El 25 de julio de 1968, el Papa San Pablo VI publicó una encíclica acerca de la regulación de la natalidad y los peligros que encierra el uso de métodos anticonceptivos artificiales, y su imposición como política de Estado: Humanae Vitae, en su momento rechazada por muchos incluso dentro de la Iglesia Católica.
El Papa San Pablo VI. | Crédito: Fotografia Felici, dominio público |
Frecuentemente
diversos sacerdotes, teólogos y seglares afirman que la encíclica sólo
pertenece al magisterio ordinario de un Papa y que como tal, su contenido
podría cambiar con otro que venga después. Sin embargo, Humane
Vitae ha sido respaldada por los pontífices que sucedieron a
San Pablo VI.
San
Juan Pablo II llegó a afirmar que “cuanto ha
sido enseñado por la Iglesia sobre la contracepción no pertenece a la materia
libremente disputada por los teólogos” y que “enseñar lo contrario equivale a
inducir a error a la conciencia moral de los esposos”.
Además,
el Papa polaco sostenía que la doctrina católica
sobre la anticoncepción pertenece a la doctrina moral de la Iglesia y que esta
ha sido propuesta “con ininterrumpida continuidad”, porque se trata de “una
verdad que no puede ser discutida”.
Por
tanto, la doctrina de una encíclica pertenece al magisterio ordinario, pero, si
se hace de una forma continua y definitiva, resulta irreformable, aunque no sea
infalible.
Diversas
voces católicas han catalogado la encíclica como “profética y actual”.
En 1968, la
discusión acerca del impacto negativo de los anticonceptivos artificiales
estaba apenas en ciernes, sin embargo el documento no sólo significó una
respuesta concreta al debate en torno a la ética sexual, “sino que significó en
su momento, y sigue significando, una negativa de la Iglesia, clara y explícita,
a plegarse a las propuestas y reclamaciones de la revolución sexual”, según explicó la Conferencia Episcopal Española.
En 2018, el
fallecido Arzobispo de Varsovia, Mons. Henryk Hoser, señaló que la voz del Papa
San Pablo VI en Humanae Vitae se reveló como profética sobre los anticonceptivos,
ya que “predijo que su aplicación abriría el camino fácil a la infidelidad
conyugal y a la disminución general de los nacimientos”.
Además, el
arzobispo remarcó que la encíclica es siempre actual porque el amor conyugal
"carnal o espiritual, debe combinar estas dos dimensiones" y que debe
ser siempre un amor "privado de egoísmo”.
De igual manera, el sacerdote español Javier
"Patxi" Bronchalo precisó en 2022 que el documento advirtió en su momento sobre
el aumento de la infidelidad conyugal, la degradación moral, la pérdida
generalizada de dignidad de la mujer y la colonización ideológica por medio de
la política.
Según la investigación de un estudioso italiano en
el Archivo Apostólico Vaticano, Humanae Vitae debió
publicarse originalmente el 23 de mayo de 1968, pero luego San Pablo VI decidió
publicarla el 25 de julio.
Esta
medida fue tomada por el Papa, a pesar de que el documento ya estaba impreso en
latín bajo el título De nascendae prolis, porque
consideró que era muy densa en la doctrina y que no era pastoralmente adecuada.
Después
de algunas modificaciones al documento original, Pablo VI "tomó toda la
sección pastoral y agregó una serie de señalamientos de gran delicadeza que
todavía hoy revelan su impronta".
Algunos
acusan al Papa San Pablo VI de haber publicado la encíclica Humanae
vitae sin haber consultado a los obispos. Sin embargo, la investigación del estudioso italiano revela
lo contrario. Durante el Sínodo de los Obispos de 1967, el Papa pidió a todos
los prelados que compartieran con él su postura sobre el tema.
De
los casi 200 obispos participantes del Sínodo, sólo 26 respondieron en el lapso
del 9 de octubre de 1967 al 31 de mayo de 1968. De este grupo, 19 se
expresaron a favor de los anticonceptivos y sólo siete en contra.
De estos siete, los más conocidos e importantes
fueron el venerable Arzobispo estadounidense Fulton Sheen; y el entonces
Arzobispo de Cracovia (Polonia), Karol Wojtyla, hoy San Juan Pablo II, que
siempre quiso ser recordado como "el Papa de la familia", según afirmó el Papa Francisco durante
la canonización del Papa polaco en 2014.
El
entonces Secretario de Estado, Cardenal Agostino Casaroli, dijo que "la
mañana del 25 de julio de 1968 Pablo VI celebró la Misa del Espíritu Santo,
pidió luz de lo Alto y firmó: firmó su firma más difícil, una de sus firmas
más gloriosas. Firmó su propia pasión".
Según el jesuita Bertrand de Margerie,
la expresión "racionalizar la esfera sexual" no evoca una autonomía
indiscriminada y completa de la vida íntima de la pareja ni el uso de medios
artificiales para controlar los nacimientos, sino el ejercicio de la virtud de
la castidad.
“La
virtud adquirida de la castidad penetra con racionalidad el ejercicio de la
vida sexual cuando ésta es legítima”, aseguró el sacerdote jesuita, citando la Summa
Theologica de Santo Tomás de Aquino.
“Al
alentar la continencia periódica y la regulación de los nacimientos sin
controles artificiales, Pablo VI exalta, con toda razón, una humilde y completa
racionalización de la esfera sexual sometida al conocimiento de la razón humana
y al control de la libertad ayudado por la gracia”, señaló el sacerdote.
“Él
no apela a los instintos, los cuales son comunes al hombre y otros animales y
los cuales están privados de la razón, pero él hace un llamamiento a la
libertad del hombre, a través de la cual el hombre se asemeja a los espíritus
puros tal como son los ángeles”, agregó.
Por Andrés
Henríquez
Fuente: ACI