La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada
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Hoy, que
preparamos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a
ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera
y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para
aprender también cómo se da al mundo el Salvador.
Sobre el papel
de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos
síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo:
"...Cristo
Señor nuestro, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con
inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los
hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio
de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y
cantando su alabanza".
"Te
alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el Misterio de la Virgen Madre.
Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno de la Hija de
Sión ha germinado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado
para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos
arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la
maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida
nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en
Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de
Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu
gloria..."
La Virgen
Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de
la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Adviento, se evoca, se
agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió
libremente a ser la madre de nuestro Salvador "el Mesías, el Señor"
(Lc 2,11).
Entresaco tres
textos de los tantos que uno se encuentra en honor de la Bienaventurada Madre
de Dios, en todo este Misterio preparado y realizado. Son de la solemnidad de
santa María Madre de Dios:
"¡Qué
admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma,
nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su
divinidad" (antífona de las primeras Vísperas).
"La Madre
ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al
mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio
tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya" (antífona de
Laudes).
"Por el
gran amor que Dios nos tiene, nos ha mandado a su propio Hijo en semejanza de
carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya"
(antífona del Magníficat primeras Vísperas).
A partir de la
segunda parte del Adviento, la preponderancia de la Madre Inmaculada es tan
grande, que ella aparece como el centro del Misterio preparado e iniciado. Así
las lecturas evangélicas del IV Domingo, en los tres ciclos, están dedicadas a
María. Y en las misas propias de los días 17 al 24, correspondientes a las
antífonas de la O, todo gira alrededor de ella. Y con razón.
"Los
profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) -
"El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres" (Sexta) - "María
dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que
daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).
En las vísperas
del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del
evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo".
El lunes de
esta primera semana, en las vísperas, la antífona del Magnificat será: "El
ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo".
En las vísperas
del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas
del segundo domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". En los laudes del
miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías: "Mirad: la
Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel...". El responsorio del viernes después de la segunda lectura del
oficio, está tomado del evangelio de la anunciación en Lc 1, 26, etc... Y
podríamos continuar con una larga enumeración.
Esta
enumeración interesa porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante
en los Oficios de Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su
Hijo y en la tensión de su vuelta al final de los tiempos.
Aunque Navidad
es para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara
esta fiesta, es para ella un tiempo de elección y de particular preparación.
Fuente: ACI Prensa