La santa Misa derrama gracias abundantes en quienes participan de ella, así es que podrías considerar la posibilidad de acudir todos los días por la mañana
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Sabemos que la Misa es la actualización del
sacrificio de Jesús en la cruz, que murió de manera cruenta hace más de dos mil
años, y que vuelve a morir por nosotros, pero de forma incruenta – sin
derramamiento de su sangre – todos los días en la santa Eucaristía (CIC 1367).
Y, por supuesto, está muy bien que acudamos
cada domingo a participar de la Misa porque es el precepto más importante que
debemos cumplir: adorar a Dios durante la santa Eucaristía.
Sin embargo, fuera de cumplir con una
obligación – que no debe serlo, pues ir a ver al Amado ni es ninguna molestia-
es una oportunidad de que no debemos dejar pasar, por estos motivos:
No hay mejor manera de comenzar el día, pues
entregamos todas nuestras actividades y trabajos como una ofrenda agradable al
Padre, porque nuestras oraciones se unen a las peticiones de Jesús.
Todos los días se leen distintos pasajes de la
Sagrada Escritura, tanto de Antiguo como del Nuevo Testamento, especialmente
cuando se proclama el Evangelio, que cambia de acuerdo con el calendario
litúrgico y que nos permite leer toda la Biblia a lo largo de tres ciclos
litúrgicos.
El Señor
Jesús está presente en la Eucaristía, y más en el momento de la
consagración, cuando el pan y el vino se convierten “en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo
y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su
cuerpo, sangre, alma y divinidad (cf Concilio de Trento: DS 1640; 1651)”
( CIC 1413).
Al inicio hacemos un acto de contrición con el
que se borran nuestros pecados veniales, además, quien comulga mantiene alejado
el pecado mortal de su vida.
Cada Misa aumenta la gracia santificante y nos
ayuda a crecer en santidad, por eso todos los santos han tenido gran aprecio y
enorme devoción por ella. Además, podemos ayudar a las almas del purgatorio
porque nos unimos con toda la Iglesia en oración de adoración al Padre.
Por supuesto que hay infinidad de bendiciones
detrás de cada santa Misa, por eso, si te es posible, acude a diario y comienza
tu jornada de la mejor manera: de la mano de Jesús Eucaristía.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia