Francisco introdujo la oración mariana pidiendo a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser testigos valientes del Evangelio para la salvación del mundo
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En la memoria
de San Esteban, el primer mártir de la historia, Francisco recuerda a los
cristianos perseguidos y asesinados, hoy, a causa de su fe, invita a rezar por
ellos e imitar a los mártires en su voluntad de hacer conocer el don de la
salvación y del perdón a todos.
Luego de la
Navidad, del anuncio de la buena nueva de Jesús Niño, el Papa, en su alocución
antes del Ángelus, reflexiona sobre el martirio de Esteban, de quien hoy
celebramos la memoria litúrgica, y recuerda a los hombres y mujeres perseguidos
y asesinados, también hoy, a causa de su fe, de su voluntad de hacer conocer el
don de la salvación y del perdón del cual son testimonios, como lo hizo Jesús,
y como lo imitó el primer mártir de la historia, cuando ya moribundo, rezó por
sus asesinos.
En efecto,
aunque a primera vista Esteban parece sufrir impotente la violencia, en
realidad, como hombre verdaderamente libre, sigue amando incluso a sus asesinos
y ofrece su vida por ellos, como Jesús en la cruz, para que se arrepientan y,
perdonados, reciban la vida eterna.
Que todos se
salven
De este modo,
continuó el Santo Padre, el diácono Esteban se nos presenta como testigo de ese
Dios que quiere que todos los hombres se salven y que ninguno se pierda, un
Padre que no excluye a nadie, que no se cansa de buscarlos y de acogerlos
cuando, después de haberse extraviado, vuelven a Él arrepentidos.
Lamentablemente,
hoy, en diversas partes del mundo, hay muchos hombres y mujeres perseguidos, a
veces hasta la muerte, a causa del Evangelio. Lo que hemos dicho de Esteban
vale también para ellos. No se dejan matar por debilidad, ni por defender una
ideología, sino para hacer partícipes a todos del don de la salvación. Y lo
hacen principalmente por el bien de sus asesinos, y rezan por ellos.
Rezar por los
hermanos
Ante una Plaza
de San Pedro soleada y repleta de fieles y peregrinos, el Santo Padre como
siempre planteó varias cuestiones para la reflexión personal:
Preguntémonos
entonces: ¿Siento el deseo de que todos conozcan a Dios y se salven? ¿Quiero
también el bien de los que me hacen sufrir? ¿Me intereso y rezo por tantos
hermanos y hermanas perseguidos por la fe?
Al concluir,
Francisco introdujo la oración mariana pidiendo a María, Reina de los mártires,
que nos ayude a ser testigos valientes del Evangelio para la salvación del
mundo.
Alina Tufani Díaz – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News