacadas dentro del catolicismo, y lo que las
distingue, en un tono más serio.
1. Benedictinos
Los
benedictinos: La
orden benedictina, fundada por San Benito de Nursia, es conocida por su
vida extraordinariamente equilibrada de oración y trabajo - ora et
labora. Se organizan según la famosa Regla de San Benito y suelen
vivir en monasterios. Su vida se centra en la Liturgia de las Horas, la lectio
divina, el trabajo manual y la vida en comunidad.
2. Cistercienses
Rama de la
Orden Benedictina, los cistercienses siguen una interpretación ligeramente más
estricta de la Regla de San Benito: hacen hincapié en la austeridad, la
sencillez y la soledad. Los monasterios cistercienses suelen estar situados en
zonas remotas para fomentar el silencio y la contemplación.
3. Cartujos
La Orden de los
Cartujos es una de las más austeras de todas. Sus miembros viven en
celdas individuales dentro de un monasterio y solo se reúnen para determinados
servicios litúrgicos. Dedican su vida a la oración contemplativa estricta y al
silencio, y a menudo trabajan solos en huertos individuales donde cultivan sus
propias cosechas. Algunos son ermitaños.
4. Trapenses
Orden
Cisterciense de la Estricta Observancia: Los trapenses, una rama
más estricta de los cistercienses, hacen hincapié en el silencio, la soledad y
el trabajo manual. Llevan una vida de oración, trabajo y autosuficiencia en
entornos monásticos remotos. Experiencias eremíticas como la de Thomas Merton,
aunque inusuales, siguen estando permitidas dentro de esta Orden.
5. Carmelitas
Los carmelitas
se centran en la oración contemplativa y en el desarrollo de una profunda
relación con Dios - "una vida en fidelidad a Jesucristo", como se lee
en la Regla de san Alberto, que ellos siguen. Su espiritualidad se centra en la
vida interior y la búsqueda de Dios en el silencio.
6. Camaldulenses
La Orden
Camaldulense, fundada por san Romualdo, combina elementos de las
tradiciones monásticas eremítica y cenobítica. Sus miembros pueden vivir como
eremitas o en pequeñas comunidades. Aunque siguen la Regla de San Benito,
incluyen otras prácticas eremíticas tradicionales.
7. Carmelitas
descalzos
Esta rama de
los Carmelitas,
siguiendo las reformas de los santos españoles Teresa de Ávila y Juan de la
Cruz, pone un fuerte énfasis en la soledad y la oración contemplativa.
Practican una autodisciplina más estricta y buscan la profundidad espiritual.
8. Jerónimos
Orden de San Jerónimo: los Jerónimos siguen la Regla de San
Agustín y en sus orígenes eran ermitaños. Son conocidos por su compromiso con
la soledad y la oración.
Con el tiempo,
evolucionaron hacia un estilo de vida comunitaria más cenobítico, pero
conservaron su enfoque en la contemplación y la disciplina espiritual. Su
espiritualidad se centra en la vida comunitaria y el estudio de las Escrituras.
Todas estas
órdenes monásticas contemplativas comparten un compromiso común con una vida de
oración, silencio y búsqueda de Dios a través de la contemplación.
Lo que las
distingue son las tradiciones, reglas y prácticas específicas que sigue cada
orden.
Ofrecen caminos
únicos para que los individuos sigan su propia vocación personal a través de
una vida de soledad compartida, servicio y contemplación.
Daniel Esparza
Fuente: Aleteia