Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a 300 militares de la Guardia de Finanza italiana con motivo del 250º aniversario de fundación de este cuerpo y les animó a «servir al bien común».
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Audiencia del Papa Francisco a los militares de la Guardia de Finanza (Vatican Media). Dominio público |
La justicia es «necesaria», pero no es suficiente para llenar esos vacíos que sólo «la gratuidad, la caridad y el amor pueden sanar»: «Ustedes lo experimentan, por ejemplo, cuando organizan la acogida y el rescate de los migrantes que se encuentran en peligro en el Mediterráneo», en las «intervenciones valientes» en caso de catástrofes naturales, o en la lucha contra los «mercaderes de la muerte» que dirigen el narcotráfico.
El Papa
Francisco enumeró las misiones llenas de caridad
entre las áreas de acción de los militares de la Guardia de Finanza al
encontrarse con 300 militares, este sábado 21 de septiembre en la Sala
Clementina, recibidos en audiencia con motivo del 250 aniversario de su
fundación.
El Pontífice, citando el lema elegido para el aniversario,
«En la tradición está el futuro», repasó brevemente la historia del cuerpo
militar, que fue creado para el servicio de vigilancia financiera y defensa de
las fronteras y luego asumió las tareas de la policía fiscal y
económico-financiera y de policía en el mar. Francisco destacó «la importante
misión en el campo del auxilio en el mar y en la montaña». Les agradeció en
particular la actividad de rescate de migrantes («gracias por esto, gracias»,
aseguró) y recordó la ayuda ofrecida a los refugiados judíos y a los
perseguidos durante las dos grandes guerras mundiales.
De la equidad a la gratuidad
Ante los integrantes de este cuerpo militar, el Papa
recordó la figura de san Mateo -su patrón, cuya fiesta litúrgica celebramos
hoy-, «publicano» hasta la llamada de Jesús: el joven recaudador de impuestos
no sólo «pasó de la lógica del beneficio a la de la equidad» sino que, añadió,
en la «escuela de Jesús» entró en contacto con la «gratuidad», entendida como
«dimensión humana», y conoció «el don de sí que genera solidaridad, compartir,
inclusión». Antes de conocer a Cristo, Mateo «representaba una mentalidad
utilitaria y sin escrúpulos, dedicada únicamente al “dios dinero”».
"Incluso en nuestros días, una lógica similar
repercute en la vida social, provocando desequilibrio y marginación: del
derroche de alimentos -¡pero esto es un escándalo, el derroche de alimentos es
un escándalo! - de este despilfarro a la exclusión de los ciudadanos del goce
de algunos de sus derechos".
Si hasta los Estados, especialmente los aislados en el
plano financiero o en el mercado global, pueden ser víctimas de este sistema,
los miembros de la Guardia de Finanza están llamados, dice el Papa, concreta y
cotidianamente, en sus acciones, a "servir al bien común",
"estar cerca de la gente", "combatir la corrupción y promover la
legalidad".
"¿Cómo se explica hoy el hambre en el mundo
cuando [hay] tanto, tanto despilfarro en las sociedades desarrolladas? Es
terrible. Y otra cosa: si dejaran de fabricar armas durante un año, se acabaría
el hambre en el mundo. Mejor armas que solucionar el hambre... También el
Estado puede acabar siendo víctima de este sistema: incluso aquellos Estados
que, aunque tengan recursos, como decía, permanecen aislados".
Así, en la lucha contra la corrupción -que se refiere
al corazón arruinado, «corrompido», señala el Pontífice- «la respuesta, la
alternativa no está sólo en las normas, sino en un “nuevo humanismo”». Así como
la mirada de Jesús posada en Mateo «dice que la dignidad y la vida del hombre
son el corazón de la vida de un pueblo», se puede contribuir al nuevo
humanismo, a «refundar la humanidad», también formando a los jóvenes que piden
entrar en el cuerpo militar: «Quizá al principio busquen sólo un trabajo, pero
luego encuentran una formación específica, que, además de proporcionarles las
nociones y la experiencia indispensables, se convierte también en educación
para la vida y el bien común».
Ejerciendo un servicio que «no termina con la
protección de las víctimas» sino que «incluye el intento de ayudar al
renacimiento de los que se equivocan», para Francisco la labor de los militares
puede ayudar así a «construir una alternativa a la globalización de la
indiferencia» que «destruye con la violencia y la guerra, pero también
desatiende el cuidado de la socialidad y el medio ambiente».
La acción de la Guardia de Finanza es, según el Papa,
«de primera importancia» en la vigilancia del deber de cada ciudadano de
contribuir, según criterios de equidad, a las necesidades del Estado, «sin
privilegiar a los más fuertes», así como en la verificación del cumplimiento de
las normas que regulan las actividades de particulares y empresas, en la lucha
contra el uso inadecuado de internet y las redes sociales, en la recaudación de
impuestos, en la lucha contra el trabajo en negro y mal pagado -un «escándalo»-
o en cualquier caso «lesivo para la dignidad humana».
"La riqueza de una nación no está sólo en su PIB,
reside en su patrimonio natural, artístico, cultural, religioso... y en la
sonrisa de sus habitantes, de sus niños. Un Jefe de Estado me dijo una vez:
'Tengo una medida especial: la sonrisa de los niños y los ancianos. Cuando
ambos sonríen, la sociedad no está tan mal'".
Puesto que «la riqueza de la nación es sobre todo su
gente, cada ciudadano, con su originalidad y esto fomenta la creatividad, con
su apertura al mundo», «ustedes mismos -concluyó Francisco- son ciudadanos que
custodian esta “riqueza” de Italia, pero dispuestos a salir en misiones
internacionales. Necesitamos este impulso solidario hacia el otro como camino
hacia la paz y como esperanza de un futuro mejor».
Al final de su discurso, el Papa invitó
a no perder el sentido del humor «¡que es salud!» y felicitó a los militares
por su colaboración para alimentar la confianza y la esperanza del pueblo, «ese
pueblo que somos todos nosotros», instándoles a tener en cuenta el termómetro
de la sonrisa: «¿Sonríen los niños? ¿Sonríen los ancianos? No lo olviden».
Lorena Leonardi - Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News