“Roma está llamada a acoger a todos para que todos puedan reconocerse hijos de Dios y hermanos entre sí”
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Conclusión del
año en San Pedro con la plegaria de las Primeras Vísperas a María Santísima
Madre de Dios y la tradicional oración de acción de gracias. La presidió el
Papa que, recordando las exigentes obras infraestructurales emprendidas en la
capital para el Jubileo, expresó su deseo que puedan crear un ambiente abierto
a todos los peregrinos de la esperanza, sin distinción. Que «lo que no es
humano» se transforme en deseo de fraternidad.
«Dónanos días
de paz», resuena el himno de introducción a las Vísperas. El canto a la Madre
de Jesús invade la abarrotada basílica. Preside la oración y el Te Deum el
Obispo de Roma, con 36 cardenales, 22 obispos, 40 sacerdotes. También está
presente en primera fila, en esta asamblea de fin del año civil, el alcalde de
Roma, Roberto Gualtieri. Un año que el Papa califica como «muy exigente para la
ciudad», debido a las numerosas obras que se han multiplicado en la capital en
preparación del Jubileo. El Pontífice propone una "reflexión
sapiencial" para invitar a dar sentido a todo el trabajo realizado. El
horizonte sigue siendo el de la fraternidad.
Acoger a todos
en el horizonte de la fraternidad
Observando que
el trabajo tiene siempre un valor en sí mismo, «siempre que sea digno», el
Obispo de Roma, reiterando uno de los pilares de su Magisterio, exhorta a la
ciudad a acoger y eleva su agradecimiento a Dios, que quisiera hacerse coral,
«porque nos ha permitido trabajar tanto»:
“Roma está
llamada a acoger a todos para que todos puedan reconocerse hijos de Dios y
hermanos entre sí”
Roma se ha
convertido en una obra de acogida
Recordando
la Encíclica
Fratelli tutti, el Pontífice apunta precisamente a la esperanza de la
fraternidad universal como uno de los modos de interpretar el lema elegido para
el Año Santo.
Es bonito
pensar que nuestra Ciudad se ha convertido en estos meses en una obra de
construcción con este fin, con este sentido global: prepararse para acoger a
hombres y mujeres de todo el mundo, católicos y cristianos de otras
confesiones, creyentes de todas las religiones, buscadores de la verdad, de la
libertad, de la justicia y de la paz, peregrinos todos de la esperanza y de la
fraternidad.
Agradecimiento
al alcalde de Roma
Dejando de lado
el texto preparado, Francisco añadió un agradecimiento especial para el primer
ciudadano:
Mientras
admiramos con gratitud los resultados de las obras realizadas en la ciudad,
agradecemos el trabajo de tantos, tantos hombres y mujeres que lo han hecho, y
agradecemos al Señor Alcalde este trabajo de llevar adelante la ciudad.
La esperanza de
un mundo fraterno no es ideología
El Papa invoca
la ayuda de María, e invita a todos a mirar dentro de sí mismos para hacer
crecer la obra de conversión, cambiando «lo que no es humano» por un compromiso
de fraternidad. No se trata de utilizar un eslogan retórico, subraya el Papa,
sino de identificar un fundamento «rocoso» sobre el que se pueda construir algo
«estable y duradero». Si se asume plenamente la filiación reconociendo a Dios
como Padre, luego sobreviene el sentimiento de ser hermanos y hermanas. Luego
la bendición, la petición del perdón de los pecados, la súplica al Señor para
que nos conceda «la fuerza de seguir adelante, de avanzar en nuestra
peregrinación en el próximo año». Y una vez más el énfasis:
“La
esperanza de un mundo fraterno no es una ideología, no es un sistema económico,
no es el progreso tecnológico. La esperanza de un mundo fraterno es Él, el Hijo
encarnado.”
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News