El origen de la ropa que usan los presbíteros en las celebraciones litúrgicas tienen un origen muy antiguo, conoce por qué la Iglesia los conserva actualmente
![]() |
Dominio público |
¿Por qué la llevan?
Desde tiempos antiguos,
cada vez que un sacerdote celebraba el sacrificio de la Misa se ponía una especie
de poncho enorme que en latín se llama casubla (casulla) que
cubría su ropa ordinaria. Esta vestimenta se desarrolló a partir del atuendo
romano ordinario de los granjeros, que llevaban una especie de capote grande
que les protegía de los elementos ambientales como la lluvia y el viento. Con
el tiempo empezó a asociarse a los cristianos, en el siglo III.
Con el cambio de las
tendencias de moda, la casulla dejó de ser una vestimenta cotidiana, aunque los
sacerdotes la siguieron utilizando. Llegado el siglo VIII, la casulla estaba
reservada a miembros del clero y empezó a ornamentarse de forma que reflejara
su función sacra.
Las
casullas han cambiado con el tiempo
Al principio la
casulla era enorme y voluminosa, y requería la ayuda de otros ayudantes de la
liturgia para sostener los múltiples pliegues y facilitar los movimientos del
sacerdote. Con el tiempo su forma y tamaño fue reduciéndose, hasta los casos
más extremos y ligeros, como el caso de la casulla de «guitarrón»: sin mangas,
muy corta y de forma elíptica o rectangular.
El simbolismo
de la casulla se encuentra simbolizado en la oración tradicional que dice el
sacerdote antes de ponérsela: «Domine, qui dixisti: Iugum meum suave est, et
onus meum leve: fac, ut istud portare sic valeam, quod consequar tuam gratiam.
Amen«. Que quiere decir:
Señor, que has dicho: ‘Mi yugo es suave, y mi carga
liviana’, haz que la lleve a tu manera y consiga tu gracia. Amén».
Casulla: El yugo de Cristo
La casulla es
considerada el «yugo de Cristo» y recuerda al sacerdote que él es «otro Cristo»
en el sacrificio de la Misa y que ha de «revestirse del hombre nuevo, creado a
imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad» (Efesios 4,24).
Además, la
casulla simboliza la «ropa sin costuras» que llevó Cristo camino de su
crucifixión. Es algo que acentúa más la conexión entre el sacerdote, la misa y
el sacrificio de Jesús en la cruz. Una ornamentación común de la casulla es una
gran cruz en la espalda o el frente de la prenda para consolidar el simbolismo.
El color de la vestimenta se coordina con el color simbólico de la fiesta o
temporada litúrgica.
Por estas
razones, la Iglesia conserva esta antigua prenda, recordando al sacerdote (y al
pueblo) que la Misa no es un evento ordinario, sino uno sagrado y sin parangón
en la tierra.
Philip Kosloski