El coiniciador del Camino Neocatecumenal recibe la medalla Per artem ad Deum por su contribución al arte sacro
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Foto: Camino Neocatecumenal |
El pasado
domingo, en la iglesia del Seminario Redemptoris Mater de Roma, Kiko
Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal junto a Carmen Hernández,
recibió la medalla Per artem ad Deum por su contribución
al arte sacro, un galardón que concede anualmente la asociación SacroExpo y que
es el único premio patrocinado por el Dicasterio para la Cultura y la
Educación.
«Cuando tenía
20 años recibí el Premio Nacional Extraordinario de Pintura en España», quiso
recordar Argüello al recibir la medalla, pero «poco tiempo después abandoné mi
carrera como pintor para ir a encontrar a Cristo en medio de los pobres, y el
Señor me ha dado el ciento por uno».
«Lo más
importante de toda mi obra artística ha sido abrir un camino de Iniciación
cristiana en toda la Iglesia, que está ayudando a tantas familias y a tantos
jóvenes. ¡Esto sí que es una obra de arte!», exclamó Kiko en la entrega del
premio. Por eso, «el Señor nos ha llevado a encontrar una estética, unas
imágenes, una manera de expresar la fe con un nuevo tipo de realización»
artística.
En este
sentido, al recordar la célebre frase de Dostoievski en su libro El
idiota: «La belleza salvará al mundo», Kiko señaló que «la belleza hoy es
importantísima porque estamos en un mundo donde prima el culto a la belleza y
al cuerpo», pero «el contenido más profundo de la belleza es el amor»,
matizó.
En realidad,
«todo esto está ligado a Jesucristo, porque Dostoievski dice que la belleza es
Cristo», afirmó el coiniciador del Camino Neocatecumenal. ¿Y cuál es esta
belleza? «La de aquellos que se han vuelto bellos porque Cristo los ha
revestido de su santidad», añadió, aludiendo así a «la comunidad cristiana».
«El mundo está esperando a los cristianos -abundó-, hombres que ven el
amor de Dios cuando la gente no ve el amor de Dios en ningún sitio», personas
unidas que «caminan para anunciar el Evangelio como los pobres» y que «se aman
y tienen un solo corazón. Esta es la belleza que es Cristo».
«Es maravilloso
vivir la fe en una comunidad cristiana en las parroquias», concluyó Argüello,
pues es en ellas donde brilla Cristo, «la belleza divina hecha hombre, que se
ha hecho uno de nosotros para que el hombre pueda recibir la gloria de Dios».
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega