El Santo Padre intervino en la mesa redonda "Niños, generación del futuro" en el Aula Nueva del Sínodo de la Ciudad del Vaticano, en el marco del II Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, titulado #BeHuman
Vatican News |
Francisco encabezó un tierno intercambio de
preguntas y respuestas, en el que una vez resaltó la importancia de la alianza
entre generaciones.
"¿Qué es
la felicidad?", fue la pregunta disparadora del diálogo entre el Santo
Padre y los niños que participaron, este sábado 11 de mayo, en la mesa redonda
"Niños, generación del futuro" durante el II
Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana #BeHuman, promovido por la
Fundación Fratelli tutti.
Francisco
llegó antes de lo previsto al Aula Nueva del Sínodo, donde se encontraba un
variado público de ponentes, científicos, y expertos de distintos ámbitos de la
sociedad, y abrió una tierna conversación con los más pequeños, invitándolos a
reflexionar sobre diversos temas importantes, en los que demostraron su
espontaneidad. Este evento marca el camino de preparación hacia la I Jornada
Mundial de los Niños, programada del 25 al 26 de mayo en Roma y en el Vaticano,
en el que se espera que 72.000 niños y acompañantes acudan al Estadio Olímpico,
como anunció el padre Enzo Fortunato, organizador de este acontecimiento.
"Para mí,
la felicidad en el mundo es estar todos unidos, ser una sola familia, la
familia de Dios", contestó una niña. El Sucesor de Pedro también quiso
saber "dónde se compra la felicidad", "cómo se hace", y
continuó el intercambio.
En la
conversación, el Pontífice resaltó que "cuando hacemos la paz, somos
felices" y recalcó la necesidad de "Estar juntos: esto es
cierto, porque ser amigos, jugar juntos, estudiar juntos nos da la felicidad de
la comunidad".
"¿Han
oído hoy que hay tanta guerra en el mundo?", les comentó el Papa, quien
los hizo pensar:
"Esos
niños a veces no tienen comida, tienen miedo de las bombas, de las cosas
malas... Pero si un niño está en este lado de la guerra, y otro en este lado de
la guerra -escuchen la pregunta- ¿son enemigos?", afirmó. Sus jóvenes
interlocutores respondieron a coro: "¡No!". Y retomando una de las
respuestas que recibió, acotó: "No es culpa suya que haya guerra".
Luego, uno de
los chicos pidió a Francisco que rezara por su abuela y el Papa acogió esta
petición incentivando a todos a realizar un momento de silencio.
Otro de los
temas que trataron fue la amistad y el modo de tejer relaciones. Al respecto,
Bergoglio aconsejó "pensar bien de los demás".
El Santo Padre
agradeció a los organizadores por la invitación y manifestó su gratitud a los
niños "por lo que hacen". "¡Ánimo y adelante! Todos juntos
decimos: ¡ánimo y adelante!", pidió el Pontífice.
En la parte
final de la charla, el presentador interpeló al Obispo de Roma sobre el motivo
de convocar una Jornada Mundial de los Niños: "Hay tantos temas de
actualidad, ¿por qué insistió tanto en la Jornada Mundial de los Niños? ¿Por
qué? ¿Cómo se le ocurrió?", planteó.
Francisco
aseguró que "uno piensa que el futuro de la humanidad está en los adultos
que pueden hacer esto, aquello, lo otro... Pero no es así. El futuro de la
humanidad está en las dos puntas: está en los niños y en los ancianos".
"Cuando
se encuentran niños con abuelos. Y esto es algo hermoso, y tenemos que cuidar
de los ancianos, de los abuelos y de los niños", aseveró. "Y ese será
el futuro, agregó, porque los abuelos nos dan sabiduría, y los niños aprenden
la sabiduría de los abuelos. Los abuelos tienen un pasado que nos da mucho, los
niños tienen un futuro que recibe del pasado. Y por eso creo que es muy
importante ayudar a los niños a crecer, a desarrollarse".
