Sea cual sea el estado civil en el que te encuentres, o incluso la edad que tengas, siempre tenemos algo que pedirle a Dios y para eso existen grandes mujeres en la historia de la Iglesia que nos pueden ayudar con su intercesión
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Para vivir mejor con
todas estas presiones, ¿por qué no inspirarse en la vida de grandes santos,
para superar ciertas pruebas o simplemente dar lo mejor de nosotros mismos en
el día a día?
Conocimos mujeres, de
edades y vidas muy diferentes, que tienen una cosa en común: un santo al que se
han encomendado, una vida que las guía y las lleva, y mucha peticiones.
En la espera de ser Madre: santa
Oportuna
Con la esperanza de tener
un hijo durante varios años, Carolina se dirigió llena de esperanza a Santa
Oportuna, siguiendo el consejo de su cuñada. Santa Oportuna, mujer humilde
de fe viva, abadesa del siglo VIII , tiene un carisma (descubierto
tarde, hacia 1970) para obtener nacimientos. Muchas parejas que deseaban
tener un hijo han sido escuchadas por su poderosa intercesión.
Caroline dice: «Así que
nos interesó que ella nos acompañara durante este largo viaje. Todas las
noches, durante nuestra oración, confiábamos a Santa Oportuna nuestro deseo de
tener un hijo. Hicimos también varias novenas, en unión a oraciones con la
comunidad de monjas de la Abadía de Notre-Dame d’Argentan, de la cual Santa
Oportuna fue una de las primeras abadesas. Esto nos dio mucha fuerza y nos permitió permanecer siempre unidos durante estos
largos meses de espera. Después de 2 años y medio de espera,
tuvimos el placer de estar a la espera de nuestro pequeño».
Invocar a un santo no solo te permite ser ayudado sino también, como muestra el testimonio de Carolina, sentirte sostenida cuando el horizonte parece oscuro y la esperanza se desvanece.
Ser una madre «a la altura»: santísima Virgen María
María siempre ha admirado
a la Santísima Virgen María por «su extraordinaria dulzura» y ahora que es
madre, se da cuenta de que «¡lo ha pasado mal con su hijo! Un ejemplo, pues,
para esta mujer que -como todas las madres del mundo- ¡quiere estar a la altura
de sus hijos!
La Virgen Maria es modelo
de perfección para la joven que nos cuenta, divertida: «Cuando era joven, tenía
una pulsera de “¿Qué haría Jesús?”. ¡Desde que era mamá, soñaba con tener
un brazalete de «¿Qué haría la Virgen María?»».
Este deseo de hacer lo
mejor es bueno y saludable, pero hay que tener cuidado con no ser demasiado
exigente con nosotros mismos, como le recordó un sacerdote a María durante una
confesión: «Le dije al sacerdote que no siempre me sentía buena madre para mis
hijos, siempre recordaré la reacción del sacerdote: “¿De verdad crees que la
Virgen María siempre tuvo la impresión de estar a la altura con Jesús como su
hijo?˝».
Peggy, de 38 años, también
es «impulsada» diariamente por la vida de la Santísima Virgen. «Cada vez que me
siento mal, me digo que la Virgen, llena de gracias, ¡lo consiguió!».
Si la Santísima Virgen
María es inspiradora para tantas mujeres, quizás sea simplemente porque ella es
la que supo decir sí al plan del Señor; lo aceptó todo, la huida, el exilio, el
rechazo probablemente de los demás, el miedo por su hijo… Vio sufrir a su hijo
por nosotros y, sin embargo, estuvo siempre presente: antes y después de la
resurrección y sigue cada día con nosotros.
Ella es para nosotras, mujeres y madre, la «Madre de todas las madres» a quien podemos pedir que guíe e ilumine nuestra vida con su dulce luz. Peggy no duda en pedirle, a diario, «que guíe su oración y sus acciones, que interceda por ella respecto a su falta de amor, su falta de paciencia».
Luchar con fe y valentía en la adversidad: santa Juana de Arco
La joven nos confía:
«Todos los días al final de mi oración diaria digo “Santa Juana de Arco, ruega
por nosotros y salva a Francia”. En cuanto un cambio político o social
intenta interferir, pido la intercesión de Santa Juana para que se respeten los
valores de nuestra religión».
¿Por qué Santa Juana de
Arco? «Desde pequeña me he sentido cercana a ella y es mi guía». Al
igual que Marie-Alix, muchas personas de nuestra audiencia nos han comentado
que su devoción a un santo en particular sucedió de una manera muy natural, por
no decir obvia. Cuando una vida toca a otra, es por la gracia de Dios.
Para aumentar nuestra fe y
nuestra humildad: santa Bernardita
De niña, Isabelle preguntó
a sus padres por qué no la habían llamado Bernadette. Sus padres
respondieron: «Cuando crezcas, puedes cambiar tu primer nombre si quieres».
Y todos olvidaron el incidente. «Hasta el día en que, pensando que tenía vocación religiosa, llamé a la puerta de una comunidad religiosa, cuya patrona del noviciado era… Santa Bernardita, y unos meses después tomé el hábito y el nombre de… Sor María Bernadette. Pequeño guiño de mi querida hermana mayor.
Nunca desesperarse a pesar de las dificultades: santa Rita
Las grandes santas, como santa Rita,
fueron, antes de llegar a la santidad, mujeres como tú, como ellas, como
yo. Con su cuota de sufrimientos, alegrías, emociones y una vida
cotidiana. Cuando una santa ha tenido un camino similar al nuestro, esto
nos puede significar más; “hablarnos”, como dice Enora: «Santa Rita vivía mi
día a día como esposa con un marido que no siempre tenía el mismo camino de fe
que yo. Ella me inspira tambien porque fue madre de hijos que no siempre
eran fáciles y que le daban muchas preocupaciones. Hemos pasado por muchas
dificultades debido a la doble discapacidad de nuestro hijo. Invocarla me
ha ayudado mucho».
Las vidas de los santos
son nuestras vidas… fuertes, bellas, luminosas. Estas son nuestras vidas a
la luz de Jesucristo. Todos estamos llamados a ser santos, nunca olvidemos
esto y recordemos que todos comenzamos con una sola base: el amor incondicional
de nuestro Señor por nosotros. Ahora, ¿qué vamos a hacer con este
amor? ¿Cómo reaccionaremos a la prueba? Nada es evidente y cuando
todo se complica quizás necesitamos aprender, precisamente, a descansar
humildemente en la ternura de estos santos, que están cerca de nosotros porque
también ellos han vivido y conocen nuestras alegrías y nuestros dolores.
Aprendamos a descubrirlas
y dejémonos guiar y llevar más por la santidad de estas extraordinarias
mujeres…
Claire de Campeau
Fuente: Aleteia