El matrimonio es un invento de Dios, anterior incluso al pecado... pero requiere cuidarlo
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Munilla en el Museo del Espacio en Houston |
José Ignacio Munilla, el obispo de Alicante, muy seguido en redes
sociales, ha difundido en un podcast de RadioMaria.es una
conferencia de 45 minutos que impartió el 23 de agosto en Estados Unidos, en el
encuentro del Movimiento Familiar Cristiano en
la parroquia de San Bartolomé de Houston (Texas). El tema de la charla era El matrimonio,
signo de unidad en el amor. También hay una versión en Youtube.
El obispo empezó con dos ideas claves sobre lo que es de verdad el
matrimonio "natural, querido por Dios" y luego desarrolló varias ideas que ayudan a
fortalecer el matrimonio.
1. El matrimonio es de
ley natural, no es una creación judeocristiana
En el pensamiento cristiano y judío, el matrimonio es un invento
de Dios. El matrimonio es
anterior incluso al pecado, es lo que ya vivían Adán y Eva en
presencia de Dios, y aún es posible vivirlo.
Munilla explica: "Dios hizo al hombre y la mujer complementarios
e hizo una atracción natural entre ellos, y esa unión está llamada a ser
estable y tener consecuencias sociales. El matrimonio, como se dice
popularmente, viene 'de fábrica'".
Lo que
hizo Cristo fue elevarlo a sacramento. Una razón era recuperar el designio
de Dios original, para rescatarlo
de las deformaciones que se ven, por ejemplo, en las historias del
Antiguo Testamento.
Cristo también buscaba fomentar la vocación a la esponsalidad que
tenemos todos, también los sacerdotes. "Este anillo que llevo como obispo
es signo de la esponsalidad de Cristo con la Iglesia, el obispo se casa con su
diócesis", explicó el obispo. Jesús se desposó con la Iglesia, y el matrimonio es imagen,
reflejo, de cómo Cristo se desposó con la Iglesia. Por eso la Escritura llama
muchas veces a Cristo "el Esposo".
2. Implica unidad,
indisolubilidad, estar abierto a engendrar vida
El matrimonio natural, real, lo que Dios considera matrimonio, es una unión indisoluble,
llamada a ser fiel y abierta a engendrar hijos. "Ya no son dos
sino una sola carne", dice la Escritura. Es una unidad especial. Una
persona puede amar a varios amigos, parientes, hermanos, pero el esposo tiene
una parte del corazón que es indivisible, solo para el cónyuge. Es además una unión exclusiva: por eso
la Iglesia se opone a la poligamia, y así refuerza históricamente la
dignidad de la mujer. También Cristo,
al negar el repudio y el divorcio, con el matrimonio indisoluble,
refuerza la dignidad de ambos.
En los puentes los
enamorados ponen candados y tiran la llave. "Quizá nadie les dijo
a esos enamorados nada del matrimonio cristiano, pero entienden que son 'uno con una para siempre' y
tiran la llave al río". Decir "te amo con todo mi corazón y todo
mi ser... pero no sé hasta cuando" es imposible: si es "con todo el corazón", es "para
siempre". Eso sí, "esto que es de ley natural, para el ser humano
puede ser costoso, y por eso requiere la gracia de Cristo".
3. No pongas el
matrimonio "en espera" mientras se crían los hijos
Criar a los hijos cansa y distrae mucho, y en esa etapa hay el
riesgo de posponer una y otra vez al cónyuge a favor de los hijos. Eso es un
error. "Lo que los
niños necesitan no es un superpapá y una supermamá, lo que necesitan es que
papá y mamá se quieran mucho", explica el obispo. Los hijos lo que necesitan es ver la
unidad entre sus padres. Cuando los hijos tengan novias, su referencia
será el amor que vieron entre su padre y su madre.
4. La unión entre ambos
ha de ser visible, también en bienes e intereses
Un matrimonio implica una comunión de bienes, cosas compartidas.
Si los hijos ven que los padres marcan mucho la diferencia entre "mis
cosas y tus cosas, mis amigos y tus amigas, mis aficiones y las tuyas",
les costará ver que son uno, una unidad. Munilla lo señala en el gesto de las
"arras". También con la frase del Evangelio: "donde está tu
tesoro está tu corazón".
