Ante la escasez de donativos recogidos en su clase para un proyecto solidario de la ONG Harambee, Marian entregó todo lo que tenía
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Foto: Colegio Orvalle. Dominio público |
Marian, de 11 años, fue la encargada
de custodiar el dinero que recogieron en su clase del colegio Orvalle para
colaborar con un proyecto solidario en África de la ONG Harambee.
Ante la
escasez de donativos decidió dar ejemplo a sus compañeras y entregó todo el
dinero que tenía en su hucha. Una limosna que ha querido completar con la
oración por los destinatarios del proyecto.
¿Cómo conociste el proyecto de la ONG Harambee?
A través de mi colegio. Nos reunieron en un aula a los tres cursos de 6º de
Primaria y nos explicaron que íbamos a colaborar en un proyecto de esta ONG
para ayudar a algunos niños del continente africano. Mi tutora ha estado varias
veces allí y nos contó su experiencia. Además, nos pusieron un vídeo
impresionante en el que se veía a un montón de niños que no tenían casi nada,
pero estaban muy felices. A mí me pidieron que me encargara de la hucha que
pusimos en clase para recaudar fondos. Mi cometido era cuidarla, que no se
perdiera, e ir apuntando en la agenda cuánto dinero íbamos consiguiendo. Al
principio no era mucho, así que decidí hacer yo misma un esfuerzo.
¿De qué tipo?
Veía que estábamos recaudando poco porque, además de apuntarlo en mi agenda,
había un termómetro de papel que tenía que ir coloreando a medida que se echaba
dinero. El problema es que nos dijeron que hacía falta una cantidad bastante
alta para que el proyecto saliera adelante. Entonces, pensé en todas las veces
que me han contado historias de niños que han dado todo el dinero de su hucha
para cosas importantes y decidí hacer lo mismo. Entregué todo lo que tenía
ahorrado.
¿Cuánto conseguisteis recoger?
Al final llegamos a los 1.000 euros. El tope del termómetro eran 500 euros y
rellenamos dos enteros.
¿Y en qué se va a utilizar?
En la construcción de varias escuelas en Nalapatui, un pueblo de Kenia. Hay ya
algunas, pero son muy pequeñas y necesitan tener un techo y también más mesas.
Me han contado que hiciste alguna cosa
más.
Quería vender pulseras y galletas, pero me quedé sin material. Había dado todo
mi dinero al proyecto y, por tanto, no pude comprar más. Lo de las galletas lo
tuve que descartar, porque no sé cocinar bien, pero al final hice algo
relacionado. La verdad es que no como muy bien. Me cuesta un poco. Además, los
platos del colegio no son como los que hace mi madre. Así que pensé que podía
ser una buena idea comerme toda la comida, incluso la que no me gustaba
especialmente, y ofrecer ese sacrificio por los niños de Kenia. Alguna
compañera me decía que me comiera también la suya, pero yo contestaba que no,
porque así ella también se podía esforzar. Y, luego, rezo por ellos. En Misa me
distraigo muchísimo, y ahora procuro estar muy atenta para hablar a Jesús de
las personas a las que vamos a ayudar.
En la redacción que hiciste sobre el
proyecto de Harambee para la asignatura de Lengua subrayas varias veces la
necesidad de dar gracias a Dios. ¿Quién es Él para ti y qué le agradeces?
Para mí, Dios es amor y lo quiero un montón. Es nuestro Padre, que nos ha creado.
Y encima es el más bueno, porque ha dado su vida por todos nosotros. Sufrió
muchísimo por cada uno. Yo le doy las gracias por eso y también porque me ha
dado la vida, que es, además, una vida maravillosa. Podría haber nacido en
Nalapatui y no tener ni siquiera una escuela, pero voy al colegio y tengo mi
casa, a mi familia…
Jesús dice que «quien no se hace como un
niño no entrará en el Reino de los cielos». ¿Qué te gustaría cambiar de la
sociedad?
La ley del aborto. Que se mate a las personas inocentes no me parece nada
justo. No me puedo ni imaginar lo triste que se pone Dios cuando matan a uno de
sus hijos.
José
Calderero de Aldecoa
Fuente:
Alfa y Omega