El futuro arzobispo tuvo protagonismo destacado en la audiencia con el Papa, en diciembre de 2020, donde le informaron de la situación del “Caso Fundaciones”
![]() |
Carlos Osoro, José Cobo y Javier Belda con el Papa Francisco. Vatican Media. Dominio público |
Hay
quien, incluso, afirma que el anuncio oficial se hará dos días después de la
toma de posesión del nuevo obispo de Alcalá de Henares. Se ha esperado, por
tanto, al último acto de Osoro como arzobispo metropolitano.
Nombramiento
“sorprendente”
Dos
cuestiones centran la atención inmediata sobre este “sorprendente” nombramiento
del “Papa de las sorpresas”. La primera, cómo se ha producido; y la segunda,
quizá más relevante, quién es José Cobo.
Vayamos
a la primera, basándonos en fuentes conocedoras del complejo proceso de
nombramiento del arzobispo de Madrid. La
decisión de nombrar a José Cobo ha sido personalísima del Papa Francisco. Es posible que siguiendo un patrón mental que se fija en un
candidato que se pudiera definir como “disruptivo”. Un patrón que ya ha
aplicado en otras sedes relevantes, como puede ser la de Buenos Aires.
Cuestiones sociales
Patrón
en el que ha jugado un papel destacado la imagen de un José Cobo encargado de
las cuestiones sociales tanto en la diócesis de Madrid como en la Conferencia
Episcopal, principalmente en lo referido al trabajo, la inmigración y la
pastoral penitenciaria.
En
la Conferencia Episcopal es miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
y Promoción humana desde marzo de 2020. Era miembro de la Comisión
Episcopal de Pastoral Social desde abril de 2018.
Los
medios vaticanos, como Vatican News, suelen utilizarle como referente de las
cuestiones sociales, tal y como queda reflejado en varias entrevistas a
propósito de actuaciones del Papa en esa materia.
Las ternas
Como
es norma común en la Iglesia, el nombramiento de una sede tan relevante como la
de Madrid sigue el procedimiento ordinario, que está en manos del Nuncio, en
este caso de monseñor Bernardito Cleopas Auza.
De
resultas de la consulta diocesana, el Nuncio envió una terna
primera, compuesta por Mario Iceta, arzobispo de Burgos;
Francisco Cerro, arzobispo de Toledo, y Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. Nombres
que mayoritariamente habían sido sugeridos por quienes fueron consultados, una
muestra bastante numerosa, plural y significativa de la diócesis madrileña, en
un proceso que pudiéramos denominar participativo, sinodal.
El
Papa Francisco siempre ha contado con líneas paralelas de información. Los
nombres que se barajan en este sentido son los del jesuita P. Germán Arana, y
algún otro jesuita español y madrileño, como el Vicario para la Vida Consagrada
de la Archidiócesis de Madrid, P. Elías Royón, o el cardenal claretiano
Aquilino Bocos. También cuenta el Papa con otras fuentes, personas a las que llama
por teléfono.
Consultas
de oficio
En
ese proceso, además, se consulta de oficio al presidente de la Conferencia
Episcopal, a los arzobispos, y entre ellos, sin duda, al de la diócesis
afectada.
Fuentes
solventes afirman que el nombre por el que apostaban los cardenales Omella y
Osoro no era el de José Cobo. Apuntaban inicialmente hacia el obispo de
León, Luis Ángel de las Heras, claretiano y
miembro de la peculiar Comisión de ayuda al Nuncio en el nombramiento de
obispos.
En
una reciente audiencia en Roma con un grupo de sacerdotes de Madrid, el Papa
dejó claro que la terna que había recibido de la Congregación de Obispos, por
tanto de la Nunciatura española, no le había gustado y que, por lo tanto, la
había devuelto.
“Caso Fundaciones”
A
partir de ese momento, se volvió a activar la maquinaria. Los nombres que
entraron en juego eran los del arzobispo de Valladolid, Luis
Argüello, que contaba con el aval de Secretaría de Estado; el
del obispo
de Zamora, Fernando Valera, y el del elegido, José Cobo.
Lo que no se ha aclarado es si el Papa le ofreció ser arzobispo de Madrid
al obispo de Zamora y éste, por motivos personales, renunció al nombramiento.
La
clave está en saber con qué avales añadidos, además del discernimiento del
Papa, contó José Cobo. El primero es la intuición de Francisco, conformada a
través de informaciones y de impresiones, entre las que jugó un papel relevante
la visita que, junto con el arzobispo de Madrid, cardenal Osoro, hizo Cobo al
Papa el 18 de diciembre de 2020, para informarle sobre la situación del “Caso
Fundaciones”.
