JOSEPH DINH Y XIAOLONG WANG: DOS HISTORIAS DE FE QUE INSPIRAN A SEGUIR TRABAJANDO POR TODO EL MUNDO

La vocación sacerdotal es un regalo que transforma vidas y comunidades enteras. En Asia, una región donde el catolicismo es minoritario, la formación de sacerdotes diocesanos cobra una relevancia extraordinaria

Joseph Dinh y Xiaolong Wang. Dominio público
Las historias de Joseph Dinh Quang Hoan, sacerdote de Vietnam, y de Xiaolong Wang, diácono, recientemente ordenado, de China, reflejan cómo la dedicación y el apoyo de los benefactores de la Fundación CARF ayuda a mejorar la vida de quienes se preparan para llevar el Evangelio a los rincones más desafiantes del mundo.

Con más de 35 años de experiencia en la formación integral de seminaristas y sacerdotes diocesanos, la Fundación CARF sigue trabajando para ayudarles a ellos, y a religiosos y religiosas de todo el mundo, especialmente de países sin recursos económicos, a formarse en la Universidad de Navarra, Pamplona, y en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma. Por las aulas han pasado miles de estudiantes de más de mil cien diócesis y de casi 400 órdenes religiosas.

Joseph Dinh: del sufrimiento a la esperanza

Joseph Dinh nació en una familia vietnamita profundamente marcada por la fe. «Crecí rodeado del amor de mis padres, parientes y mi comunidad religiosa, que es de unos 100 cristianos». Desde niño, vivió de cerca las adversidades económicas y los sacrificios que su familia hizo para mantener su fe católica en un contexto social adverso. Pese a las dificultades, Joseph nunca perdió la esperanza y sintió la llamada al sacerdocio como un camino para servir a Dios y a su comunidad.

Sobre la vida en Vietnam, destaca que existen 54 grupos étnicos diferentes. «Mi país tiene una larga historia de diversidad religiosa, con varias religiones y sistemas de creencias que coexisten desde hace siglos. Desde formas religiosas antiguas como el totemismo, el chamanismo y el animismo hasta el catolicismo, el budismo, el protestantismo y el islam. Este contexto histórico ha contribuido a una actitud relativamente tolerante hacia las distintas confesiones. Por eso tengo que decir que, aunque el cristianismo es una religión minoritaria, solemos participar en actividades sociales y caritativas que benefician a la comunidad en general, independientemente de nuestra afiliación religiosa. Esto fomenta una buena impresión de los demás sobre las comunidades cristianas, en particular la católica», explica Joseph.

Como otros niños, pasó la mayor parte de su infancia en el patio de recreo de la iglesia. Fue monaguillo en su parroquia, por lo que pudo vivir muy de cerca la celebración de la Santa Misa en numerosas ocasiones. Esto le empujó desde muy joven a desear vivir la vida consagrada como sacerdote. «Mantuve mi sueño de ser sacerdote en mis oraciones durante mucho tiempo».

Después, dejó su pueblo natal para ir a la ciudad más grande de Vietnam, Saigón, situada en el sur del país. Allí estudió cuatro años en la Universidad Nacional de Vietnam. Durante su época de estudiante, tomó conciencia más clara y firme de su vocación interior. Y esto es lo que pensaba: «quiero ser sacerdote diocesano para poder servir a la gente en la tierra donde nací y crecí en paz».

Tras graduarse en el gran seminario de Hanói, regresó a su diócesis de Thai Binh y fue ordenado sacerdote en 2021, durante la pandemia de Covid. Su obispo le envió a cuidar de una parroquia rural. «Me sentí muy feliz de poder vivir y cuidar a los fieles que se me habían confiado como párroco», señala Joseph Dinh.

Pasado un tiempo, su obispo le envió a estudiar a Roma con la intención de prepararse en la misión de formar a nuevos seminaristas diocesanos. Gracias al apoyo de la Fundación CARF, Joseph pudo acceder a una formación integral de calidad en Roma, algo que le permite soñar con regresar a su tierra natal como un sacerdote diocesano mejor preparado para atender las necesidades espirituales de su pueblo.

«Esto es también lo que siempre he deseado: ir a Roma, la ciudad eterna y capital de la Iglesia católica, para ampliar mis conocimientos y abrirme nuevos horizontes culturales, que me serán tan útiles para mis tareas profesionales en el ámbito de la formación de los seminaristas», dice con entusiasmo.

Para Joseph Dinh estudiar y residir en Roma no es sólo su sueño, sino el de muchos creyentes vietnamitas. «Para nosotros, Vietnam, un país con muchas dificultades económicas, visitar Roma no es tan fácil. De hecho, mi diócesis de Thai Binh está construyendo actualmente un seminario, llamado seminario mayor del Sagrado Corazón de Thai Binh».

El seminario necesita muchos profesores de diversas materias. Su diócesis también tiene más de cien seminaristas estudiando en el seminario diocesano en este momento. Por eso, Joseph Dinh Quang Hoan es aún más consciente de su responsabilidad de estudiar en la hermosa tierra romana. Quiere estudiar intensamente para luego devolver a la Iglesia de Vietnam lo que ha recibido, formando a los seminaristas de su diócesis.

