
Audiencia del Papa a los Miembros del Instituto Secular Sacerdotes
Misioneros de la Realeza de Cristo (Vatican Media)
En audiencia con el Papa el Instituto Secular
de Sacerdotes Misioneros de la Realeza de Cristo, fundado hace 70 años por el
padre Gemelli. Se donó al Pontífice el plano del centro de formación en
construcción en Burundi: llevará el nombre de monseñor Michael Courtney, nuncio
apostólico que dedicó muchos esfuerzos a la pacificación nacional y murió en un
atentado en 2003
En el marco de las celebraciones
por el 70 aniversario del Instituto Secular de Sacerdotes Misioneros de la
Realeza de Cristo, fundado por el padre Agostino Gemelli, el Papa Francisco
recibió en el Vaticano a una nutrida representación de ellos. No es un
instituto de religiosos, sino de sacerdotes diocesanos que viven en distintos
lugares en obediencia a su obispo, con consagración a través de los votos de
pobreza, obediencia, castidad y apostolado, según el carisma del Instituto.
La
autorreferencialidad y la mundanidad, difusas incluso entre los sacerdotes
En el discurso que les dirigió el
Pontífice, resalta el valor de la secularidad en la vida y en el ministerio de
los presbíteros, precisando que secularidad no es sinónimo de laicismo. El Papa
señaló que en las últimas décadas, estos sacerdotes han experimentado sobre el
terreno, enriquecidos también por la confrontación con las hermanas y hermanos
Misioneros de la Realeza de Cristo, una identidad que hace del servicio a los
demás la expresión de la Realeza de Jesús. Así, les invitó a vivir la fidelidad
a su vocación manteniendo a distancia dos tendencias "muy difundidas hoy,
incluso entre los sacerdotes: la autorreferencialidad y la mundanidad".
Francisco señaló que "ninguno de nosotros es completamente inmune a
ella", sin embargo, subrayó que "debemos reconocerla y reaccionar con
la gracia del Señor". Y añadió:
La secularidad es una dimensión de
la Iglesia, llamada a servir y testimoniar el Reino de Dios en este mundo. Y la
consagración viene a radicalizar esta dimensión, que claramente no es la única,
sino que es complementaria a la escatológica. La Iglesia, todo bautizado, está
en el mundo, es para el mundo, pero no es del mundo.
Servir, en
solidaridad con los pobres y excluidos
El carisma franciscano, encarnado
en el trabajo de los miembros del Instituto, es el de la minoridad: "Así
los forma para el servicio humilde, disponible, fraterno -observó el Papa-, y
lo hace según el modelo de la realeza de Cristo, que consiste en servir, en
donarse generosamente, en pagar en persona, en solidaridad con los pobres y
excluidos".
Realeza y minoridad: en Cristo son
una sola cosa, y San Francisco da testimonio de ello. Me gusta una expresión de
su oración al Sagrado Corazón de Jesús, donde dice: "Haz que Seamos
solidarios y amigos de la gente, apóstoles de simpatía y de verdad, para que el
Evangelio se convierta en el corazón del mundo". "Apóstoles de
simpatía y de verdad". Hermosa expresión, que repiten cada día para
confirmar su voto de apostolado, convencidos de que, unidos a Cristo en el
Espíritu Santo, se es apóstol ante todo con la propia humanidad, con esas
virtudes humanas que describe el Concilio Vaticano II: sinceridad, respeto de
la justicia, fidelidad a la palabra dada, gentileza, discreción, firmeza de
ánimo, ponderación, rectitud (cf. Decr. Optatam totius, 11).
En Burundi, el
Centro de Formación dedicado a Monseñor Courtney
Francisco se alegró también de la
presencia, en la audiencia de hoy, de un cohermano del Instituto procedente de
ese continente, en línea con la tendencia de esta realidad misionera que en los
últimos tiempos está incorporando nuevos miembros, especialmente sacerdotes de
Guinea, Burundi, Ruanda y otros países africanos. También está comprometida en
la creación, en Burundi, de un centro de formación que lleva el nombre de
Monseñor Courtney, el nuncio apostólico que fue asesinado allí mientras
trabajaba intensamente por la pacificación nacional. Murió en un atentado el 28
de diciembre de 2003. El Papa recibió los planos del centro, que se construirá
en Kimina, cerca de Bujumbura, y será un lugar para la formación espiritual y
el diálogo interreligioso.
Han sido
necesarios tres años de trabajo sólo para garantizar el suministro de agua,
canalizando el agua de tres manantiales y cavando un acueducto también en
beneficio de la población local, porque el lugar elegido está en la cima rocosa
de una montaña a 1.000 metros sobre el nivel del mar, con una espléndida vista
del lago Tanganica, pero no tiene manantiales. El centro servirá también de
laboratorio para enseñar a la población rural técnicas de recogida de agua de
lluvia y de filtración de aguas residuales, y funcionará con un sistema
fotovoltaico de nueva generación.
Antonella Palermo - Ciudad del
Vaticano
Vatican News