La Universidad Católica de Ávila (UCAV) y la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, de Argentina, han realizado un balance "muy positivo" del I Congreso Internacional Isabel la Católica y América, organizado por ambas, con cerca de 800 participantes.
La
tarde del pasado jueves 26 de octubre concluyó el primer Congreso
Internacional Isabel la Católica y América con sede en
la Universidad Católica de Ávila. A lo largo de cuatro días de exposiciones y
comunicaciones, decenas de ponentes y académicos de ambos lados del atlántico
reflexionaron sobre las consecuencias que tuvo el descubrimiento, la conquista
y la evangelización del Nuevo Mundo desde la figura protagónica de Isabel la
Católica.Isabel la Católica. Dominio público
Una
figura central de la historia que para no pocos ponentes del congreso fue la
responsable de que, aún a día de hoy, "ni España se entienda sin América, ni América se entienda sin
España".
No
faltaron quienes felicitaron la labor de la Comisión de Beatificación de la reina
Isabel, que desde días atrás llevaba recomendando este Congreso organizado
por la Universidad del Norte
Santo Tomás de Aquino (Argentina), la Universidad Católica de de Valencia, la Universidad Católica de Ávila y su
grupo de investigación Territorio, Historia y Patrimonio Cultural Digital
(THEIPACD).
Así
lo hizo la doctora en Ciencias Sociales Georgina Abbate (UNSTA), quien despidió el congreso
destacando el valor que la reina dio a "las universidades como faros en la
conciencia social y política". En este sentido, concluyó llamando a los
ponentes a "articular un futuro juntos alentados por nuestra reina, y pronto esperamos,
también nuestra santa".
David Sánchez, doctor en Historia
del Arte, integrante del THEIPACD y uno de los presentadores del congreso,
resumió en las conclusiones del evento el éxito del mismo: fueron más de 800 inscritos y asistentes tanto
en la modalidad presencial como virtual, más de diez horas de contenido y
participaron más de 20
países. Sánchez concluyó emplazando a los ponentes a una esperada segunda
edición del Congreso, así como a la próxima publicación de las actas del
mismo.
El deseo de Isabel, que los indígenas
conociesen el Evangelio
El
congreso, indicó el director del grupo de Investigación THEIPACD, el
doctor José Antonio Calvo,
ha analizado el impacto de Isabel tanto en España como en América "y su
habilidad para transformar la presencia española en el Nuevo Mundo".
"A
través de este congreso se ha podido confirmar una intuición que ya teníamos;
que Isabel la Católica estableció un criterio muy sólido de reconocimiento del ser humano, hijo de
Dios, a uno y otro lado del Atlántico". Incluso "frente al modelo
británico o francés, incluso portugués, que despreciaba al extranjero y al
pagano", selañó.
"La
reina entendió que Dios
los amaba a todos como a sus hijos. Para ella, la legitimidad de la
presencia de España en América radicaba casi exclusivamente en el deseo que
anidaba en su corazón de que
sus habitantes conocieran el Evangelio y pudieran acceder a los
beneficios de la civilización de Occidente: Universidad, Derecho, Justicia,
Literatura", agregó el organizador.
La
organización del Congreso quiso cerrar las más de 20 ponencias con una comunicación que, en cierta
manera, explicaba las demás. Bajo el título Radiografía del
perfil psicológico y humano de la reina Isabel, el profesor de
la Universidad Católica de Ávila Alberto Barea Vera descubrió el carácter y la
personalidad que, en última instancia, fueron responsables de una de las
mayores hazañas de la historia.
Un
perfil, comenzó Barea, que diseñó y llevó a cabo una política que "con sus
luces y sombras", persiguió siempre el objetivo de "ampliar los territorios de la
Cristiandad, alcanzar la paz en sus reinos y lograr la cohesión de sus
gentes".
Destacamos 8 rasgos
mencionados por el especialista:
1º Sobria, alejada de la pompa real y
con el pueblo castellano
El
profesor comenzó aludiendo a que la austeridad de la que hizo gala Isabel la Católica le acompañó
desde su misma infancia, que "no destacó por ser esplendorosa".
De hecho, "estuvo identificada con el contacto con el pueblo castellano
que sufría las penurias de la época, siendo ella parte de este
sufrimiento". A esto se añade una formación que lejos de transcurrir entre
los lujos de palacio, se dio "en
una pequeña alcoba desprovista de tapices y reposteros". Fue la misma
austeridad que acompañó a la reina más tarde cuando, auspiciada por las monjas
cistercienses del monasterio abulense de Santa Ana, continuó una educación
"austera y desprovista del apoyo de sus preceptores".
2º Templada, decidida y empática con sus
súbditos
Con
tan solo diez años, Isabel tuvo que continuar su formación en la corte de su
hermanastro Enrique IV, marcada por el "quebrantamiento de las leyes y la
general licencia que a los crímenes y pecados se daba". Unas
"circunstancias de adversidad" para la reina que, sin embargo, permitirían
que forjase "un carácter
templado y decidido, un temperamento de tipo apasionado e imperioso" y
plasmado en "una empatía singular con sus súbditos".
