"El perdón sólo es auténtico si viene 'de fuera', del Otro"
Confesionario (Lorenzo Ranghiasci) |
El Cardenal Penitenciario Mayor abrió ayer lunes por la tarde en
Roma el 34º Curso sobre el Foro Interno con una reflexión sobre el sacramento
de la reconciliación, "auténtica razón del Jubileo": como un
escultor, Dios "libera al penitente de todo desperdicio inútil".
Se necesita "una Iglesia más divina, que sea capaz, a través
de sus miembros, siempre renovados por la gracia, de hacer brillar la luz de
Dios en lo humano de cada día", para ello es necesario "recomenzar
desde la confesión, desde la misericordia, para ser peregrinos de
esperanza". Con una lectio magistralis, el cardenal Mauro Piacenza,
Penitenciario Mayor, abrió esta tarde el 34º Curso sobre el Foro Interno,
desarrollando su reflexión con una mirada al Jubileo 2025, que, como cada Año
Santo, "tendrá en el centro la doble dimensión de la peregrinación ad
Petri Sedem y del sacramento de la Reconciliación". Con los sacerdotes y
candidatos a las órdenes sagradas -reunidos hasta el 8 de marzo en Roma, en el
Palacio de la Cancillería-, el cardenal destacó cuán central y determinada es,
como "auténtica razón del Jubileo", la reconciliación sacramental con
Dios y con la Iglesia, que es también "la condición previa para cualquier otra
reconciliación posible: con uno mismo, con los hermanos, con la sociedad y con
la historia".
Renovación personal generada por la Gracia
Somos peregrinos porque "caminamos hacia un destino
preciso", que "se ha revelado, de manera única y personal",
Jesucristo, Luz del mundo, explicó el cardenal Piacenza. Pero "para que
esta Luz brille en las tinieblas del mundo y se convierta en portadora de
esperanza", primero debe brillar en cada uno de nosotros. "Una
renovación de la Iglesia y del mundo" requiere, de hecho, en primer lugar,
una "renovación personal, generada por la Gracia, que hace de cada uno un
portador, un peregrino de esperanza", señaló el Penitenciario Mayor, pero
como el hombre por sí solo no es "capaz de 'resolverse a sí mismo'",
"de conocerse profundamente", para poder "emprender una
peregrinación de verdadera comunión consigo mismo, de verdadera renovación y
realización humana", es necesario "que alguien, fuera de él, le
ofrezca misericordia y perdón". Por tanto, "el perdón sólo es
auténtico si viene 'de fuera', del Otro".
El valor eclesial de la confesión
La confesión es también "una verdadera y propia 'nueva
creación'", dijo entonces el cardenal, porque Dios -como un escultor que
quita de la materia lo que cubre la imagen, según el pensamiento de Miguel
Ángel- "libera al penitente de toda la 'escoria inútil', que se ha
depositado en él a causa del pecado, haciendo surgir una y otra vez al hombre
nuevo, hecho a su imagen y semejanza". Además, "nos hace peregrinos
de la esperanza, porque nos da la certeza de ser continuamente renovados por la
Gracia" y "de ser todavía siempre 'esculpidos', liberados por
Dios". Es una dinámica que "tiene también un profundo valor
eclesial" porque, para una "verdadera reforma" en la Iglesia,
debemos dejarnos "barrer, siempre de nuevo, nuestras construcciones e
incrustaciones humanas por la misericordia que viene de lo alto".
Los santos, la mayoría que guía a la Iglesia
En su informe, el cardenal Piacenza subrayó también que la Iglesia
está formada por los laicos, las jerarquías, "todos los testigos de la
esperanza en el Mesías del Antiguo Testamento, hasta la Santísima Virgen María
y los Apóstoles", los santos y "todos los hombres y mujeres
desconocidos, cuya fe sólo Dios podía ver, y que ahora lo ven cara a cara"
y que "los santos son la mayoría verdadera, decisiva, según la cual se
orienta la Iglesia", aquellos que "misteriosamente traen algo de lo
'divino' a lo humano", "nuestros maestros de humanidad, que no nos
abandonan ni siquiera en el dolor y la soledad". Por eso, señala el
Penitenciario Mayor, "la santidad bautismal, que nos inserta en la
comunión de la Iglesia, y el sacramento de la Confesión, que recrea en nosotros
la imagen desfigurada por el pecado, son la verdadera fuente de nuestro ser
'peregrinos de la esperanza', de nuestro caminar hacia la esperanza
escatológica", que "nos permite no confiar en construcciones
meramente humanas, en sistemas sociales o políticos" y "menos aún en
una supuesta 'Iglesia nueva' hecha sólo por manos humanas".
El sentido de la penitencia
Por último, hay que tener en cuenta que la "esperanza que da
la Confesión" no está exenta de fatiga, la reconciliación abre, de hecho,
"a la penitencia, que no es otra cosa que la realización del perdón en
mí", concluye el cardenal Piacenza, de la renovación de cada persona, que
se debe ver dentro de la Iglesia, porque, "con la Confesión, el hombre es
arrancado de su pecado y del consiguiente triste aislamiento y es acogido
libremente, insertado" directamente en la Iglesia", "comunidad
que une y sostiene en la vida y en la muerte".
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