"Pero hay otra cosa",
añadió el Papa, quien contó:
"Una vez
leía a un escritor espiritual que decía que quería estar en los brazos de Dios
como un niño en los brazos de su madre. Estoy mirando a este niño: este niño no
se defiende, este niño duerme, este niño está seguro porque está en los brazos
de su madre. Nosotros, con Dios, debemos ser así: seguros en los brazos de Dios
como un niño en los brazos de su madre".
"Declaración
de la Fraternidad de los Niños"
Un momento
significativo fue la lectura y firma de la "Declaración de la Fraternidad
de los Niños" por parte del Santo Padre y los niños de todo el mundo.
¿Qué significa
realmente vivir como hermanos? En primer lugar, darnos cuenta de que somos como
las raíces de un árbol milenario: nos abrazamos bajo tierra, sin darnos cuenta,
en una alianza silenciosa de vida, sosteniéndonos mutuamente contra las tormentas
del tiempo.
¿Y qué sería
de un árbol sin sus raíces? Las raíces de nuestra humanidad se hunden en la
tierra fértil de la solidaridad, crecen en el jardín del encuentro, florecen en
la paz de la creación y requieren un cuidado constante, una atención constante
y un trabajo incesante en el que todos debemos ser jardineros atentos.
Nuestras
raíces nos recuerdan que, a pesar de la diversidad de las ramas, compartimos
una misma vida, un mismo sueño, el de un mundo donde el amor sea el único fruto
que pueda hacernos verdaderamente felices porque, como escribió el poeta
argentino Bernardéz, "lo que el árbol tiene de florido vive de lo que
tiene sepultado".
Por eso,
invitamos a cada adulto y a cada niño a plantar semillas de esperanza, a hacer
brotar acciones de ternura; sincronicemos nuestros corazones al ritmo del
mundo, pues somos caminantes de un mismo sendero, buscadores de una misma
verdad, somos una sola familia humana y juntos podemos construir un planeta
donde el amor rompa todas las barreras y donde la fraternidad sea la lengua
materna de todos.
Creemos de
veras en los sueños: de niños soñamos con un mundo en el que todos, pero de
verdad todos, podamos tener un lugar en el que sentirnos como en casa. Un lugar
donde podamos ser nosotros mismos, ser vistos, queridos, acogidos y apoyados.
Soñamos con un
mundo en el que todos los niños, en todas partes, puedan vivir donde reine la
paz, donde sea posible crecer, estudiar, jugar, ser libres y felices.
Un mundo en el
que las diferencias no sean motivo de enfrentamiento o guerra, sino que se
acepten porque todos somos diferentes y eso hace que el mundo sea más bello. Un
mundo donde se apoye a los débiles, sin juzgarlos; donde se espere y acompañe a
los que más les cuesta seguir el ritmo y los que van por delante estén
dispuestos a esperar y ayudar; donde los que tienen más posibilidades ayuden a
los que tienen dificultades.
Pero no
podemos hacerlo solos.
También
depende de ustedes: queremos ver adultos con relaciones positivas y serenas,
cimentadas en la acogida, la inclusión, el diálogo, el respeto, el perdón y la
solidaridad.
Queremos ver
que son capaces de la amistad gratuita, la que ayuda a escalar las montañas del
miedo, la tristeza, las dificultades y la soledad.
Muéstrennos
que la amistad sincera supera el agobio, el aislamiento, el miedo a sentirse
inadaptados.
Muéstrennos
que son verdaderamente "hermanos de todos", sin distinción por su
nacimiento, su situación económica, sus creencias religiosas, su educación o su
etnia. Estamos dispuestos a ser amigos de todos, de todos, como nos enseñó
Jesús, que es el Amigo más especial.
Ayúdennos a
cumplir estos sueños nuestros en un mundo mejor, donde tengamos la posibilidad
de un futuro, sin que el futuro destruya poco a poco todos nuestros sueños.
Déjennos
caminar junto a ustedes, adultos, que nos acompañan, por este camino de paz y
comprensión, de fraternidad y crecimiento, de acogida y esperanza.
Sólo así, cuando juntos tengamos las manos sucias de tierra y el corazón
lleno de cielo, nos descubriremos felices, nos descubriremos verdaderamente
humanos, hermanos de todos y guardianes de la casa común.
Sebastián Sansón Ferrari
Vatican News