El pasado 18 de abril, José Luis Rubio Willen, sacerdote y director de la Comisión de Beatificación de Isabel la Católica y otros miembros de la comisión comenzaron la celebración del 573 aniversario del nacimiento de Isabel en el prestigioso Club de Opinión Santiago Alba.
Ilustración diseñada por Walter Bou (Mendoza, Argentina). Dominio público |
Destaca
algunos de esos rasgos y
cualidades poco conocidos que configuran el "perfil teológico y
espiritual" que podrían valer la santidad de una reina:
1º La consagración de un reino
Rubio
Willen recoge que una consecuencia lógica del carácter "conciliar" de
la reina -pero que otros reyes santos no hicieron- fue comenzar la regencia con
la "consagración total de
su reino a Dios", lo que según el sacerdote se ha interpretado como "un primer paso de santidad".
2º La expulsión, muestra de obediencia a
Roma…
Aunque
se trata de un tema ya aclarado por la historiografía, Rubio Willen vuelve
sobre las acusaciones vertidas sobre la reina en torno a la Santa Inquisición y
especialmente la expulsión
de los judíos. Hechos, dice, que son "mandatos papales" y que al
regirse por el mencionado Concilio de Florencia, acató. Por eso, "cuando
se investiga a la reina al abrir el proceso de beatificación, se ve que su obrar con los judíos es el
cumplimiento de una orden del Papa de Roma, acrecentándose esa
obediencia". Tanto es así que más tarde, cuando se les concedió el título
de "Católicos", el Papa y el consistorio "hicieron reseñar entre
sus grandes méritos, en el campo de la fe católica y de la religión cristiana
en España, la expulsión", según expresa el historiador Jean Dumont.
3º … que en ningún caso suponía antisemitismo
El
sacerdote explica este hecho como algo totalmente corroborado por la historia.
Tanto es así que "las primeras manos que cogieron a los hijos de Isabel
fueron las de un judío no converso, Lorenzo Badoz, su médico personal". También habla de Abraham Seneor, puntal de la
reina y administrador de los caudales de la guerra de Granada, o Isaac Abrabanel, prestamista
de la reina durante la guerra de Granada. "España recogió a los
expulsados de todo Europa, pero eran considerado pueblo extranjero con permiso
de residencia" y lo que se hizo fue "suspender" esa residencia.
Con una cosa a favor de la corona de Castilla, "que les dejaron llevarse
las pertenencias y que hubo indemnizaciones".
4º Inundó Granada de Eucaristía
Otro
de los aspectos en los que el sacerdote propone abundar es en la labor de
recristianización del extinto reino nazarí de Granada, que agrupaba buena parte
de la actual Andalucía. Tras la toma el 2 de enero de 1492, la reina encontró
"una ciudad intacta pero totalmente islamizada, repleta de mezquitas"
y otras infraestructuras. "Pero la Civilización Cristiana ya había entrado
en Granada y había que `vestirla´, así que pidió a toda la aristocracia que se
uniese en hermandad para llenar
Granada de Eucaristía, de iglesias, monasterios, catedrales, sagrarios,
cálices, custodias y corporales, imágenes, pinturas y escultores".
5º Una reina sanadora en plena guerra
Rubio
Willen señala que es de sobra conocido que Isabel era terciaria franciscana y
que "hacía caridad" allá donde iba. Una vocación que llevó a la reina
a que en plena toma de Granada, se trasladase a retaguardia a sanar y asistir a los heridos y caídos durante
las escaramuzas.
6º Terciaria franciscana… y dominica
Como recogen las propias Concepcionistas Franciscanas,
"nuestra fundadora [Santa Beatriz de Silva], apoyada por la Reina Isabel y
siguiendo el mandato dado por la Virgen María, lo describió así: `que las
monjas vistiesen con una túnica y escapularios blancos y con un manto azul
encima de ellos´. De manera simbólica, se vestirían como la Virgen en la
invocación de su Concepción,
dogma que Isabel defendió y creyó en vida. Pero Isabel no solo fue
terciaria Franciscana y cofundadora de las Concepcionistas: desde 1477,
también fue terciaria
dominica.
7º La Evangelización: una empresa
personal y sin deudas
El
sacerdote incide en que la principal gesta de Isabel, el descubrimiento y
evangelización de América, era una empresa totalmente personal. Algo que se
muestra con su misma aportación económica, tanto privada como de la propia
Hacienda Real. Sin embargo, conforme la empresa "se hacía
ineludible", aún debía
millón y medio de maravedíes a Abrabanel de Granada. "Y ella pagó antes",
remarcó, pues el carácter era ante todo "evangelizador" y "no
quería que la empresa americana fuese con dinero prestado".
8º Madre de una raza
Aunque
más conocido, Rubio Willen insiste en la "maternidad" de la reina
sobre los indígenas americanos, pues así los trató en su testamento, -"son
hijos míos"-, prohibiendo su esclavitud e invitando al matrimonio,
el mestizaje y con ello, una "nueva
raza" que sería "fundamental en la espiritualidad de la reina.
9º España: capital, Roma
El
sacerdote observa que aunque la corte era entonces itinerante, a efectos
prácticos "Fernando tenía la de Aragón en Nápoles. Pero para Isabel, la de Castilla era
Roma". Algo que se explica por su sometimiento al Pontífice remarcado
en el Concilio de Florencia. Por eso los funerales políticos de la reina
tuvieron lugar el 26 de febrero de 1505 en Roma, donde también tendría lugar el
famoso sermón en el que Ludovico
Bruno trataría a la difunta reina de "beata santa",
remarcando su vinculación a los modelos de santidad regia, su sepultura a ras
de suelo, en un humilde sepulcro, amortajada y vestida con el hábito de San
Francisco y despojada de
toda realeza.
10º Consolada en su agonía por los
poemas de la Cruz
Isabel
falleció un 26 de noviembre de 1504, a los 53 años, tras una larga enfermedad
-con toda probabilidad un cáncer de útero- que le ocasionó según el sacerdote
"un sufrimiento grandísimo y una larga agonía". Durante el proceso,
encomendó la presencia de fray
Ambrosio Montesino, fraile, poeta y traductor, para que hiciese oraciones a
modo de poemas que reflejasen el sufrimiento del Señor en la cruz "y le
sirviese a la reina de consolación en sus momentos de agonía". Un
sufrimiento que "hizo mella en la reina y se refleja en su
testamento", documento que según el sacerdote es "su mejor legado.
Ahí vemos la santidad de la reina".
El
poema compuesto por Montesino decía así:
¿Quién te dio, Rey, la
fatiga / deste sudor extremado? / ¡Ay, hombre, que tu pecado!
El grand miedo que
sufría / De la muerte que esperaba, /Con su santo amor luchaba / Que a morir lo
disponía / Por cuya fuerte agonía / Ha tanta sangre sudado / Que fue el suelo
consagrado.
Señal es que va sanando
/ Mi culpa de pestilencia / Pues que Dios por su clemencia / Con sangre le va
sudando /Gran bien es, más, triste, ¿cuando / te será de mí, cuytado, / ese
socorro pagado?
Tus suspiros compasivos
/ Señor, y tu soledad, / Provocan a la piedad / A los muertos y alos vivos; /
Pues ¿qué hacemos cautivos / En prisiones de pecado / Que no vamos a tu lado?
¡Oh Señor que me
criaste! / ¡Quién te sirviera de paño /para reparo del baño / de la sangre que
sudaste! / Pido Te por quien quedaste / Tan aflicto y fatigado/ Ser de Ti yo
perdonado".
José María Carrera
Fuente: ReL