La tentación es una estrategia del demonio para atraernos a pecar, por eso, una recomendación para no caer en la trampa es platicar con alguien de confianza
Nicoleta Ionescu | Shutterstock |
Todos los seres
humanos nos enfrentamos a la tentación. El demonio -que son muchos, por
cierto-, se las arreglan para mostrarnos la cara agradable del pecado, sin que
nos detengamos a pensar en las consecuencias.
El Catecismo de
la Iglesia católica detalla las siete peticiones del Padre nuestro, y cuando
rezamos "no nos dejes caer en tentación", comenta lo siguiente:
"...
nuestros pecados son los frutos del consentimiento a la tentación. Pedimos a
nuestro Padre que no nos 'deje caer' en ella. [...] Le pedimos que no nos deje
tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos empeñados en el combate
'entre la carne y el Espíritu'".
CEC 2846
Discernir
para no caer
Agrega el
Catecismo que: "Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de
fuerza" (CEC 2846).
Asimismo,
destaca la ayuda que recibimos del Espíritu Santo:
"El
Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria
para el crecimiento del hombre interior en orden a una 'virtud probada', y la
tentación que conduce al pecado y a la muerte. También debemos distinguir entre
'ser tentado' y 'consentir' en la tentación".
(CEC 2847)
Contarlo
para vencer
Platicar esa
tentación que estamos enfrentando nos ayudará a darnos cuenta plenamente de que
no nos sentiremos bien si nos dejamos vencer; y si nuestro confidente tiene una
fe firme y está bien formado en la Doctrina de la Iglesia, nos confortará y
alentará a seguir en el buen camino (de lo contrario, puede mal aconsejarnos).
Con él o ella,
podremos discernir a profundidad, colocando los escenarios posibles antes de
tomar una decisión. Por eso continúa el Catecismo:
"... el
discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto
es 'bueno, seductor a la vista, deseable' (Gn 3, 6), mientras que,
en realidad, su fruto es la muerte". (CEC 2847)
Oración y
confesión
Por último, las
armas más efectivas para contrarrestar los embates del demonio y sus
tentaciones, las tenemos en la oración y en la confesión, porque estaremos
pendientes de cualquier señal que quiera quitarnos la paz:
"Pues
bien, este combate y esta victoria solo son posibles con la oración. Por medio
de su oración, Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio y en el
último combate de su agonía. En esta petición a nuestro Padre, Cristo nos une a
su combate y a su agonía. La vigilancia del corazón es recordada con
insistencia en comunión con la suya. La vigilancia es 'guarda del corazón', y
Jesús pide al Padre que 'nos guarde en su Nombre'".
(CEC 2849)
Así es que,
estemos atentos y rechacemos las tentaciones de cada día.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia