Saltó a la fama por Valiván y hoy se considera «muy fan de evangelizar a través de lo sencillo»
ReL |
María Olguín (en redes, @mariaolguinmesina)
es la segunda de cuatro hermanos. Pertenece a la famosa y creativa familia de
los Valiván, ¿no te suena?, espera a ver si entre las fotos y algunos datos los
reconoces. Y si no, pues ya puedes ir a buscarles a internet, porque te van a
encantar. Uno de sus puntos fuertes ha sido el hecho de trabajar codo con codo con la
televisión católica más grande del mundo, EWTN. Una relación laboral que
lleva más de 17 años dando maravillosos frutos al mundo entero, con sus
conocidas y divertidas canciones representadas por sus famosos guiñoles. Sin
duda, una familia de artistas con mucho gusto por la belleza y la estética. Pero
no nos dispersamos tanto, que la protagonista aquí es María Olguín.
María canta,
compone música, dibuja, diseña y anima sus propios dibujos, que no es poco.
El resto de sus hermanos hacen cosas similares, cada uno con sus dones.
“Aprendí sobre todo de cómo dibujaba mi madre, porque las tres mujeres hemos
sido las ilustradoras de
Valiván”, comparte María con Revista
Encuentros. “Pero como base, aprendí y desarrollé mi estilo
viendo cómo trabajaba mi madre”.
Nació en un hogar donde el arte fluía como el aire que respiraban.
Creció rodeada de una atmósfera de libertad artística, donde cada objeto
cotidiano se convertía en una oportunidad para la expresión. “Mi padre es el músico de la casa y
mi madre como artista plástica es una maravilla. Y todo eso lo aprendí en
casa”.
María añade que nunca les apuntaron a actividades extraescolares,
y que pensaba que era por el tema económico, pero el motivo real, era que su madre quería compartir cada
segundo con sus hijos. “Le quedaban cuatro horas para estar con nosotros,
sus hijos, después de trabajar, y los quería disfrutar al máximo”, afirma
María.
Y claro, todos esos momentos increíblemente creativos que pasó con
su madre fueron determinantes para su formación, para su futuro. Por lo
creativo de desarrollar la inteligencia, que casi te obligaba a “abrir los
ojos” para ver qué podías crear con los objetos de casa. En ese entorno, en esa
austeridad, es donde los dones de los cuatro hijos fueron desarrollándose a
base de trabajo duro y perseverancia.
María también nos comparte una reflexión que seguro te llamará la
atención, porque hoy en día vemos de todo, y hasta somos menos sensibles a la
belleza: “En mi casa todo
lo feo estaba prohibido, había un gusto por la estética muy fuerte. Nos
dejaban ver series en momentos puntuales. Dibujos bonitos, los feos no
entraban”.
María continúa: “Querían cultivar la mirada a la belleza. Estudié
bachillerato artístico en Barcelona y en Asturias diseño gráfico. La parte
plástica es a la que me dediqué durante mucho tiempo. Pero más tarde, descubrí que tenía dones para la
música como mi hermano Jaime”. Y concluye diciendo lo feliz que le
hace todo esto, porque descubrir tu vocación es lo que llena toda tu vida.
No nos dejes trabajar en nada
que no sea evangelizador
Iván, el padre de María, tuvo una experiencia mística con la Virgen, después de la
oración y alianza de amor con la Virgen, ya que pertenecen al movimiento
apostólico Schönstatt.
Le pidió a la Virgen María que no les dejara trabajar en nada que
no fuera para evangelizar. Y vaya que si se cumplió, porque: “Perdieron al día siguiente el
trabajo en televisión en Chile. Ahí es donde empezaron los altibajos y
penurias económicas”. Valiván se estuvo gestando durante mucho tiempo en los
corazones de sus padres hasta que llegó EWTN (la
cadena de TV católica más grande del mundo) y les ofreció trabajar para/con
ellos con la serie La
Casita sobre la Roca. Qué alegría, porque ya pudieron tener un trabajo cien por cien
evangelizador. “Un regalo del Cielo”, comenta María. “Hemos trabajado
durante todo este tiempo toda la familia con este fin. Dios provee de manera
infinitamente generosa”.