3º Generosa en la transmisión de su saber e
inquietud intelectual
Barea
también aludió como, a partir de su temprana adolescencia, la reina se preocupó
en obtener "un vasto
aprendizaje en diversos saberes" a través de libros de historia,
textos legales o biografías de mujeres célebres. Y que, lejos de guardárselo
para sí, sería el germen de su "afán por elevar el nivel cultural en su reino y promover la expansión del conocimiento a
través de intelectuales sobresalientes en la corte", de los que Beatriz
Galindo es un buen ejemplo.
4º Educada cristianamente para la
virtud, especialmente la caridad
La
"influencia mayoritaria" de la educación de la reina fueron las
nociones de la doctrina cristiana, que le permitirían ser más adelante
"una madre con exigencias de superación hacia las flaquezas" no solo
de sus hijos biológicos, "sino como madre, protectora, guía y estandarte de su pueblo".
Solo así se entiende su continuo deseo de "interceder y mediar ante el rey
cuando era menester, de limitar los excesos en castigos e impuestos sobre el
pueblo" o de ser "escudo
para amparar a débiles y desfavorecidos", a los que ofrecía
"atención solícita a sus necesidades".
El
profesor destacó que su educación en virtud fue tal que llevó a Baltasar
Gracián a afirmar de ella "que siendo mujer excedió los límites de varón". Entre
otros, "la prudencia, cautela, capacidad de escucha y arte e
iniciativa" eran rasgos fácilmente apreciables de la reina.
5º Decidida, convencida de instaurar
justicia y de firmes convicciones
No
es extraño escuchar que reinas como Isabel no eran más que meros promulgadores
de la voluntad de sus consejos, carentes de personalidad, decisión o autoridad.
No fue el caso de Isabel: según Barea, "al hablar del ejercicio del
dominio soberano en asuntos políticos, encontramos que era una mujer con decisiones finales propias, de
firmes convicciones y de fuertes alegatos por instaurar
justicia".
Para
el profesor Barea, puede afirmarse a favor de la reina sin miedo a equivocarse
que "no era su intención escudarse en las propuestas de su consejero, sino
implicarse en las decisiones que hubiese de tomar". Y aunque la fragilidad
"se dejó ver en algunos momentos vitales", la reina "sacó ánimo
para anteponerse a la
dificultad, recuperar el control y no mostrar signos de inseguridad".
6º Una
forma de ser "inmutable a la vez que revolucionaria"
Aunque las buenas menciones que los cronistas
daban de Isabel podrían ser catalogadas de "exageraciones", se
preocupó en que su carácter no quedase reducido a propaganda. El profesor
menciona que se la consideraba "una reina viajera, capaz de conocer sus territorios" y que
recorría "distancias extenuantes", dejando su impronta por los
lugares donde pasaba.
Barea no duda en afirmar que lo que fue surgiendo a su paso
"no era sino el reflejo y recreación de su personalidad", materializado
"en el deseo de erigir templos, la protección regia a las universidades,
el respaldo a la formación de los profesionales o la construcción de edificios
y palacios que hoy nos permiten conocerla".
"Allí donde iba, esas características que
se ponían en práctica respondían a una forma de ser inmutable a la vez que revolucionaria,
hasta el punto en que estas idas y venidas no se llegan a interrumpir por
motivos de salud y tiempo, superando fatigas e incluso guerras", agregó.
7º Decidida en
reafirmar la igualdad moral de todos
Aunque la reina nunca pisó el Nuevo Mundo
descubierto a instancia suya, buena parte de su personalidad quedó plasmada en
la obra civilizatoria de América. Se ve, por ejemplo, en que "procuró salvar el alma de los indígenas y
hacerles parte de su más valioso legado como fue la transmisión de la
cultura". Algo que, a juicio de Barea, muestra no solo su "tendencia
inclusiva", sino también su "papel precursor en la defensa de los derechos en base a
la condición humana coherente con la doctrina cristiana".
La inmediata liberación de los indígenas
considerados esclavos que le presentaron tras el descubrimiento es solo un
ejemplo. E incluso si se habla de indígenas perjudicados in situ en América, el
especialista lo achaca a "abusos descontrolados de algunos
personajes". En lo que respecta a Isabel, Barea solo menciona "los esfuerzos enérgicos" de la
reina en la consideración de los indígenas "como súbditos de
Castilla en igualdad de condiciones" o una "intención clara y sin
ambages de formular y asegurar beneficios por igual a estas tierras".
8º Paladín de la fe
Es difícil hablar de la personalidad de Isabel
sin mencionar cómo la religiosidad de la reina "impulsó la defensa"
de la fe. Barea destaca que este aspecto le acompañó hasta la muerte, plasmando
en su testamento "el ánimo de que la fe se observara en todos sus
territorios, así como que se llevara y extendiera por ultramar". Y de
igual modo en sus últimas voluntades "en relación a la inquisición, para favorecer la labor de perseguir
las herejías, proteger las libertades y privilegios de la Iglesia,
monasterios, órdenes, villas y lugares".
Y concluye Barea Vera: "Pese a
desviaciones lógicas en decisiones
propiciadas por un celo inusitado por la moral, el decoro y la espiritualidad o
la defensa de su dignidad como mujer, esposa y reina, mantuvo una
vision política sin anclajes, coherente y con una madurez extraordinaria pese a
los infortunios y las calamidades que ni los reyes estaban exentos de
padecer".
José María Carrera
Fuente: ReL