En China, se inauguró una iglesia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y se reabrieron dos templos más para acoger a los católicos, cuyo número va en aumento a pesar del intento del gobierno por controlarlos.
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Corazón de Jesús. Crédito: Zvonimir Atletic - Shutterstock / Imagen referencial de cruz. Crédito: liyuhan - Shutterstock |
Está ubicado en la parroquia de Longgang de la
Diócesis de Wenzhou, en la China continental y al norte de Taiwán.
Esta
parroquia tiene una antigua iglesia del Sagrado Corazón que fue construida en
1928, pero el gobierno la confiscó en 1957, la devolvió en 1993 y se reabrió en
1996.
No
obstante, en los últimos años, debido al fructífero servicio pastoral de los
sacerdotes y la activa participación de los fieles, el número de católicos
aumentó. Por ello se hizo necesario contar con otro templo más grande que se
empezó a construir el 2018 y cuya edificación ni siquiera la pandemia pudo
detener.
Para
la inauguración, los presbíteros y religiosos junto al pueblo católico salieron
en procesión desde el antiguo recinto hasta llegar a la nueva Iglesia del
Sagrado Corazón. Allí, con un clima de alegría y júbilo, se bendijo la
estructura, el altar y el baptisterio.
Por otro lado, ese mismo día se reabrieron dos templos que fueron
renovados en Jiangxi, una provincia del sureste de China continental. En dicha
actividad, se animó a los fieles a renovarse y tener una nueva vida siguiendo
el ejemplo del valiente San Juan Bautista.
El
control comunista sobre los católicos
En octubre de 2022 el Vaticano confirmó un acuerdo
con China que se inició en 2018 y que hasta el momento se renueva cada dos
años. Aunque no se conocen todos los detalles del documento, tiene que ver con
el nombramiento de obispos en el país asiático.
No
obstante, luego de la firma en 2018, representantes del gobierno quitaron
cruces y demolieron edificios de la Iglesia. Asimismo, se reportó hostigamiento
a los laicos y sacerdotes que viven en la clandestinidad.
La
Iglesia Católica clandestina es la que se mantiene fiel a Roma desde hace mucho
tiempo y que siempre ha sido perseguida. El gobierno comunista cuenta por su
parte con la Asociación Patriótica Católica de China, que controla el
movimiento de los fieles y sus pastores.
Tras
el acuerdo con el Vaticano, los obispos de la Asociación Patriótica fueron
aceptados en plena comunión con la Iglesia Católica. De esta manera, el
gobierno empezó a presionar a los sacerdotes y fieles de la clandestinidad a
unirse a la Asociación Patriótica. Los que aún se rehúsan suelen sufrir
discriminación e incluso encarcelamiento.
Por Abel Camasca
Fuente: ACI