En 2022 tomó una decisión muy drástica en su vida, algo también
natural por otra parte, y fue dejar
de trabajar con su familia después de 17 años. “De los cuales estoy muy
agradecida por supuesto, por la formación artística, espiritual y personal.
Pero ya decidí explotar mis dones propios viendo poco a poco por dónde me lleva
el Señor. Y no ha sido un proceso de cambio traumático, Dios te lo pone poco a
poco en el corazón para que termines cayendo en la cuenta de que tienes que dar
el paso”.
Su adolescencia, una etapa de
curación
”No hay una palabra que defina mejor mi época en la adolescencia
que, una ceguera total,
una gran crisis. A los 16 años concretamente”. Se encontró con el Señor con
26, fue una búsqueda, una sequedad y de anhelo, aunque también hubo parte de
querer apartarse de la fe. Fue una lucha grande. Es en gran medida el amor que encontraba en su
hogar, el que la tenía bien anclada en la fe, aunque tuviera grandes dudas.
Como decíamos, a los 26 años Dios cambia su vida de la noche a la
mañana y cura las heridas con las que tuvo que vivir hasta la fecha. “Y de
repente solo quería hablar
de Jesús, esa ceguera se acabó, se me abrieron los ojos completamente. Pero
en realidad, Dios no deja de abrirte los ojos a cada momento”. Como bien
comenta ella, el proceso de conversión siempre va subiendo, es como una
espiral, pero que siempre sube. Esta definición la aprendió de una monjita, que
con mucho cariño le explicó el camino, constante y ondulante, que tiene la
conversión de todo ser humano.
María explica el por qué de esa crisis adolescente. “A los 16 años
empezó una crisis fortísima afectiva, me volví una chica muy reservada, no
comunicaba lo que tenía dentro, no me aceptaba físicamente, me encontraba
fea. Ahora que hay una cultura de la belleza del cuerpo tan fuerte, creo
que es importante que
sepamos dónde está la sanación y la verdad”, afirma María.
Desde niña la entrega siempre le hizo muy feliz. Estando en Brasil
conoció a unas personas que dedicaban su vida al Señor, sacando gente de las
favelas, le dio una envidia sana.
“Ellos tienen algo
que yo quiero, que yo deseo”, pensó María. También coincidió que mantuvo el
contacto con un seminarista, se escribían por correo. Y él, conociendo todos
estos aspectos de ella, le dijo que se comprometiera a leer el libro Historia
de un alma de Santa Teresita, a escribir la historia de su vida y a rezar
15 minutos todos los días de su vida.
“Esta propuesta no la acepté de inmediato. Pero viendo que seguía cayendo mi vida en picado,
dije: a por ello, vale, me lanzo a la piscina. Y al día siguiente empecé a
hacer todo lo que me pidió”.
Se dio cuenta que había mucho amor en su corazón mientras escribía
la historia de su vida. Hizo un rato de oración, que incluso lo alargó media
hora para ver si pasaba algo delante de un cuadro de la Virgen, y nada. Pero
esa misma noche, a las diez y media, le empezó a entrar una sed espiritual muy tremenda.
“Como si alguien que lleva días sin comer, le ponen delante su
comida favorita y empieza a comer, pues algo así, pero muchísimo más intenso”,
comparte María.
“No sabía qué hacer con esta sed, y se lo comenté a mi madre. Ella
me dijo que fuera a la iglesia a rezar y me dio el teléfono del padre Felix, el
párroco, que me prestó las llaves para que fuera sola”. Todo esto fue
corriendo, algo muy loco. Se puso delante del sagrario y de repente supo con toda certeza, que ahí
estaba el Dios de amor infinito. No hay otras palabras que lo
describan. Se puso a llorar, se reía, lloraba… Entendió que si ahí estaba ese
Dios, ese pan; y que iba a necesitar de las manos de un sacerdote para
consagrarlo. “Muchas verdades
de fe se me revelaron en esa hora de oración sola en la iglesia. No sé cómo
no me rompí esa noche, cómo pudo aguantar mi corazón y mi entendimiento”.
