Si queremos mantener nuestra salud espiritual, debemos renunciar a nuestros pecados pasados y purificarnos de nuestros apegos terrenales
![]() |
Nastyaofly | Shutterstock |
Hay una
variedad de cosas que podemos hacer para tener una vida espiritual saludable,
pero hay una cosa que muchos santos sugieren que hagamos primero.
Lo primero que
debemos hacer es renunciar a nuestros pecados pasados y presentes. Necesitamos
desprendernos de nuestro modo de vida pecaminoso para abrazar una nueva vida de
gracia.
Purificando el
alma
San Francisco
de Sales explica este primer paso en su Introducción a la vida devota :
Cuando la hija
de una tierra extraña estaba para desposarse con un israelita, la ley le
ordenaba quitarse el vestido de su cautiverio, cortarse las uñas y afeitarse la
cabeza; así también el alma que aspira a la dignidad de convertirse en la
esposa de Cristo, debe despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre
nuevo, abandonando el pecado ; además, debe cortar y afeitar todo
impedimento que pueda obstaculizar el amor de Dios.
Y añade:
“ El primer paso hacia la salud espiritual es purificarnos de nuestros
humores pecaminosos ” .
Además, aunque
a veces una persona puede librarse de su anterior modo de vida en un instante,
para la mayoría de nosotros es un camino largo:
La purificación
ordinaria, tanto del cuerpo como del alma, se realiza sólo por grados
lentos, paso a paso, gradual y dolorosamente. Los ángeles de la escalera
de Jacob tenían alas, pero no volaban, sino que subían y bajaban los escalones
en el orden debido. El alma que se eleva del pecado a una vida devota ha sido
comparada con la aurora, que no destierra la oscuridad de repente, sino gradualmente .
Esta es una
buena noticia para muchos de nosotros, ya que es difícil desprendernos de
nuestros pecados. Podemos desear el desapego, pero en la práctica, volvemos
continuamente a caer en viejos hábitos.
Necesitamos ser
pacientes con nosotros mismos y dejar que el perdón de Dios inunde nuestra
alma. Cuanto más abiertos estemos al amor de Dios, más rápidamente podremos
divorciarnos de nuestra vida de pecado.
Si alguna vez nos sentimos estancados en la vida espiritual, deberíamos considerar nuestros pecados primarios y tratar de trabajar en purificarlos primero, antes de intentar emprender cualquier tipo de práctica espiritual adicional.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia