LOS NIÑOS ESPAÑOLES CONSTRUYEN UNA GUARDERÍA EN PAPÚA

Con 2,3 millones de euros, nuestro país fue el que más contribuyó en 2023 a los proyectos de evangelización financiados por la Infancia Misionera. La educación es una prioridad

Foto: Diócesis de Kundiawa. Dominio público
Paul Sundu, obispo de Kundiawa (Papúa Nueva Guinea), está ultimando los preparativos para que en febrero, con el comienzo de curso en el país, abran las dos aulas de educación infantil que la diócesis construyó en verano en la parroquia de Hobe / Karimui con fondos enviados por Obras Misionales Pontificias en España por encargo de Roma. 

En esta remota zona montañosa a la que solo se puede llegar en aeroplano, hasta que se construyó la escuela primaria parroquial hace más de 20 años no había centro educativo. «El Gobierno no les prestaba atención», explica Sundu. Ahora paga los salarios de los docentes, pero sin la implicación de la diócesis no tendrían forma de llegar hasta allí, pues es esta la que los lleva allí a comienzo de curso y los recoge al terminar las clases. 

En esta escuela ya estudian más de 300 niños, de 1º a 8º curso. A los 14 años, todavía tienen que hacer unos años obligatorios de secundaria. Antes, «los traíamos a la capital y los inscribíamos en nuestros institutos», explica Sundu. Pero hace poco se construyó cerca —«a dos días a pie»— un instituto público con internado y en general los adolescentes prefieren estudiar allí para no alejarse tanto de casa. Lo que les faltaba, en un lugar tan remoto, era la formación preescolar. Esto «dificultaba el proceso educativo». 

Por eso se decidió construir dos aulas de desarrollo infantil temprano para que «los niños tengan un comienzo en la vida similar al de los pequeños de zonas más desarrolladas». Aunque el dinero para los materiales y los albañiles se transfirió desde Madrid, todos los vecinos contribuyeron: «Los jóvenes desplazaban los barriles de combustible, las mujeres y los niños recogían arena para el cemento y los hombres ayudaban a los obreros a cortar árboles».

Este proyecto, y otros 430 solo el año pasado, fueron posibles gracias a la cooperación de los españoles con la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra este domingo con el lema Comparto lo que soy. En 2023, nuestro país fue el que más fondos aportó —recogidos en 2022—: 2,33 millones de euros, que beneficiaron a 387.300 niños en 44 países. La educación, con un 22,3 % de los fondos, es una de las apuestas; sobre todo si se tiene en cuenta que esta partida recoge solo el apoyo para el funcionamiento ordinario de los centros pero la edificación de escuelas como la de Kundiawa se incluye, por separado, en la partida de construcción.

Roberta Tremarelli, responsable mundial de Infancia Misionera, subraya a Alfa y Omega lo «mucho que el Dicasterio para la Evangelización y OMP agradecen la aportación de España a la labor misionera de la Iglesia y al fondo de solidaridad de Infancia Misionera. Indica que los fieles han comprendido bien el significado de la cooperación para evangelizar». Explica que el número de solicitudes para proyectos educativos a las que responden desde Roma crece cada año: en 2023 pasaron de 116 a 120 de educación infantil y de unas 1.000 a 1.100 de primaria y secundaria respecto al año anterior. «Esto significa que la urgencia de la educación sigue existiendo». 

Esta apuesta en un marco misionero subraya que esta presencia no busca solo dar una instrucción formal «que contribuya al desarrollo del país», sino también «ofrecer una formación católica». En algunos países, como el Líbano, «donde no hay posibilidad de hacer otros proyectos de animación misionera, todo pasa por la educación escolar». Además, estos proyectos refuerzan la identidad de las comunidades para contrarrestar la atracción que ejercen sobre algunos creyentes otras religiones que «ofrecen escolarización gratuita».

María Martínez López

Fuente: Alfa y Omega