¿Qué significado ha tenido a lo largo de la historia? ¿De dónde proceden las tradiciones que lo rodean? Este tradicional accesorio nupcial tiene un rico simbolismo, aquí algunas explicaciones
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Isabelle, una
arquitecta de 31 años que se prepara para casarse con Dimitri el próximo
verano, tiene totalmente decidido que usará velo el día de su boda.
«No me imagino
entrando en la iglesia sin llevar el velo que ya llevaban mi madre y mi abuela…
Para mí es importante seguir siendo fiel a esta bonita tradición familiar, y
quizá algún día transmitírsela a mi hija». Pero eso no es todo. «Para mí, el
velo también simboliza el compromiso y la lealtad», explica a Aleteia.
«Para mí, el
velo de novia es una prenda bíblica. Mis clientas, las que se casan por la
iglesia, recuperan cada vez más la tradición de llevar velo. Para algunas,
realza el vestido de novia. Para otras, tiene un verdadero significado»,
confirma Celestina Agostino, diseñadora parisina de
vestidos de novia.
Las raíces del
velo
Este accesorio
nupcial, que se coloca delante del rostro de la novia al entrar en la iglesia
del brazo de su padre, está en realidad cargado de un rico simbolismo.
Si nos fijamos
en su historia, encontramos sus primeras huellas en la Eneida de Virgilio: en
señal de ofrenda, los hombres llevan el velo ante los dioses. Este signo de
devoción religiosa se convertiría en un poderoso símbolo para los romanos.
Antiguamente,
todas las novias llevaban velo. De hecho, la palabra latina «nubere», que
significa «velar», es sinónimo de «casarse».
El velo es un
símbolo de compromiso con el marido. También servía para distinguir a las
mujeres casadas o viudas de las solteras, esclavas y prostitutas.
La visión del
cabello se consideraba un atributo de seducción femenina, por lo que se
reservaba al marido en la esfera íntima del hogar. En Grecia, el «flammeum» es
un velo que cubre sólo la mitad del rostro de la novia. De color rojo o
naranja, simbolizaba la alegría y la fertilidad.
En la religión
cristiana, el origen del velo nupcial se encuentra en la Biblia, donde San
Pablo, en su primera carta a los Corintios, menciona que la mujer casada debe
llevar velo como señal de su devoción a Dios.
En la Edad
Media, el matrimonio era un compromiso entre los padres de la novia y el novio.
Tradicionalmente, el velo que llevaba la futura esposa era opaco, para ocultar
su rostro. ¿Por qué? Para que su marido pudiera verla por primera vez la noche
de bodas. Si el futuro marido ya conocía a su novia, ambos debían llevar velo
en la ceremonia para ser bendecidos.
Símbolo de
pureza y castidad
En la religión
cristiana, el origen del velo de la novia se encuentra en la Biblia, donde San
Pablo, en su primera carta a los Corintios (1 Cor 11,16),
menciona que la mujer casada debe llevar velo como signo de su devoción a Dios.
Como el
matrimonio es una celebración religiosa, con el mismo espíritu y por la misma
razón, la novia («la velada» en hebreo) debe llevar velo. No se descubre hasta
que llega a la cámara nupcial. El símbolo de la pureza y la castidad es, pues,
fuerte: el velo está reservado a la joven pura.
En cuanto a su
color blanco, fue en 1840 cuando la reina Victoria puso de moda las bodas
blancas. Como reina, debería haber vestido de rojo. Pero, desafiando la
tradición y para sorpresa de todos, optó por un vestido de satén blanco
adornado con encaje, con el velo de tul blanco transformándose en una larga
cola.
La joven novia
lanzó así la moda de las bodas blancas. Más sorprendente aún, el color blanco
no se eligió en absoluto como símbolo de pureza (significado dado
posteriormente), sino simplemente porque el satén blanco resaltaba la belleza
del famoso encaje…
La aparición
del blanco para las bodas adquirió el mismo simbolismo que el velo de la novia,
-el de la pureza y la virginidad- en 1858, tras las apariciones de la Virgen
María a Bernadette Soubirous en Lourdes. La joven confió que María, vestida
toda de blanco, se presentaba como la Inmaculada Concepción.
La Reina Isabel
II volvió al velo de novia tradicional de la Reina Victoria: tenía 4 metros de
largo y estaba decorado con bordados de flores y perlas. En cuanto al velo de
Lady Di, con sus 12 metros, sigue ostentando el récord histórico del velo más
largo llevado en una boda real.
Aunque el velo
nupcial no es obligatorio hoy en día, la tradición dicta que la novia debe
llevar el velo delante de la cara hasta el sacramento mismo del matrimonio. Una
vez que la pareja está unida ante Dios, el marido levanta el velo de su esposa.
Un gesto que completa el bello simbolismo del velo nupcial.
Marzena
Wilkanowicz-Devoud
Fuente: Aleteia