La película La Sociedad de la Nieve, que relata la tragedia aérea ocurrida en 1972 en la cordillera de los Andes a un equipo de rugby de Uruguay, ha tenido un gran éxito, ubicándola entre las nominadas al premio Oscar en la categoría “Mejor película extranjera”
Imagen de la película "La Sociedad de la Nieve", nominada al Oscar Crédito: Tráiler oficial/Netflix Latinoamérica. Dominio público |
Los
protagonistas de la historia eran jóvenes alumnos de un colegio católico de
Uruguay, en su mayoría miembros del equipo de rugby Old Christians, quienes
acompañados de algunos amigos y familiares partieron hacia Santiago de Chile
para disputar un torneo amistoso, pero el avión de la Fuerza Aérea en el que se
trasladaban nunca llegó a destino.
Luego de
estrellarse en el cordón montañoso más grande de América, los sobrevivientes
permanecieron 72 días expuestos a temperaturas extremas y a la falta de
alimentos, por lo que tuvieron que recurrir a la antropofagia (ingerir los
cuerpos de sus compañeros fallecidos) para seguir con vida.
Sólo
16 de los 45 ocupantes del avión sobrevivieron. El más joven de ellos, Carlos
Páez Rodríguez, era quien diariamente dirigía la oración. En diálogo con “Mediodía
COPE”, recordó que el Rosario que llevaba consigo y que se
volvió fundamental en su estadía en la montaña, lo había puesto su madre en el
bolsillo de su abrigo al despedirlo en el aeropuerto.
“Fue
fundamental el Rosario porque era un momento de unidad, de cercanía con Dios,
de no pensar en otra cosa. De hecho, mi madre escribió un libro llamado El
Rosario de los Andes, porque era un momento de unidad de todos”.
“Yo, un mes
antes había escuchado el sermón de un cura que decía que, donde había dos o más
personas reunidas en su nombre, Él iba a conceder lo que quisieran. Yo me
agarré de ese sermón, y un poco conduje el (rezo del ) Rosario a lo largo de
los 70 días”.
En cuanto a la
fe, consideró que “fue una pieza fundamental”, y afirmó: “Lo que es verdad es
que cuando uno no tiene nada, te tenés que agarrar de algo, y nosotros nos
agarramos de Dios. Y yo sobre todo de la Virgen, yo soy muy mariano, sobre todo
de la Virgen de Fátima. Creo que Dios nos dio una mano pero nosotros pusimos el
resto”.
Además, señaló
que sin dudas “Dios era algo tangible en la cordillera”.
Fernando
Parrado, quien junto a Roberto Canessa atravesó la cordillera de los Andes
durante 10 días en busca de ayuda, lo que favoreció el rescate, contó su
testimonio de fe en el documental Medjugorje: La Película, de 2021.
“Mi
devoción por la Virgen creo que empezó en la cordillera de los Andes. Yo
sentía, cada vez que quería comenzar a rezar, que rezaba Avemarías y no Padrenuestros,
entonces me sentía mucho más unido a la Virgen, hablaba con ella, rezaba con
ella, y le pedía cosas a ella”.
“Siempre
he tenido alguna relación con la Virgen, siempre algo me lleva hacia la
Virgen”, afirmó.
“Cuando
empezamos esa expedición final, que no tenía vuelta atrás, con Roberto Canessa
buscando la salvación, la única posibilidad que teníamos de sobrevivir era
tirarnos a llegar hacia algún lado. Cuando me preguntan cuántos rosarios he
rezado con Roberto a lo largo de esa caminata, bueno, los rezaba creo que yo
solo y no sé si eran rosarios sino que eran Avemarías rezando a la Virgen, una
oración unida detrás de la otra, así que yo calculo que debo haber rezado miles
y miles de Avemarías a lo largo de esos 10 días”, recordó.
Otro
de los testimonios que recorren el mundo en charlas, conferencias y
entrevistas, es el de Gustavo Zerbino, que al momento del accidente tenía 19
años y había cursado un cuatrimestre de la carrera de Medicina.
Zerbino viajaba
en la fila 13, la última que subsistió al accidente, cuando el avión se partió.
Al momento del choque contra la cordillera, Zerbino recuerda que sus palabras
fueron: “Jesucito, Jesucito, no quiero morir”.
En diálogo
con MDZ, reconoció que rezaba, aunque aclaró que “hay que
hacerlo fe, no sirve rezar cuando tenemos miedo y nada más, eso no es tener
fe”.
“Yo siempre fui
un hombre de fe, en la vida primero hay que querer algo con el corazón, con
pasión, después hay que creer que vas a poder lograrlo, después habrá que hacer
lo necesario, lo que haga falta, sin excusas”.
“Dios estaba
ahí, todos lo sentimos”
En la última
edición del Gran Rosario de Bendiciones para las Familias, que se celebra cada
año en Montevideo, Gustavo Zerbino fue uno de los invitados a contar su
historia frente a miles de católicos.
“Para que vean
ustedes lo que era la presencia de Dios en la montaña, porque uruguayos de 19
años vencieron todos los límites, porque sabían que solos no podían y les
pedían fuerzas a la Virgen”, destacó.
“Durante las 73
noches, todas las noches, dirigidos por Carlitos Páez, rezábamos el Rosario por
tres motivos: el primero para agradecerle o pedirle fuerzas a la Virgen para
afrontar un día como el de hoy, y ese día de repente se habían muerto 8
personas; el segundo motivo era para que, en la oscuridad de la noche, ningún
pensamiento negativo nos colonizara la mente y nos llevara a deprimirnos,
sufrir, caer en un abismo del que fuera imposible salir; y el tercer motivo,
como éramos 16, cada cinco minutos te llegaba de vuelta, lo tenías que rezar
vos… Si te dormías un poquito, te pegaban un codazo para que reces vos el
Avemaría, porque si te dormías te podías morir congelado”, relató.
“La Virgen nos
cubrió con su manto, y aprendimos que es a Dios rogando y con el mazo dando,
nosotros a la Virgen le pedimos que les dé fuerzas a Nando y a Roberto para
caminar durante 10 días, casi 80 kilómetros”.
Luego
retomó las palabras de Alfredo “Pancho” Delgado, otro de los sobrevivientes:
“Cuando uno se despierta por la mañana, y ve a su alrededor los picos cubiertos
de nieve, algo majestuoso, sensacional, que asusta… uno se siente solo, solo y
solo en el mundo, excepto por la presencia de Dios. Porque les puedo asegurar
que Dios estaba ahí, todos lo sentimos”.
Por Julieta
Villar
Fuente: ACI