Santa Margarita María Alacoque, fue una monja mística y virtuosa. El Sagrado Corazón le presento tres armas para luchar por ser su mejor versión y por amar
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Dominio público |
No siempre es
fácil hacer las cosas con amor para llegar a tener una verdadera
transformación, menos cuando estamos agotados o estresados; el Sagrado Corazón
de Jesús le reveló a santa Margarita María Alacoque tres armas para luchar por
lo que de verdad importa: el amor.
Esta santa a
pesar de los retos que enfrentó, principalmente cuando nadie le creía sobre sus
visiones, logró recostar su cabeza en el Sagrado Corazón, permitiendo que Dios la guiara
para ser más virtuosa; mismo mensaje que Jesús quiere transmitirnos hoy a pesar
de las dificultades diarias, ya sea en la escuela, trabajo o en cualquier
ámbito.
El
ingrediente que da sazón a la vida
Cuando uno
quiere amar de verdad, es necesario vencer ciertos obstáculos para recibir la
recompensa, ya lo decía esta Margarita Alacoque:
"Cuando
uno ama, todo habla de amor, hasta nuestros trabajos que requieren nuestra
total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor".
El mundo actual
está rodeado de tantas cosas que nos hacen tener una mayor irritabilidad,
perturbando nuestra vida y alejándonos de nuestro verdadero propósito que es el
cielo, por ello te mostramos las tres armas de santa Margarita para no perder
la paciencia y luchar por alcanzar su mejor versión.
1. Conciencia
delicada y un profundo odio y dolor ante la más pequeña falta
Esta arma se
fundamenta en el gran deseo de amar, pues aunque cometemos errores, podemos
estar abiertos al amor transformador de Jesús y de su Sacratísimo corazón. Fue
así como Margarita aprendió a amar más.
En una de sus
visiones, Jesús le dijo: “Soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro,
y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en
mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura.
Pues no puedo
sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha
movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis
designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy manso
para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus
infidelidades".
2. La santa
obediencia
Como hemos
visto, Jesús era el principal Maestro de santa Margarita. Él le enseñaba a ser
obediente, no solo con Él, sino también con aquellos que eran sus superiores en
la tierra, pues la obediencia debe practicarse en el cielo y en la
tierra.
Cuando
Margarita no obedecía, Jesús le decía: "Te engañas creyendo que puedes
agradarme con esa clase de acciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya
su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las
superioras".
3. Su Santa
Cruz
Muchas veces le
tememos a las espinas que conlleva nuestra cruz, debido a que nos hace salir de
nuestra zona de confort, pero Jesús nos recuerda nuestro verdadero objetivo en
la tierra por medio de estas palabras a Alacoque:
"Has de
querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias, agradarme a mí. No
debes buscar nada fuera de mí, pues de lo contrario injuriarías a mi poder y me
ofenderías gravemente, ya que yo quiero ser solo todo para ti."
La respuesta a
cada una de nuestras batallas, e incluso miedos o inseguridades, siempre
estarán en Cristo. Un corazón que busca descansar en el corazón de Jesús gana
más de lo que se imagina: gana el cielo y el gozo eterno.
Karen Hutch
Fuente: Aleteia