Cada 22 de agosto la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santa María Reina. Pero, ¿Cuándo fue la coronación de Santa María Reina en el cielo y qué significa su corona de 12 estrellas?
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Coronación de Santa María Reina. Crédito: Renata Sedmakova - Shutterstock |
El Catecismo de la Iglesia
Católica al
referirse a la Asunción de María cita textualmente a la Lumen gentium (LG), constitución dogmática del Concilio Vaticano II.
Allí se indica el momento en que María fue glorificada como Reina y Señora de
todo lo creado.
“La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa
original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma
a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el
fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y
vencedor del pecado y de la muerte”, precisa la LG.
El misterio glorioso de la Coronación de María como
Reina, que se medita en el rezo del Santo Rosario, es presentado por el
Vaticano junto al pasaje bíblico del Apocalipsis, en el que San Juan
Evangelista, quien quedó a cargo de la Virgen, habla de una reina celestial.
“Una gran señal apareció en el cielo:
una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce
estrellas sobre su cabeza”, señala el apóstol San Juan.
San Bernardo de Claraval, el último Padre de la
Iglesia en la historia de la cristiandad, explicó qué significan cada una de
estas estrellas. En el libro Las grandezas de María,
el Doctor de la Iglesia indica que en estos 12 astros están representados
“prerrogativas [privilegios] y gracias singulares” de la Virgen, agrupándolos
en 3 grupos de cuatro.
El primer grupo de 4 estrellas son la generación de María, la
salutación del ángel, la venida del Espíritu Santo sobre ella y la concepción
del Hijo de Dios.
El santo plantea que de éstas “proceden otros cuatro astros
refulgentes que irradian sobre ella honor soberano y son: el haber sido las
primicias de la virginidad, el haber sido fecunda sin corrupción, el haber
estado en cinta sin fatiga alguna, y el haber dado a luz sin dolor”.
Las últimas 4 estrellas que brillan “con especial resplandor en
María” son su mansedumbre “pudibunda” (pudorosa), devoción humilde,
magnanimidad de la fe y martirio del corazón.
En la encíclica Ad Caeli Reginam (a la Reina del Cielo), en la que Pío XII establece la
fiesta de María Reina se cita la oración de un antiguo santo llamado San Efrén,
en la que pide a la Virgen su protección contra el demonio.
“Virgen augusta y dueña, Reina, Señora, protégeme bajo tus alas,
guárdame, para que no se gloríe contra mí Satanás, que siembra ruinas, ni
triunfe contra mí el malvado enemigo”, implora con devoción San Efrén.
Por Abel Camasca
Fuente: ACI