La Misa en esencia siempre se ha mantenido igual, porque en la Úlima cena el Señor Jesús dijo "hagan esto en memoria mía", pero ¿en qué aspectos ha cambiado?
Dominio público |
No es difícil
comprender que la Misa de hoy, consolidada después de dos mil años, no es
exactamente como la Última Cena. Con el tiempo, la Cena del Señor tuvo sus
variaciones y evolución, manteniendo únicamente la estructura esencial y
fundamental: las palabras y las actitudes del Señor.
La liturgia
cristiana
La liturgia cristiana es muy rica y llena de significado.
En realidad, la liturgia no es algo fijo, sino dinámico; no es algo frío, sino
algo que es vivificado. Y la Iglesia continúa haciendo hoy lo que Cristo mismo
hizo y dijo. Esta acción de Jesús es inmutable y es el núcleo de la Misa.
Y junto a esto,
que es inmutable y de prescripción divina, hay también otros elementos:
paramentos, ceremonias, ritos y oraciones que son accidentales pues son de
institución eclesiástica, heredados de la Pascua Judía, y que han cambiado
según los tiempos y las circunstancias, pero no de forma arbitraria o por
capricho, sino que todo tiene un por qué.
Los cambios
en la Misa
¿Por qué hay
cambios a lo largo de la historia? Porque la Iglesia, a lo largo del tiempo, ha
visto la necesidad de cambiar o introducir algunas cosas.
El misterio de
Cristo debe ser proclamado, celebrado y vivido en todo momento y lugar. Por
ello, la liturgia debe corresponder a la cultura y a las circunstancias, pero
debe seguir siendo reconocible como única liturgia de la Iglesia
universal (Catecismo de la Iglesia católica 1200-1209).
Y además, la
liturgia evoluciona porque es un proceso, y nunca debería ser comprendida solo
como un conjunto de datos o una doctrina, sino como fundamento de la
espiritualidad de los creyentes y la base para la participación en la vida de
la Iglesia.
La
participación de los fieles
La experiencia
consciente de la liturgia es una necesidad en cuanto a que es un aspecto
esencial del ser cristianos de verdad, donde la fe y la moral entran en juego,
y tiene la finalidad de introducir a los miembros de la Iglesia en la
participación consciente, activa y fructífera para una vida cristiana más
plena.
Los actos
litúrgicos -o las acciones litúrgicas- son aquellos que, por institución de
Jesucristo y de la Iglesia, y por cuenta de ambos, se realizan para dar a Dios
y a los santos el culto debido.
La eficacia de
la liturgia depende, por tanto, de la voluntad institucional de Cristo y de la
Iglesia, y de que se cumplan necesariamente las condiciones de validez para que
estos actos actualicen la presencia del Señor.
Pero
indistintamente de cómo se lleven a cabo, porque la Misa ha evolucionado.
Lo que nunca
ha cambiado
La epíclesis
-parte integrante e indispensable de la consagración- es la invocación del
poder del Espíritu Santo para que los dones eucarísticos sean consagrados; es
decir, es el modo de que las palabras de Cristo, repetidas por el sacerdote,
sean eficaces y hagan posible la transubstanciación.
La epíclesis y
las palabras de la institución forman una unidad indisoluble: la consagración.
Estas dos partes no existen una sin la otra.
Henry Vargas
Holguín
Fuente: Aleteia