Llevar a los niños, desde pequeños, a participar de la celebración eucarística es la mejor manera de enseñarlos a comportarse dentro de la iglesia
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Poner atención
en misa muchas veces se vuelve complicado, y más cuando existen factores
externos que complican la concentración; uno de ellos, el mal comportamiento de
algunos niños durante la misa.
Es algo
inevitable y debería ser una situación casi normalizada en cualquier parroquia,
ya que la iglesia no es un museo, ni un retiro silencioso; pero tampoco es un
parque, ni un centro recreativo o de juegos. Es valioso recordar que todos los
padres son responsables de la educación de sus hijos, incluso enseñarles a
comportarse tan bien como puedan.
La misa no es
algo para vivir en privado, es el momento de adorar a Dios junto a otras
personas. Para tener una visión más clara del tema, Aleteia hablo con el Padre
Emilio Santos, vicario de la parroquia Maria Madre Nuestra, en Zapopan,
Jalisco, México, y nos compartió las siguientes ideas.
«Que un niño
llore en la misa es algo totalmente normal que nosotros, como sacerdotes,
tenemos en cuenta que puede suceder cualquier eventualidad dentro de la
Eucaristía: tanto que un celular suene, como que una persona tenga tos, o se
llegue a caer algo y haga mucho ruido».
Factores
externos
«Muchas de las
veces los niños lloran durante la celebración, no porque no les guste estar ahí
o porque la misa esté aburrida, sino más bien por factores externos; por
ejemplo, uno de los factores más comunes es el ruido, o sea, cuando hablamos de
niños muy pequeños, incluso bebés, el volumen de las bocinas puede lastimar sus
oídos».
«Hay otros
factores como el calor, que tengan hambre, sueño; o también porque quieren
jugar, es decir, todo lo que tiene que ver con un niño. Entonces, no podemos
pretender que asuman una actitud adulta dentro de la misa, porque entendemos su
condición».
Busca
estrategias
Como en otros
ámbitos, se deben buscar estrategias, de tal modo que por esa situación en
particular no tomemos la mala decisión de dejar de asistir a misa.
Por ejemplo,
hay familias que deciden turnarse los domingos para asistir solos a misa; otros
prefieren dejar a los niños en casa hasta que son lo suficientemente mayores
como para comportarse.
Las soluciones
para estos casos existen, pero dependen mucho de las iglesias, los sacerdotes y
las comunidades. El Padre Emilio nos da estas 5 sencillas recomendaciones que
pueden servir al momento de participar en misa junto con los niños.
1. SIEMPRE LLEVEN
A LOS NIÑOS A MISA
Por ningún
motivo se piense que no llevar al niño a misa es la solución; incluso, hay
casos donde los papás los toman como pretexto para no asistir.
2.TOMEN UN LUGAR
EN DONDE PUEDAN DISTRAER MENOS
Si el niño
tiene mucha energía o es muy inquieto, lo mejor es optar por un lugar discreto
y que tenga una salida cerca. En caso de gritos o de alguna necesidad de los
pequeños ¡se evacúa rápidamente! y así no se interrumpe al resto de la
asamblea.
3.ELIGE UNA MISA
APTA PARA NIÑOS
Hay misas
pensadas especialmente para ellos, en las que se permite un poco más de
barullo, y en donde, a veces, el sacerdote pide la participación de los
pequeños. De esta forma es más fácil que el niño ponga atención.
Es importante
asistir a una misa en donde el horario sea factible para que los niños se
mantengan despiertos y atentos.
4.LLÉVALO EN LAS
MEJORES CONDICIONES POSIBLES
Cerciórate de
que los niños hayan descansado bien, hayan comido, dormido; incluso que hayan
ido al baño antes. Si se encuentran enfermos o en alguna condición que les haga
estar incómodos es mejor quedarse en casa.
5.ENSÉÑALES A
RESPETAR EL LUGAR
Es importante
que los niños, desde pequeños, participen en la celebración eucarística, que
vean el ejemplo de comportamiento de los adultos y que se les explique lo que
pasa durante la misa.
Así como
enseñamos a los niños a comportarse y respetar otros lugares como el cine, el
teatro, la escuela o el parque, también la casa de Dios es un lugar que merece
respeto, que tiene sus reglas y deben conocerse para cumplirse.
Mia
Schroeder
Fuente: Aleteia