El Vaticano publicó este jueves la nueva encíclica del Papa Francisco, titulada Dilexit Nos (Nos amó) sobre “el amor divino y humano del corazón de Jesucristo”, un texto de 45 páginas en la versión en español.
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Crédito: Daniel Ibanez EWTN NEWS / Foto de archivo de CNA. Dominio público |
La encíclica tiene 5 capítulos y una conclusión: el
primero se titula La importancia del corazón, el
segundo Gestos
y palabras de amor, el tercero Este es el corazón que tanto amó,
el cuarto y más extenso es Amor que da de beber, y el quinto
se llama Amor
por amor.
En
el numeral 14 de la encíclica, el Papa Francisco señala: “Se podría decir que,
en último término, yo soy mi corazón, porque es lo que me distingue, me
configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás
personas. El algoritmo en acto en el mundo digital muestra que nuestros
pensamientos y lo que decide la voluntad son mucho más ‘estándar’ de lo que
creíamos. Son fácilmente predecibles y manipulables. No así el corazón”.
“El
corazón hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se
construya con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del
individualismo”, afirma el Santo Padre en el numeral 17 y agrega: “anti-corazón
es una sociedad cada vez más dominada por el narcisismo y la autorreferencia”
que pierde la “capacidad de relaciones sanas” y se hace incapaz “de acoger a
Dios”.
La veneración al Corazón de Jesús
El
Papa Francisco dedica los numerales 52 a 58 para hablar de este tema y explica
que “la imagen de Cristo con su corazón, aunque de ninguna manera es objeto de
adoración, no es una entre tantas otras que podríamos elegir. No es algo
inventado en un escritorio o diseñado por un artista, ‘no es un símbolo
imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que
brotó la salvación para toda la humanidad’”.
En
ese sentido, el Santo Padre refiere que “si bien el dibujo de un corazón con
llamas de fuego puede ser un símbolo elocuente que nos recuerde el amor de
Jesucristo, es conveniente que ese corazón sea parte de una imagen de
Jesucristo. De ese modo es aún más significativo su llamado a una relación
personal, de encuentro y de diálogo”.
Tras
precisar que la imagen del Corazón de Jesús “debe referirnos a la totalidad de
Jesucristo en su centro unificador y, simultáneamente, desde ese centro
unificador debe orientarnos a contemplar a Cristo en toda la hermosura y
riqueza de su humanidad y de su divinidad”.
En
ese sentido, el Santo Padre explica que “no es que ante las imágenes de Cristo
‘haya que pedirles algo a ellas, o que haya que poner la confianza en las
imágenes, como antiguamente hacían los paganos’, sino que ‘por medio de las
imágenes que besamos y ante las cuales descubrimos nuestra cabeza y nos
prosternamos, adoramos a Cristo’”.
En
el numeral 67, en el tercer capítulo, el Pontífice resalta que “en el Corazón
de Cristo, nos sentimos amados por un corazón humano, lleno de afectos y sentimientos
como los nuestros. Su voluntad humana quiere libremente amarnos y ese querer
espiritual está plenamente iluminado por la gracia y la caridad”.
“Llegando
a lo más íntimo de ese Corazón nos inunda la gloria inconmensurable de su amor
infinito como Hijo eterno que ya no podemos separar de su amor humano.
Precisamente en su amor humano, y no apartándonos de él, encontramos su amor
divino; encontramos ‘lo infinito en lo finito’”, agrega.
Las reflexiones de los santos
El
Papa Francisco también recuerda a algunos santos como San Claudio de la
Colombiere, Santa Teresita de Jesús, San Juan de la Cruz, San Agustín, San
Francisco de Sales, San Carlos de Foucauld o Santa Margarita María Alacoque
—esta última conocida como la difusora de la devoción al Sagrado Corazón de
Jesús— que han meditado sobre el Corazón de Jesús a lo largo de la historia de
la Iglesia.
“San
Juan de la Cruz ha querido expresar que en la experiencia mística el amor
inconmensurable de Cristo resucitado no se siente como ajeno a nuestra vida. El
Infinito de algún modo se abaja para que a través del Corazón abierto de Cristo
podamos vivir un encuentro de amor verdaderamente mutuo”, destaca el Pontífice.
El
Papa Francisco comenta en el numeral 90, que Santa Teresita del Niño Jesús,
Patrona de las Misiones, “había descubierto en el Corazón de Cristo que Dios es
amor: ‘A mí me ha dado su misericordia infinita, y a través de ella contemplo y
adoro las demás perfecciones divinas’. Por eso la oración más popular, dirigida
como un dardo al Corazón de Cristo, dice simplemente: ‘En Ti confío’. No hacen
falta más palabras”.
“San
Agustín abrió el camino a la devoción al Sagrado Corazón como lugar de
encuentro personal con el Señor. Es decir, para él el pecho de Cristo no es
solamente la fuente de la gracia y de los sacramentos, sino que lo personaliza,
presentándolo como símbolo de la unión íntima con Cristo, como lugar de un
encuentro de amor”, afirma el Papa en el numeral 103.
El
cuarto capítulo de la encíclica, que tiene como título Amor que
da de beber, habla del Corazón de Jesús a partir de la Biblia, la
Palabra de Dios, citando diversos libros como el Apocalipsis, escrito por San
Juan evangelista.
El
Papa Francisco también dedica unas palabras (numerales del 143 al 147) a la
Compañía de Jesús y recuerda a algunos sacerdotes que han hablado
explícitamente del Corazón de Jesús —a quien los jesuitas se han consagrado al
menos en dos ocasiones— como San Francisco de Borja, San Pedro Fabro, San
Alonso Rodríguez, “el padre Álvarez de Paz, el padre Vicente Caraffa, el padre
Kasper Drużbicki y tantos otros”.
