Las apariencias
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Leti nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
La procuradora
lleva unos días dedicándose a hacer membrillo. La verdad es que este fruto
siempre me llama la atención: por fuera es áspero y duro. Una vez en las manos
de la procuradora, ella lo va transformando; lo limpia, lo trocea, lo deja
macerar con azúcar, lo cocina y lo tritura. El resultado final es un riquísimo
membrillo. Nunca diría que de ese fruto áspero saldría algo tan delicioso.
Mi abuela decía
que “las apariencias engañan”. Y es verdad, cuántas veces nos dejamos llevar
por lo de fuera y juzgamos a una persona solo por su apariencia. Sin embargo,
cuando la conocemos, resulta que no tiene nada que ver.
En el Evangelio
vemos que Jesús no mira las apariencias y que se acerca a todos: leprosos,
viudas, pobres, endemoniados, fariseos, saduceos… Con todos dialoga, pero no a
todos les responde de la misma manera, porque cada uno tiene una situación
concreta. Jesús nunca se quedaba en la apariencia, Él veía el corazón y la
intención.
Incluso, a
veces, vemos a Jesús anticipándose cuando percibe una necesidad. No hace falta
ni pedirlo, y Él ya está actuando. En otras ocasiones, deja que la persona se
lo pida. A Jesús le recriminaban que comía con publicanos y pecadores. Él sabía
que si estas personas se convertían y aceptaban en su corazón el Reino de Dios,
Él podría hacer grandes maravillas.
Por ello, no
debemos rendirnos ante nadie por muy dura y áspera que sea la apariencia,
porque detrás hay un corazón. El Señor nos ha creado a todos iguales, con esta
necesidad de amar y ser amados. Pero para ser realmente felices, primero
debemos dejarnos amar por el Señor para luego, con Su amor, poder amar a los
demás.
Hoy el reto del
amor es saludar con una sonrisa y desear buenos días a todos los que
encuentres. No te fijes en la apariencia, descubre detrás un corazón.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
18 noviembre
2024
Fuente: Dominicas de Lerma