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Foto referencial. Crédito: Lennon Caranzo / Unsplash |
El
sacerdote remarca que todo comienza con un gran movimiento que va desde la
“Misa de la Vigilia”, donde se lee la genealogía del Señor, a la “Misa de la
noche” en la que se escucha el anuncio de los pastores, posteriormente la de
“la aurora” en la cual se contemplan los pastores van a ver a la Virgen María y
finalmente en la “Misa del día” se proclama “el inicio del Evangelio de San
Juan”.
“Se
hace un camino de la genealogía al nacimiento de Jesús hasta llegar a lo más
teológico con San Juan Evangelista. Es un movimiento de la noche maravillosa
donde nace nuestro Salvador”.
En
este sentido, el P. Reyes invita a descubrir “las diferentes lecturas de las
cuatro misas, a ver las diferentes oraciones, a través de las cuales se puede
comprender cómo estos cuatro modelos son completamente diferentes y al
mismo tiempo están profundamente unidos. Hay un ciclo en el día de Navidad, una
cosa lindísima, un movimiento de la Navidad”.
¿Por qué el 25 de diciembre?
Según
precisa el sacerdote asentado en Roma, para comprenderlo es importante primero
“entender por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre”.
“Tenemos
que pensar que en los primeros siglos no había una fecha precisa y ésta variaba
dependiendo del lugar. Gracias a un documento romano de la mitad del siglo IV
se puede afirmar que ya en el año 336 en Roma se celebra la Navidad el 25 de
diciembre”.
El
P. Ricardo resalta que esta fecha coincide “justo con la fecha del solsticio de
invierno, por lo que se establece una relación simbólica bíblica entre luz y
tiniebla y así Cristo aparece como aquel que vence sobre la noche del
pecado”.
“Es
Cristo la nueva luz, a partir del 22 de diciembre, los días comienzan a ser más
largos y hay más luz”, remarca.
A
continuación, puntualiza que esta tradición romana comienza en Occidente,
aunque en Oriente y en la península ibérica (España) solía celebrarse el 6 de
enero. El cambio al día 25 fue introduciéndose paulatinamente.
El origen de la Misa de Vigilia de la Navidad
El
P. Ricardo Reyes recuerda que fue “el Papa Sixto III quien en agradecimiento
por lo promulgado en Éfeso en el 431, sobre la maternidad de María Madre de
Dios, construyó la Basílica de Santa María la Mayor en una colina de Roma
llamada el esquilino”.
El Papa
Sixto III ordenó hacer en el interior de esta Basílica una capilla que
representara la “gruta de la Natividad”. La iglesia tomó entonces el nombre de
Santa María adpra sepem, que en latín significa “pesebre”.
Fue
en esta capilla donde el Pontífice “decidió transferir el inicio de las
celebraciones de Navidad”. Cabe destacar que en este importante templo romano
se encuentra a día de hoy la reliquia de la cuna donde nació Jesús.
Destaca
asimismo que en la oración de la colecta de la Misa de Vigilia se pide
“contemplar sin temor la llegada de Dios como juez”.
“La
Navidad ya anuncia no sólo el día siguiente, sino que ya es un anuncio de la
Resurrección. Por eso en muchos lugares en Navidad se dice ‘felices pascuas’,
porque ya se anuncia la Muerte y Resurrección de Cristo”.
El gran anuncio de la salvación
Las
tres Misas que siguen —la de media noche, la de la aurora, y la del día—,
“hacen más hincapié en el misterio de la encarnación de
Jesucristo”.
“Y
este —continúa el P. Ricardo—, es el gran anuncio de la salvación, que Dios ha
amado tanto al hombre que no lo ha dejado solo y ha enviado a su propio
hijo”.
“Él asume nuestra carne y la lleva al cielo, en Navidad
nosotros ya tenemos un anuncio de todo el Misterio de la salvación, que Cristo
ha venido a librarnos de aquella noche, de aquella oscuridad y llevarnos a la
luz verdadera”, concluye.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI