Para conmemorar el Día Internacional de la Alfabetización, la ONG reclama "una educación inclusiva, equitativa, de calidad, transformadora y sostenible para todas las personas"
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Para
Hernando no es «de recibo» que –según los datos publicados por la UNESCO- más
de 763 millones de jóvenes y adultos mayores de 15 años, carezcan de
habilidades básicas de lectura y escritura, en un mundo en el que la tecnología
avanza a pasos agigantados, mientras un alto porcentaje de la población «no ha podido desarrollar las habilidades que
les permitan beneficiarse de estos avances». Porque, expone Hernando, «la
educación es un derecho humano fundamental, que posibilita la realización de
otros derechos».
En
pleno siglo XXI, todavía hay 244 millones de niños y jóvenes sin escolarizar.
Y, un número elevado de aquellos que sí están matriculados en la escuela, no
han adquirido los conocimientos necesarios de lectoescritura y cálculo. «Esto, que sucede fundamentalmente en los
países más empobrecidos, es uno de los mayores obstáculos para que esas
personas y sociedades puedan salir de la pobreza y para impedir que esta sea
hereditaria y se trasmita de generación en generación», explica
María José Hernando.
Las
grandes desigualdades en materia de educación se manifiestan fundamentalmente
en las mujeres y niñas, a pesar de que «la educación y la alfabetización de
este 50 % de la población reduce las cifras de matrimonios precoces infantiles,
mejora las tasas de mortalidad materna e infantil y la nutrición y la educación
de las familias». Además,
una mujer «educada» tiene muchas más posibilidades de participar en las
decisiones que se tomen en el seno de sus familias y sus comunidades, señala
Hernando.
La
educación es, también, un factor fundamental para la creación de sociedades
pacíficas y sostenibles. Así lo asegura la UNESCO, que incide en que «los
programas de alfabetización ayudan a fortalecer los valores democráticos, la
convivencia pacífica y la solidaridad comunitaria». En ese sentido se
manifestaba el cardenal Berhaneyesus Souraphiel,
arzobispo de Adís
Abeba, en su visita a Manos Unidas. La educación es, según el
jefe de la Iglesia católica etíope, la única manera de cambiar las actuales circunstancias
que enfrenta el país del Cuerno de Africa, inmerso en una espiral de violencia,
que ha impedido a muchos estudiantes acudir a las aulas durante casi tres años. «La educación es clave para combatir muchos de
los problemas sociopolíticos y económicos a los que se enfrenta Etiopía»,
aseguraba el prelado. Por ello, el objetivo primero de las
escuelas católicas es «educar a los niños y niñas de Etiopía como miembros de
una sola sociedad, intentando prevenir las diferencias étnicas y regionales que
luego llevan al conflicto», declaró Berhaneyesus.
Manos
Unidas, que «apuesta
por un desarrollo centrado en las personas y para todas las personas», sitúa la
educación en un primer plano en la lucha contra el hambre y la pobreza que
emprendió hace casi 65 años.
Fuente:
ECCLESIA