En Vietnam hay unos 7 millones de católicos, que representan el 7,4 % de la población total. Hay 27 diócesis (incluidas tres archidiócesis) con 2.228 parroquias y 2.668 sacerdotes, y la Iglesia crece rápidamente. De hecho, el número de vocaciones en la Iglesia vietnamita es muy elevado. Muchos jóvenes están dispuestos a comprometerse en el camino religioso, convirtiéndose en sacerdotes y religiosos para servir en la tierra de Vietnam, así como para emprender misiones misioneras en todo el mundo. «En mi diócesis de Thai Binh, una diócesis pequeña, tenemos actualmente más de 100 seminaristas y muchos religiosos, monjas y hermanos. Son el futuro de la Iglesia», comenta Joseph.

Sobre su experiencia formativa Joseph Dinh Quang Hoan señala que «viviendo y estudiando en Roma siento más claramente una Iglesia viva, multiétnica, multicultural y mutuamente respetuosa. Vivo en un colegio mayor para sacerdotes de muchos países diferentes. Esto me ayuda a comprender la integración cultural, la belleza de la fraternidad y el intercambio de conocimientos y experiencias pastorales».

Xiaolong Wang: cumplir el sueño de Dios

Xiaolong Wang, conocido como Felipe en España, creció en una región de China donde el catolicismo apenas comienza a abrirse paso. Su vida estuvo marcada por el sacrificio y la búsqueda de un propósito mayor. Desde temprana edad, Xiaolong sintió una atracción especial hacia el Evangelio, que finalmente se tradujo en su decisión de convertirse en sacerdote diocesano.

Los católicos en China constituyen el 0,46 % de la población, los protestantes el 2,06 %, los musulmanes el 0,50 % y los budistas el 8,96 %. Los bautizados oscilan cada año entre 40.000 y 50.000 fieles; 48 diáconos fueron ordenados sacerdotes en 2019. Hay un total de 78 obispos, 4.950 sacerdotes, 12 seminarios, 470 seminaristas, 4.360 religiosas y unas 6.000 iglesias y capillas.

Xiaolong Felipe ha tenido la gran suerte de pertenecer a una archidiócesis con un gran número de católicos: más de 50.000. No obstante, es consciente de que, para evangelizar a Dios, antes hay que interiorizar las costumbres de la cultura de China, de las tradiciones particulares de cada provincia y sortear las peculiaridades de la actual China comunista.

Tanto él como sus dos hermanos fueron educados en la fe católica. A los seis años, ya percibió en su interior su vocación: «Recuerdo un día que asistí a Misa con mi mamá. Tenía seis años. Me sentí con mucha paz interior, y desde aquel día quise ser sacerdote. ¡Siempre ha sido el sueño de Dios y el mío!».

Un año más tarde, antes de cumplir los ocho años, comenzó a servir en el altar ayudando al cura de su parroquia. Sin embargo, en la adolescencia empezó a plantearse otra forma de vida como el ser profesor de música, una pasión que le encanta. Pero esta incertidumbre le duró poco tiempo. Otro hecho le marcó para siempre en su vocación: «Asistí y ayudé como acólito en la primera Misa de un sacerdote joven en la parroquia de mi pueblo. Aquello me impactó. Entonces me di cuenta de que tenía que continuar con mi sueño, y entré en el seminario menor a los 16 años».

Hoy, Xiaolong Wang se está formando en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra, gracias al apoyo de benefactores de todo el mundo. Para él, este proceso no solo es una etapa de aprendizaje académico, sino también una oportunidad de crecer en espiritualidad y prepararse para llevar la fe a lugares donde es aún desconocida o poco practicada.

«En China los católicos hemos vivido mucho. En estos últimos años la situación va mejorando, pero queda mucho por hacer. El papa Francisco está propiciando un mayor acercamiento, pero el Gobierno pone sus pegas. Algunas diócesis del sur de China no tienen obispo y hay muy pocos sacerdotes. Y todavía existen prohibiciones», comenta Felipe.

En estos últimos años la relación va mejorando, pero queda mucho por hacer. El papa Francisco está propiciando un mayor acercamiento, pero el Gobierno chino pone sus pegas. «Algunas diócesis del sur de China no tienen obispo y hay muy pocos sacerdotes. Y todavía existen prohibiciones», comenta.

Felipe admira enormemente a los mártires que han sembrado la semilla de la evangelización en China. «Sé que ser sacerdote en China es muy difícil, pero no tengo miedo. Dios me dará la Gracia y el Espíritu Santo guiará a los fieles de mi país», expresa Wang que, enviado por su obispo, se prepara para ser un buen sacerdote.

En su opinión, la llave de la evangelización en China es el buen ejemplo de los sacerdotes. «Lo primero la oración a Dios. Después, el ejemplo de los presbíteros, acompañar a los fieles y apoyarles. También la adoración ante el Santísimo y el santo Rosario son dos prácticas imprescindibles para conseguir la conversión de mi país».

Reconoce que el primer año en España fue duro sin saber absolutamente nada de español. Pero, gracias a los formadores y al rector del seminario internacional Bidasoa, junto con los compañeros y los profesores, el idioma ya no es un obstáculo. «La formación de Bidasoa es muy buena y la liturgia es impresionante. Ahora soy el organista del seminario y estoy muy contento».

También está disfrutando de algunos viajes formativos y peregrinaciones por otras partes de España: Torreciudad, Almería, Zaragoza, la Javierada… «Recen por mí como yo lo hago por todos los benefactores».

Fuente: El Debate