Francisco recibió este lunes en el Aula de las Bendiciones al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, para el tradicional discurso de principio de año.
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| Foto: Vatican Media. Dominio público |
Actualmente 184 estados mantienen
relaciones diplomáticas plenas con el Vaticano, a las que sumar la Unión
Europea y la Soberana Orden de Malta. De todos ellos, 91 mantienen misiones
diplomáticas permanentes. A lo largo de 2023 se sumó a esta lista el Sultanato de Omán y
se suscribieron acuerdos de representación con Kazajistán y Vietnam.
Tras
las palabras del embajador chipriota y decano del cuerpo diplomático, Georges Poulides, con las que
comenzó el acto, Francisco inició su discurso lamentando que el año 2024 nace
"bajo el signo de conflictos
y divisiones".
La paz de Cristo
Frente
a esta realidad, "hay una palabra que resuena en modo particular en las dos principales fiestas cristianas",
dijo el Papa: "La oímos en el canto de los ángeles que anunciaban en la
noche el nacimiento del Salvador y la escuchamos en la voz de Jesús resucitado. Es la
palabra paz. La paz es
en primer lugar un don de
Dios: es Él quien nos deja su paz, pero al mismo tiempo es nuestra responsabilidad".
El
pontífice quiso reflexionar sobre esa paz "en un momento histórico en el
cual está cada vez más amenazada, debilitada y en parte perdida",
entendiendo que es tarea de la Santa Sede en el seno de la comunidad
internacional "ser una voz
profética y una llamada
a la conciencia".
A
continuación fue haciendo un repaso de las situaciones bélicas en el mundo, al
mismo tiempo que recordaba los países donde ha viajado a lo largo del año: Mongolia,
Hungría, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Dubai, Francia y
Portugal.
Francisco
reiteró su idea, expresada en otras ocasiones, de que el "creciente número
de conflictos" que sacuden al mundo están transformando lo que él denomina
“Tercera Guerra Mundial a pedazos”
en "un verdadero y propio conflicto global".
Gaza
Citando
el ataque terrorista contra Israel del 7 de octubre, el Papa reiteró su "condena por esa acción y
por cualquier forma de
terrorismo y extremismo" y lamentó que la "fuerte respuesta
militar israelí en Gaza" haya supuesto "la muerte de decenas de miles
de palestinos" y "una situación humanitaria gravísima con
sufrimientos inimaginables".
Por
eso pidió a las partes un alto
el fuego en todos los frentes, "incluso en el Líbano",
"la inmediata liberación de todos los rehenes en Gaza" y que lleguen
a la población palestina las ayudas humanitarias.
El
Papa volvió a apostar por la solución de los "dos Estados, uno israelí y uno palestino", y por
"un estatuto especial internacionalmente garantizado para la ciudad de Jerusalén".
Seguidamente,
Francisco hizo un repaso por los diferentes escenarios de conflicto en el
mundo, como el de Ucrania ("que
se va gangrenando") o el de Armenia
y Azerbayán, respecto al cual pidió "el regreso de los desplazados a
sus hogares de forma legal y segura": recordemos que los cristianos
armenios han sido expulsados por los azeríes musulmanes de su patria milenaria
en Nagorno-Karabaj.
En
medio de ese prolijo recuento, se detuvo particularmente sobre la
"preocupante" Nicaragua,
"una crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias
para toda la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia
católica".
Las causas de la guerra
Francisco
recordó luego la deshumanización de la guerra contemporánea: "Puede que no
caigamos en la cuenta de que las
víctimas civiles no son 'daños colaterales'; son hombres y mujeres con nombres
y apellidos que pierden la vida... Si fuésemos capaces de mirar a cada
uno de ellos a los ojos, de llamarlos por su nombre y de evocar su historia
personal, miraríamos la guerra por lo que es".
El
Papa criticó la "enorme disponibilidad de armas", porque "incentiva su uso e incrementa su
producción". "Reitero una vez más la inmoralidad de fabricar y poseer armas nucleares", añadió.
También
afirmó que para conseguir la paz hay que "extirpar de raíz las causas de
las guerras", entre las que citó el hambre, la explotación de los recursos naturales y de las personas
y las catástrofes naturales
y ambientales. Francisco celebró en este sentido la conclusiones de la
XXVIII Conferencia de los Estados Partes en la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (COP28),
celebrada en Dubái, y a la que no pudo asistir por razones de salud.
Respecto
a la presión migratoria en el Mediterráneo, dijo que "acabamos cerrando
nuestros corazones, atrincherándonos tras el miedo a una 'invasión'", aunque
reconoció que la inmigración debe ser "reglamentada para acoger, promover, acompañar e
integrar a los migrantes, en el respeto a la cultura, la sensibilidad y la
seguridad de las poblaciones que se encargan de la acogida y la
integración".
Colonización ideológica
A
continuación, Francisco dedicó una parte de su intervención a dos importantes
cuestiones provida: "El camino hacia la paz exige el respeto de la vida,
de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser
suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero
deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de
la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad
material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un
contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la comunidad internacional se
comprometa a prohibir
universalmente esta práctica. En cada momento de su existencia, la vida
humana debe ser preservada y tutelada, aunque constato, con pesar,
especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que,
en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos".
Del
mismo modo, hizo una mención a la manipulación de los derechos humanos,
"principios racionalmente evidentes y comúnmente aceptados":
"Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas
décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los
definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas,
entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque
borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos. Tales colonizaciones
ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de
favorecer la construcción de la paz".
Diálogo y libertad religiosa
Francisco
pidió igualmente que se refuercen las estructuras de diálogo internacional, amenazadas por
"polarizaciones ideológicas al ser instrumentalizadas por algunos
Estados", y afirmó que "el camino hacia la paz pasa también por el diálogo interreligioso, que
exige ante todo la protección de la libertad religiosa y el respeto de las
minorías".
Lamentó
"el aumento de actos de antisemitismo que
se han verificado en los últimos meses" y "el aumento de la
persecución y discriminación contra los cristianos, sobre todo en la última
década... En total, más de 360
millones de cristianos en todo el mundo sufren un alto grado de persecución y
discriminación a causa de su fe, y son cada vez más aquellos que se
ven obligados a huir de sus países de origen".
Resaltó
la importancia del "reto
educativo" y del "uso ético de las nuevas tecnologías", en
particular de la inteligencia
artificial: "Es esencial que el desarrollo tecnológico se lleve a cabo
de manera ética y responsable, preservando la centralidad de la persona humana,
cuya contribución no puede ser ni será nunca sustituida por un algoritmo o una
máquina".
Concluyó
este repaso a la actualidad internacional pidiendo la protección del patrimonio genético humano para
que no se realicen "prácticas contrarias a la dignidad humana, como la
patentabilidad de material biológico humano y la clonación de seres
humanos".
Necesidad del Jubileo
"Quizá
hoy más que nunca necesitemos el año jubilar", concluyó Francisco, porque
frente a todos los problemas citados, "el Jubileo es el anuncio de que Dios nunca
abandona a su pueblo y siempre mantiene abiertas las puertas de su
Reino. En la tradición judeocristiana, el Jubileo es un tiempo de gracia en el que se experimenta la
misericordia de Dios y el don de su paz. Es un tiempo de justicia en el que los pecados son
perdonados, la reconciliación supera la injusticia y la tierra reposa".
G. de A.
Fuente: ReL
