La misionera Monika Tjhin Punan asegura que en Singapur hay mucho interés en la visita del Papa Francisco porque “aunque somos minoría, nuestra presencia es notable y apreciada en el país, especialmente a través de la educación”.
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La misionera Monika Tjhin Punan, junto a un grupo de jóvenes de Singapur. Crédito: Obras Misionales Pontificias. |
A pesar de representar sólo a un 3% de la población del país, la
Iglesia Católica da formación a más de 46.000 estudiantes en 54 centros y
gestiona más de 30 instituciones sociales como hospitales, dispensarios,
orfanatos y residencias de ancianos o discapacitados.
Monika además señala que “la Iglesia colabora mucho en el
esfuerzo de diálogo interreligioso, dado el trasfondo de nuestra población
aquí, multirreligiosa y multicultural”.
Así lo ratifica la misionera española Pilar Rodríguez, que
estuvo durante unos años en Singapur y que señala que en el país “conviven
distintas religiones: budismo, hinduismo, islam, cristianismo… Hay libertad y
tolerancia”.
De su experiencia pasada en el país asiático, la española
destaca que “esta convivencia es casi física” de tal manera que “en la misma
calle puedes encontrar una iglesia, un templo budista y una sinagoga”.
A su entender, la fe católica es liberadora en una
sociedad en la que hay mucha exigencia y “siempre tienes que ser el número
uno”. “Aportamos el rostro de un Dios humano y vivo, cercano; el hecho de que
Jesús sea hombre ayuda a aceptar lo que es frágil y vulnerable en las
personas”, añade.
Esta perspectiva es la que lleva a algunos a vivir procesos de
conversión en la edad adulta. Así, el 38% de los bautizados anualmente tienen
más de 7 años.
La presencia de la Iglesia Católica en el país se remonta a hace
poco más de 200 años y, aunque es considerado por OMP como un territorio 100%
de misión, ya cuentan con sus propios misioneros, casi un centenar, presentes
en una veintena de países.
Como territorio de misión y gracias a la generosidad de donantes de todo
el mundo, las OMP pueden ayudar con una aportación anual de más de 30.000
dólares al año a esta porción de la Iglesia Católica.
Por Nicolás de Cárdenas
Fuente: ACI