Si cada esposo tiene su corazón en algo muy lejano al otro,
debilitará esa unidad. "A la larga puede ser un problema", avisa el
obispo.
El
matrimonio cristiano es algo muy hermoso, pero en el que se encuentran flores y
piedras que hay que saber gestionar (foto de Nathan Dumlao para Unsplash).
5. Se requiere confianza
entre esposo, y trabajar esa confianza
Hay confianza mutua cuando las cosas se disciernen en pareja, se
examinan honestamente juntos. Hay que creer que Dios "ha puesto junto a mí a la persona adecuada para
discernir conmigo en la vida".
6. Evitar la crítica
excesiva: mejor ser motivadores
"Si mis comentarios siempre son negativos, siempre le pongo
pegas a todo, nunca soy motivador... eso mina la relación", advierte. Las
imperfecciones del cónyuge hay que ponerlas en un marco especial: que el
cónyuge, con sus imperfecciones, está para la santificación del esposo. Ese
cónyuge, ese matrimonio, es el escenario en el que hay que santificarse.
7. Acepta al otro como
es, no partas de la esperanza de que cambie
"No hay que esperar a que alguien cambie para amarle.
Amándole tal y como es, igual puede cambiar. Uno puede y debe orar por la
conversión del cónyuge, pero amándole como es", detalla. Uno ha de
priorizar su propia conversión, no la del otro. Con aceptación, ofrecimiento, autocrítica y caminando juntos,
"en ese orden", es posible esperar "el momento de
gracia de la transformación de uno y otro", confiando "en los tiempos
de Dios".
8. Un matrimonio feliz
está compuesto de "dos grandes perdonadores"
Darle vueltas a las heridas y tomar nota de los errores, usándolo
como munición, daña a la pareja. "El
perdón es regenerador, es muestra clara de que se ama a fondo perdido",
explica el obispo. Para ser felices "hemos de ser olvidados de nosotros
mismos".
9. Hay que cuidar el
corazón, guardar los afectos
Pueden surgir enamoramientos y afectos hacia una tercera persona.
Para evitarlo, hay que ser
muy sincero con uno mismo y cortar por lo sano cuanto antes con esa tercera
persona, limitar el trato. Hay mensajes y frases fuera de lugar,
también por wasap, que hay que cortar "desde el minuto uno".
10. Pon el corazón en tu
compromiso, no en tus sentimientos
Nuestra cultura es muy emotiva, pero las emociones u afectos son
volubles. "Los
sentimientos son educables y deben ser educados", advierte
Munilla. El romanticismo que dice "me ha pegado la flechita de Cupido y no
puedo ya hacer nada" es muy dañino. "Tenemos la voluntad y la razón para educar los
afectos", insiste. "El matrimonio hace posible el amor, que el
amor perdure, la entrega día a día".
También es
una falsedad decir que "el amor no se puede conducir" o "el amor
es dejarse llevar". Al contrario, el amor implica atarse,
comprometerse y "se expresa en obras perseverantes".
11. El matrimonio
requiere cuidar la castidad y la pureza
Ya Jesús avisaba: "el que mire a una mujer deseándola ya
cometió adulterio en su corazón". "La infidelidad comienza en el corazón y la imaginación
antes de llegar a las obras", avisa el obispo. La pornografía,
que llega por tantas pantallas y tecnologías, daña a las parejas, a
los jóvenes, a los niños... Hay que tomarse en serio las medidas de prevención,
no solo para los niños, sino también como pareja.
12. No hay plan B: el
casado está comprometido con la indisolubilidad
El cristiano casado no debe ni barajar la posibilidad de la
separación y el abandono. Todas las familias tendrán dificultades, pero deben
afrontarlas sin pensar jamás en la posibilidad de romper. Hay que entregarse al matrimonio
"quemando las naves", sin permitirse la posibilidad de huir del
matrimonio.
Además, es un error y una fantasía engañosa estar "soñando con otra vida donde no
haya cruz", lo que es falso: en cualquier otra vida también habrá
cruces. Y los que se casan por segunda y tercera vez se divorcian mucho más y
vuelven a fracasar, "porque el mal estaba en su interior".
Y concluye el obispo Munilla diciendo: "El matrimonio cristiano no es cosa de dos, sino de tres, porque
el sacramento cristiano nos da la gracia de hacer posible el amarnos en Cristo".
J. M. C.
Fuente: Religión
en Libertad