La primera Navidad de la historia nos muestra el rostro de Dios, que se hace cercano y vulnerable, pobre y pequeño; que se hace niño y se entrega a nosotros
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La Navidad es una de las fiestas más
importantes y universales del cristianismo. Conmemora el nacimiento de Jesús en
Belén hace más de dos mil años, pero ¿cómo fue la primera Navidad de la
historia? ¿Qué sabemos de aquel acontecimiento que cambió el curso de la
humanidad?
La
primera Navidad de la historia tuvo lugar en un contexto histórico marcado por
la dominación romana sobre Palestina, la tierra de los judíos. El emperador
Augusto había ordenado un censo de toda la población, con fines fiscales y
administrativos. Por eso, José y María, que vivían en Nazaret, tuvieron que
viajar a Belén, la ciudad de David, de donde era originaria la familia de José.
El
viaje fue largo y penoso, ya que María estaba
embarazada y a punto de dar a luz. Además, al llegar a Belén, no encontraron
alojamiento en ninguna posada, ya que la ciudad estaba abarrotada de gente que
había acudido al censo. Tuvieron que refugiarse en un establo, donde María dio
a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.
El anuncio a
los pastores y a los magos
La
primera Navidad de la historia no pasó desapercibida para Dios, que quiso
revelar el misterio de la encarnación de su Hijo a algunos testigos
privilegiados. Por un lado, a unos humildes pastores que cuidaban sus
rebaños en los campos cercanos a Belén. Un ángel
les anunció la buena noticia del nacimiento del Salvador, y les indicó la señal
para reconocerlo: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Los
pastores se pusieron en camino y encontraron a María, a José y al niño; les
adoraron y contaron lo que el ángel les había dicho.
Por
otro lado, Dios también revelo esto a unos sabios de Oriente que se dedicaban
al estudio de las estrellas. Ellos vieron una estrella muy brillante que les
indicaba el nacimiento de un rey; siguieron la estrella hasta Jerusalén, donde
preguntaron por el lugar donde había nacido el rey de los judíos. El rey
Herodes, al enterarse, se inquietó y les pidió que le
informaran cuando lo encontraran, con la intención de matarlo. Los magos
continuaron su viaje y llegaron a Belén, donde la estrella se detuvo sobre el
lugar donde estaba el niño. Los magos entraron y vieron al niño con María, su
madre, y le ofrecieron sus regalos: oro, incienso y mirra. Luego, advertidos en
sueños de no volver a Herodes, regresaron por otro camino a su país.
El
significado de la primera Navidad
La primera Navidad de la historia fue el cumplimiento de las
antiguas profecías que anunciaban la venida del Mesías, el ungido de Dios, que
traería la salvación y la paz al mundo. Fue también la manifestación del amor
de Dios, que se hizo hombre y habitó entre nosotros, compartiendo nuestra
condición humana, excepto el pecado. Fue, además, la invitación a la fe y a la
alegría, que se expresó en el canto de los ángeles: «Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».
La primera Navidad de la historia nos muestra el rostro de Dios, que
se hace cercano y vulnerable, pobre y pequeño; que se hace niño y se entrega a
nosotros. Nos muestra, también, el modelo de la Sagrada Familia, que acoge y
cuida al Hijo de Dios con amor y obediencia. Nos muestra, por último, el
ejemplo de los pastores y los magos, que se dejan guiar por la luz de la
revelación y que reconocen y adoran al Salvador.
La primera Navidad de la historia es el origen de la tradición que
seguimos celebrando cada año, recordando el nacimiento de Jesús y renovando
nuestra fe y nuestra esperanza en Él. Es también la ocasión para compartir con
nuestros seres queridos y con los más necesitados el don de la gracia y la
fraternidad. Es, en definitiva, la fiesta que nos hace partícipes del misterio
de la Navidad, que cambia la historia y nuestra vida.
Matilde Latorre
Fuente: Aleteia