Un ruego del Papa Francisco
En
el numeral 160, hablando sobre la compasión de las personas por el sufrimiento
del Corazón de Jesús, el Santo Padre escribe: “ruego que nadie se burle de las
expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad
popular intenta consolar a Cristo”.
“E
invito a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más
sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor
que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que
somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y
madura”, añade.
Amor por amor
En
el quinto capítulo de la encíclica, el Papa Francisco se refiere a “algunas
resonancias en la historia de la espiritualidad” y se ayuda de algunos santos
como San Carlos de Foucauld, San Francisco de Sales o San Bernardo.
“San
Bernardo, al mismo tiempo que invitaba a la unión con el Corazón de Cristo,
aprovechaba la riqueza de esta devoción para proponer un cambio de vida fundado
en el amor”, escribe sobre este último.
"San
Carlos de Foucauld quería imitar a Jesucristo, vivir como él, actuar como él
actuaba, hacer siempre lo que Jesús habría hecho en su lugar. Para que este
objetivo se cumpliera en plenitud, necesitaba conformarse con los sentimientos
del Corazón de Cristo.
Así
aparecía una vez más la expresión ‘amor por amor’, cuando decía: ‘Deseo de
sufrimientos, para devolverle amor por amor, para imitarle’”, indica el Santo
Padre en el numeral 179.
El
Pontífice también reflexiona sobre la importancia de la “reparación” a partir
del Corazón de Cristo; y a la “ofrenda del Amor”, para lo cual recurre a los
escritos de Santa Margarita María Alacoque.
“Hermanas
y hermanos, propongo que desarrollemos esta forma de reparación, que es, en
definitiva, ofrendar al Corazón de Cristo una nueva posibilidad de difundir en
este mundo las llamas de su ardiente ternura”, señala el Papa en el numeral 200.
El
Papa también afirma lo siguiente: “Cristo te pide que, sin descuidar la
prudencia y el respeto, no tengas vergüenza de reconocer tu amistad con él. Te
pide que te atrevas a contar a los otros que te hace bien haberlo encontrado”.
De
alguna manera, prosigue, “tienes que ser misionero, como lo fueron los
apóstoles de Jesús y los primeros discípulos, que salieron a anunciar el amor
de Dios, salieron a contar que Cristo está vivo y que vale la pena conocerlo.
Santa Teresa del Niño Jesús lo vivía como parte inseparable de su ofrenda al
Amor misericordioso”.
Conclusión
En
la conclusión de la encíclica, el Papa Francisco escribe: “Hoy todo se compra y
se paga, y parece que la propia sensación de dignidad depende de cosas que se
consiguen con el poder del dinero. Sólo nos urge acumular, consumir y
distraernos, presos de un sistema degradante que no nos permite mirar más allá
de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas”.
“El
amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos
de esa fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito. Él es capaz de darle
corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad
de amar ha muerto definitivamente”.
El
Pontífice destaca que “la Iglesia también lo necesita, para no reemplazar el
amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración
de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar
de ese amor gratuito de Dios que libera, vivifica, alegra el corazón y alimenta
las comunidades”.
“De
la herida del costado de Cristo sigue brotando ese río que jamás se agota, que
no pasa, que se ofrece una y otra vez para quien quiera amar. Sólo su amor hará
posible una humanidad nueva”, subraya.
La "clave" para comprender el
Magisterio del Papa Francisco
Durante
la rueda de prensa de presentación de la nueva encíclica del Papa Francisco,
Mons. Bruno Forte, Teólogo y Arzobispo de Chieti-Vasto (Italia), remarcó que Dilexit
Nos “ofrece la clave para entender todo el Magisterio"
del Papa Francisco.
Precisó
que el mismo Santo Padre explica que “lo expresado en este documento nos
permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato
si’ y Fratelli tutti no es ajeno a
nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos
volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de
cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común”.
Asimismo,
Mons. Forte señaló que, lejos de ser un magisterio “limitado a lo social”, como
a veces se ha interpretado “torpemente”, el mensaje que el Papa ha dado y sigue
dando a la Iglesia y a toda la familia humana “nace de una única fuente,
presentada aquí de la manera más explícita: Cristo Señor y Su amor por toda la
humanidad”.
Para
el prelado, es también “particularmente conmovedor” el hecho de que el
Pontífice haya citado específicamente los textos escritos por Diego Fares,
sacerdote jesuita e “hijo espiritual” del Santo Padre.
También
afirmó que esta encíclica es un mensaje “extremadamente actual” y que con ella
el Papa Francisco invita a ser misioneros “enamorados” del Sagrado Corazón de
Jesús, en el que se puede encontrar la consolación.
Explicó
asimismo que es una encíclica, debido a que desea “decir a la Iglesia que es un
documento decisivo y particularmente importante” y con ello "se puede
interpretar el valor que Francisco da a este documento”.
Además,
afirmó que con este documento el Papa Francisco pretende que el ser humano se
deje sorprender por “su dimensión más profunda”, que es la del corazón.
Por
su parte, la Hna. Antonella Fraccaro, Responsable General de las Discípulas del
Evangelio, remarcó durante la sesión informativa en la Oficina de Prensa de la
Santa Sede que la importancia de “las relaciones y situarlas en el centro de
nuestra vida”.
“Se
trata, pues, de considerar nuestro corazón en un diálogo corresponsable, ‘ya
que sólo el corazón crea intimidad, verdadera cercanía entre dos seres’”,
subrayó.
Por Walter
Sánchez Silva, Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI