A sus 31 años, Olivia Maurel se ha comprometido a combatir los vientres de alquiler y la gestación subrogada tras sufrir sus consecuencias.
![]() |
Olivia Maurel. Dominio público |
Su
condición de hija por vientres de alquiler determinó buena parte de su vida y motivó varias afecciones y perjuicios que
la acompañarán para siempre.
En
el mismo mensaje de X -antes Twitter- comenzaba presentándose como testigo de
lo mucho que esto afectó su vida. También se muestra al mundo como opositora y luchadora frente a la
gestación subrogada, así como activista por la Declaración de Casablanca, firmada por 100
expertos de 75 nacionalidades en la ciudad marroquí en marzo de 2023 "para
la abolición mundial" de esta práctica.
Expertos
como Jennifer Lahl,
enfermera pediátrica y presidenta de la asociación internacional Stop Surrogacy Now,
contempla la ruptura del vínculo maternofilial como uno de los principales
daños para los hijos nacidos por vientres de alquiler.
Del
mismo modo opina la psicoterapeuta belga Anne Schaub, que ha investigado como la base de la identidad
del niño "se arraiga" en el apego que desarrolla el niño durante el
embarazo. "Ningún niño
permanece indiferente ante la ruptura definitiva con la madre biológica.
La angustia o la búsqueda de identidad son consecuencias muy frecuentes",
menciona Schaub.
Entre
otros muchos aspectos, Lahl también observa que la primera foto de los niños "es
de cuando su madre de alquiler la entrega a los padres en la oficina de un
abogado donde se finaliza el contrato y se le entregan 10.000
dólares". Al ver la foto, esta persona se considera un producto por encargo. Además,
agrega Lahl, el niño al crecer se preguntará: `¿Quién fue la mujer que me
entregó? ¿Cuántos niños más como yo gestó? ¿Quizá murió en un encargo
posterior? ¿Quizá es muy pobre en un país muy duro?´".
Sin fotos de su madre embarazada, ni de
ella recién nacida
Y
ese es exactamente el caso de Maurel. Como declaró recientemente ante el parlamento de República Checa, siempre
supo que algo no había sido normal en su nacimiento, especialmente por las
reservas que mostraba siempre la mujer que la crió, y que creía su madre.
"No había fotos de mi madre
embarazada. En las primeras fotos mías tengo 5 días", explica.
Maurel,
nacida en Kentucky y criada como hija única en una familia acomodada, asegura
que tuvo una vida cómoda,
una buena educación y la "mejor ropa".
Pero
esa suficiencia material contrastaba enormemente con el vacío interior que siempre
la persiguió.
"Fue difícil para mí crecer
en una familia en la que se hablaba poco de emociones y sentimientos",
relata.
Un
aspecto que tiene incluso derivadas a día de hoy.
"Mi
marido me dice a veces que casi nunca le abrazo. A mí nadie me enseñó nunca a abrazar", comenta.
Un mar de preguntas sin respuesta
Maurel
se acostumbró a convivir con ese "pequeño y desagradable sentimiento"
en su interior "que no sabes dónde buscar, pero sabes que está".
Comenzó
buscando el documento de identidad de su madre, que "siempre había sido reservada sobre su edad". Al conocer
este dato, supo que no podía ser su madre biológica.
"Tenía
cincuenta años y me di
cuenta de que no podría haberme tenido a esa edad, hace ya treinta años.
Aparte de eso, también había diferencias físicas. Soy alta y rubia, y mi madre
es baja y morena", comenta Maurel.
Desde
entonces su vida fue un
mar de preguntas. ¿Quién era su madre biológica? ¿Por qué aceptó entregar a
su propia hija? ¿Por dinero? ¿Qué aspectos del carácter, del físico o la
personalidad heredó de ella?
Temor al rechazo, dificultad para
socializar, dudas genéticas...
Las
preguntas no fueron lo único que la persiguió de por vida. También padece
problemas psicológicos, un temor desmedido
al rechazo o dificultades
para socializar con mujeres mayores, además de un trastorno bipolar
que le produce episodios de depresión.
Y
aunque matiza que esto último no puede achacarse en sí mismo a la gestación
subrogada, si lo considera un daño colateral.
"Lo
heredé de mi madre biológica, que no es mentalmente estable. La agencia de
gestación subrogada debería
haberla rechazado por eso, pero no lo hicieron", comenta.
También
se refiere a los efectos nocivos para la tercera generación, es decir, sus
propios hijos, hoy de dos y cinco años, pues durante los embarazos estuvo atemorizada
ante un 25% de genes que
tendrían y cuyo origen desconocía por completo, así como los problemas
médicos que podría transferirles.