Esa misma noche compuso la canción Que se quiebre,
que es cuando descubrió que tenía el don de la música. Al salir de la iglesia
le pasó algo increíble, “me sentía la mujer más guapa del mundo. El Señor había
cambiado la mirada que tenía hacia mí misma y sobre los demás, a la naturaleza.
Es como si hubiera abierto mis ojos a la verdad”.
Sus dibujos y la Virgen de Fátima
María Olguín, desde entonces, vive para el Señor y tiene muy claro
que quiere mostrarle al mundo la verdad a través de sus dones, de su arte,
dibujos y música. “Quiero que
todo el mundo se encuentre con el Amor de los amores. Todos somos unos
sedientos de amor, el fin es el amor” nos dice María con una sonrisa en la
cara. ¿Cómo no comunicar esta verdad al mundo entero? Ya no concibe trabajar en
una cosa que no sea evangelizar. “No podría hacer otra cosa ahora mismo si Dios
no me lo pide. Porque además, todo ha surgido de una manera súper natural y muy
bonita”.
Sus dibujos propios los empezó a compartir en Instagram en la
época de la pandemia. Entendió que Dios le pedía a través de sus dibujos
consolar a la gente, no solo a los católicos, sino a todos. “Por eso hice los dibujos de los
Ángeles, porque aún el mundo no los rechaza. Gustaron muchísimo e
impactaron a miles de personas”. Además, la venta de las láminas, coincidió con
una crisis económica muy fuerte que estaban pasando con Valiván. María pensó,
“puedo pedir a Dios que nos mande billetes desde el cielo, pero recapacité
fríamente y también por consejo y ánimo de un amigo, tengo manos y unos dones,
puedo trabajar para ganar dinero”.
También sucedió que, se encontraba dibujando a la Virgen de Fátima. Y dada su sensibilidad
espiritual, cuando acabó el dibujo pensó: “Uy, qué bonito, ¿este dibujo lo he
hecho yo? Y hablando con la Virgen entendí claramente que me decía: si no
hubieras pasado la crisis económica familiar, nunca te hubieras puesto a explotar
tus dones y así tengo planeada toda tu vida”.
Termina María diciendo: “Y además de todo esto, ya estoy en proceso de sacar discos de
música para niños, música religiosa y para eso necesito dinero, y
principalmente lo consigo a través de las láminas que vendo”.
Abramos los ojos para
abrirlos al mundo entero
“Dios nos quiere
abrir los ojos para que nosotros se los abramos a otros”, comparte María.
Si ella no hubiera visto a estas personas enamoradas de Jesús en Brasil, nunca
se hubiera enamorado de Él. Entonces, ahora depende de nosotros que lo gritemos
a los cuatro vientos, la verdad. Parece ser que ahora los católicos lo estamos
entendiendo, porque hay una tendencia enorme de ilustradores y creadores de
contenido con un gusto estético maravilloso, que proclama el Evangelio de mil
formas diferentes.
“Hay mucha
esperanza porque vamos de la mano de la Virgen, y aunque en ocasiones
parezca que estamos perdidos, no lo estamos, porque somos muchos los que
queremos seguir a Jesucristo. Estamos cada vez más locos, en el buen sentido,
esto va a acabar bien, Jesús tiene la victoria”.
“Soy muy fan de evangelizar
a través de lo sencillo”. Y para comunicar bien lo importante de la
vida, hay que rezar, pedirle al Espíritu Santo que te llene de sus dones, a la
Virgen que te cubra con su manto. María afirma que nunca cuenta su testimonio
de la misma forma, Dios le susurra lo qué tiene que decir a cada persona. Así
que tenemos que rezar, es clave.
“Que nadie se
cierre a la fe. A mí me
gusta pensar en el Cielo, nos vamos a encontrar cara a cara con Jesucristo
todos. Mejor encontrarse aquí antes con Él que después en el Cielo y pensar:
no, por qué no te conocí antes”. Ya que tenemos aquí esa dulzura, mucho mejor.
Cuanto más cerca de Él estemos, más le amemos, más le pidamos, mejor viviremos
en esta tierra y todo cobra más sentido con Él.
Enrique Vidal Flores
Fuente: Religión en Libertad