Una mujer galesa devuelve la imagen a la basílica cumpliendo con el propósito de su padre difunto que salvó la imagen de las llamas en 1936
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Maralyn Westbury ha devuelto la imagen cumpliendo la promesa de su difunto padre |
Philip, que
se encontraba en Barcelona en julio de 1936 para participar en la Olimpiada
Popular, salvó a este Jesús de madera, que apenas mide 26 cm de altura, y se lo
llevó a Gales con el propósito de un día devolverlo. Por último, ha sido su
hija, Maralyn Westbury, que este lunes ha devuelto la imagen
cumpliendo con la promesa de su padre difunto.
Esta hermosa
historia se ha extendido por varios medios que han contado el deseo de Maralyn
por cumplir el legado de su padre. Fue el pasado mes de mayo cuando ella se
puso en contacto con la Basílica de Santa María del Pi, en un correo en el que
explicaba cómo había encontrado entre las pertenencias de su padre una cajita
de madera con este Niño Jesús en el interior.
Tal y como decía en su escrito, dentro de la caja también había una carta escrita por el propio Phillip, en la que el difunto relataba que había sido testigo del incendio en la Basílica y explicaba el conmovedor hallazgo de la imagen del Niño Jesús en medio de los escombros, «con los ojos fundidos a causa del fuego, que hacía parecer que las lágrimas corrían por el rostro». Antes de poder encontrar a alguien a quien devolver la imagen, Phillip fue repatriado hacia Inglaterra.
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Imagen del Niño Jesús |
El archivero
y conservador de Santa María del Pi, Jordi Sacasas, ha sido
uno de los encargados de gestionar el regreso de la imagen del niño Jesús y
también el primero en leer el correo de la hija. Asegura que se «quedó muy
parado y enseguida vi cuál era la dimensión y el interés que podía tener».
Asimismo, destaca el contraste del poco valor artístico de la misma imagen con
el gran valor simbólico que ha tenido.
Tal y como
expone Sacasas, fue «un acto muy entrañable», y «el sentido que tenía ese
gesto, que pese a ser muy humilde está lleno de sentido. Un sentido de
reconciliación entre los pueblos y la gente, un mensaje de amor y
respeto a todos». Antes de finalizar el acto, todos los presentes se
encontraron en el patio interior de la basílica, donde brindaron. En
agradecimiento a Marylin por ese gesto, se la obsequió con un libro sobre la
historia de la Iglesia del Pi.