"La subrogación puede ser mala y es
mala"
Quizá
menos trascendentales pero con carga existencial resultaron otras preguntas que
se hacía Olivia, como el desarrollo de su nacimiento, los motivos que la
llevaron a tomar esa decisión o incluso "cosas sencillas pero
importantes", como su pasión
por el color morado, lo que solo pudo saber tras ponerse en contacto con su
madre biológica.
"Nunca
supe por qué amaba tanto ese color. Y ahora lo sé porque también es el color favorito de mi
madre biológica", comenta.
Hoy,
Maurel admite que no tiene por qué ir mal en todos los casos, pero cuestiona
que solo se difundan los "aspectos positivos", por lo que ha
tomado la resolución de "educar a la gente sobre cómo la subrogación puede ser mala y es
mala, tanto para la mujer como para el niño". Los primeros que lo
saben son sus hijos, a quienes les cuenta todo "porque se lo merecen"
y porque "también es su historia".
Olivia
Maurel es una de las miles de niñas que han sufrido los efectos nocivos de los
vientres de alquiler.
Adjuntamos cinco que destacan los expertos Ibone Olza y Jennifer Lahl.
1º Lo que vivimos en el útero de nuestra
madre afecta profundamente a nuestra salud física y psíquica
Si la madre no desarrolla un vínculo con el
bebé desde
la gestación, se cuidará peor, y el bebé padecerá las consecuencias de esa
falta de vínculo y amor. Los que defienden la gestación subrogada dicen que las
gestantes no se vinculan con los bebés durante el embarazo, lo afirman como si
fuera algo bueno, cuando en realidad eso es un drama para el bebé en el útero. Si la madre no se
vincula, el bebé lo percibirá y se sentirá poco o nada querido durante el
embarazo: esto afectará a
su desarrollo y puede marcar el desarrollo de su personalidad.
La psicología
prenatal lleva más de cien años investigando la huella
que deja la vida uterina en todo ser humano.
Hay
muchos testimonios e investigaciones al respecto: los bebés que no se sintieron queridos durante el embarazo a
menudo han arrastrado las consecuencias de esa falta hasta la edad adulta. Otto
Rank, Nandor Fodor, Francis Mott, Donald Winnicott, Stanislav Groff, Lloyd de
Mause, Alesandra Piontelli, David Chamberlain y muchos más lo han investigado a
fondo. El psiquiatra Thomas Verny afirma que el período prenatal es el más importante de toda nuestra vida.
2º Para todos los recién nacidos es
altamente estresante ser separados de su madre nada más nacer
Ese
estrés de la separación es mayor cuanto más se prolongue la separación y además
es neurotóxico, es decir, cuando al bebé le separan de su madre sufre, llora, y
libera altas dosis de cortisol que pueden a su vez dañar su sistema nervioso.
3º Hay riesgos extra en la salud, como
en una donación de órganos
Un cuerpo femenino no
está diseñado para llevar un embrión que no sea engendrado por la mujer misma. Trata al embrión
implantado artificialmente (el que quieren los compradores, supuestamente
rubio, alto, listo, etc...) como un cuerpo extraño, el sistema inmunológico
intenta rechazarlo. Hay que dar dosis de hormonas y medicamentos muy fuertes.
Hay más riesgo de
preeclampsia, hipertensión, diabetes... También los niños tienen más riesgos a
largo plazo.
4º Daña a madre e hijo rompiendo el
vínculo materno-infantil
"Fui
enfermera pediatra casi 20 años, hay algo llamado el vínculo materno-infantil, que es algo bueno. Pero en
la subrogación dicen que no importa. Al nacer el bebé, lo separan de la única
persona que ha conocido. Un
bebé solo sabe una cosa al nacer, nadie se lo ha enseñado: sabe quién es su
madre. Ha estado en su vientre 9 meses. No podemos decir que ese
vínculo no importa.
5º El niño, al crecer, sabrá que fue comprado,
un producto comercial
Los
bebés comprados en vientre de alquiler crecen, y aprenden que fueron encargados
como parte de un contrato, entregados y vendidos, adquiridos en un intercambio
económico.
"Su primera foto
es de cuando su madre de alquiler la entrega a los padres en la oficina de un
abogado donde
se finaliza el contrato y se le entregan 10.000 dólares". Esta persona ve la foto y se considera un
producto por encargo.
Además,
el niño al crecer se preguntará: ¿quién fue la mujer que me entregó? ¿Cuántos niños más como yo
gestó? ¿Quizá murió en un encargo posterior? ¿Quizá es muy pobre en un
país muy duro?
José María Carrera
Fuente: ReL