Uno de los sacerdotes apunta que hay unos 10.000 niños en catequesis, 7.000 en inglés y 3.000 en otros idiomas. En Navidad y Pascua no es raro ver a 25.000 fieles en cada misa parroquial.
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Cristianos en Dubái. Dominio público |
Allí Francisco se encontrará con un
emirato que acoge cada vez a más cristianos, en su mayoría inmigrantes
asiáticos que han llegado al país para trabajar como obreros, empleados de
hogar o en el sector servicios. The
Pillar analiza el país que se encontrará.
Un país de contrastes
En Dubái, aunque según la agenda publicada del
Papa no la visitará, se encuentra una de las parroquias más grandes del mundo.
Un auténtico centro de vida para los católicos que llegan a una ciudad
árabe cuya población se ha triplicado en los últimos 20 años. Inmigrantes
con sus hijos constituyen el 85% de la población del emirato.
Fundada en 1967 y atendida por capuchinos de
origen indio, St. Mary's es una de las dos iglesias católicas en el emirato de
Dubai. La parroquia se encarga de al menos 300.000 feligreses, aunque
algunas estimaciones son mucho mayores. Un salvavidas para los inmigrantes
católicos, muchos de los cuales viven allí en situaciones adversas y difíciles.
Dubai, la ciudad más grande de los Emiratos
Árabes Unidos, es un lugar complejo. Hace apenas 60 años la ciudad no existía:
era un puesto costero en la Península Arábiga con una población de
menos de 50.000 habitantes. Pero, el petróleo, descubierto en 1966, lo
cambió todo. Los emiratíes se hicieron ricos y en Dubái podía ganar dinero
cualquiera que supiera equilibrar una contabilidad, colocar una hilera de
ladrillos o limpiar un retrete.
Posteriormente, las monarquías independientes
del Golfo Pérsico formaron los Emiratos Árabes Unidos, una unión
política de conveniencia que permite a siete pequeños estados mantener su
soberanía monárquica, al tiempo que se unen para obtener las comodidades
que facilitan los negocios con el resto de los países.
Dubai es algo así como el salvaje oeste, una
ciudad petrolera en auge, una monarquía islámica absoluta y una ciudad cada vez
más cosmopolita. Acoge el edificio más alto del mundo y tiene algunas de las
zonas de pobreza más duras del mundo. Dubái también es escenario de
graves denuncias de derechos humanos contra los trabajadores
inmigrantes de la construcción y del sector doméstico.
Siete misas en inglés
diarias
Entre esos trabajadores hay cientos de miles de
católicos. Para ellos, St. Mary's es su auténtico hogar. Los domingos, la
parroquia ofrece siete misas en inglés, en las que se llena tanto la iglesia
como la plaza de fuera. La parroquia ofrece misas dominicales en swahili,
árabe, francés, malayalam, konkani, cingalés, tamil, tagalo, ucraniano y urdu.
Si alguien no es católico de rito latino, la
parroquia tiene una comunidad católica oriental siro-malabar que se cuenta por
miles. Uno de los sacerdotes apunta que hay unos 10.000 niños en
catequesis, 7.000 en inglés y 3.000 en otros idiomas. En Navidad y Pascua
no es raro ver a 25.000 fieles en cada misa parroquial.
Dubai es un país musulmán y las conversiones
del Islam al cristianismo son un delito. Por tanto, la parroquia disfruta de
libertad de culto, pero debe tener cuidado para no aparentar
proselitismo. El templo no muestra cruces en el exterior ni ningún otro
símbolo religioso.
No es raro que la llamada a la oración de una
mezquita cercana se escuche en pleno salmo responsorial. En St. Mary's, los
sacerdotes bautizan a cientos de niños cada mes y la parroquia celebra
dos grandes bodas, a menudo de una docena de parejas o incluso más. La cola
para confesarse puede durar hasta una hora después de misa, hasta que el
sacerdote se vea obligado a apagar la luz.
Lo curioso es que hay muy pocos funerales. Todo
el mundo quiere volver a casa a morir. Después de la misa de 12, de entre
semana, los feligreses hacen fila fuera de la iglesia para recibir una
barra de pan. Para algunos es su comida del día y, para otros, es una forma
de aceptar la hospitalidad de la parroquia.
La parroquia es uno de los lugares más animados
de Dubai y de los menos segregados; a menudo se ve a expatriados de
clase alta mezclarse con trabajadores de clase baja, entablando verdaderas
amistades que trascienden las barreras sociales.
Pegado al templo principal se encuentra la capilla de
adoración, llamada "Belén, la casa del pan". Allí se pide a los
fieles que se quiten los zapatos antes de entrar y estos se sientan en
el suelo para orar o se arrodillan ante el Santísimo Sacramento. Fuera de
la capilla hay también una gruta para encender velas con una gran estatua de la
Virgen María.
J. C.
Fuente: ReL