En
ese encuentro estuvo también el sacerdote Javier Belda,
al que algunas fuentes atribuyen un rol activo en este nombramiento ante el
Sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Peña Parra. Otras indican que es
más una campaña de posicionamiento de Belda de cara a un futuro.
Protagonismo
A
partir de ese encuentro, y ante la necesidad de que Roma tuviera información
directa y actualizada sobre la situación por la que atravesaba la diócesis, el
que será nuevo arzobispo tomó un protagonismo destacado en actuaciones
reservadas de línea directa.
Es
indudable que José Cobo conoce bien la
archdiócesis de Madrid, con lo que se evitarán períodos largos
de interregno antes de tomar determinadas decisiones que, en gran parte, han
influido en este nombramiento.
Ese
largo proceso ha concluido, por tanto, con la designación del obispo auxiliar
José Cobo como arzobispo de Madrid. Un nombramiento que, tal y como ha querido
dejar claro el arzobispo titular, Carlos Osoro, en los últimos días, no parece
que estuviera en sus planes.
Veinte años por
delante
La biografía
oficial de José Cobo dice que nació en Sabiote (Jaén), el 20 de
septiembre de 1965. Con 57 años, eso indica que, previsiblemente, tendrá un
pontificado largo en Madrid, de al menos veinte años.
Licenciado
en Derecho por la Universidad Complutense en 1988, entró en el seminario de
Madrid ese mismo año. De sus días de universitario confesó en un escrito
reciente que había colaborado con la Pastoral Penitenciaria “como voluntario,
cuando era universitario, luego, como sacerdote estuve cerca de esta realidad”.
Estamos
en la fecha en la que el cardenal Suquía había nombrado a una nueva generación
de sacerdotes como formadores del Seminario en orden a su transformación. De
hecho, José Cobo convivió teóricamente en ese período con el arzobispo de
Pamplona, Francisco Pérez González. Hacía poco tiempo por cierto que un
formador del Seminario había sido nombrado obispo de Osma-Soria, Braulio
Rodríguez Plaza.
Su
mentor
José
Cobo realizó los estudios de Ciencias Morales en el Instituto Redentorista,
vinculado a la Universidad Comillas. Un Instituto en el que históricamente ha
jugado un papel clave el teólogo Marciano Vidal. La biografía, como tal, no
afirma que hubiera conseguido el título de Licenciado en Teología Moral. El 23
de abril de 1994 fue ordenado sacerdote.
En
la biografía de José Cobo destaca su tío sacerdote, Lucas Cano, su mentor y
referente sacerdotal. Lucas Cano Reyes está ligado a la parroquia de Nuestra
Señora de las Angustias, en Atocha, comunidad en la que ha prestado sus
servicios durante gran parte de su vida sacerdotal.
Lucas
Cano es un sacerdote que se define, según escribió para un libro de testimonios
sacerdotales madrileños, como “un cura del 68, y eso tiene su impronta. En la
huerta del seminario, como la llamamos, nos ordenaron de presbíteros el 19 de
mayo”.
Hermandades
del Trabajo
La
labor de atención que Lucas Cano prestó en las Hermandades de Trabajo, en
Madrid, fue seguida por su sobrino nada más ordenarse. Lucas Cano se
caracterizó, además de por su perfil social, por haber acogido a muchos
sacerdotes que llegaban a la archidiócesis de Madrid con dificultades, a los
que acompañaba e incluso ayudaba económicamente. Un sacerdote querido, y que
tiene una gran impronta y autoridad moral en un determinado sector del clero de
Madrid.
Dice
la biografía oficial que José Cobo inició su ministerio pastoral como
viceconsiliario de la Hermandades del Trabajo de Madrid. Desde 1995, fue
vicario parroquial de S. Leopoldo hasta el año 2000, en que fue nombrado
párroco de S. Alfonso María de Ligorio y miembro del Consejo presbiteral.
Ya
en época del pontificado del cardenal Rouco, en 2001 fue nombrado arcipreste de
Ntra. Sra. del Pilar (Aluche-Campamento), y participó en el II Sínodo diocesano
como miembro de la Comisión permanente, en la que tuvo un papel destacado según
reconoció en su momento el que fuera obispo auxiliar de Madrid, y responsable
del Sínodo, monseñor Eugenio Romero Pose.
Fidel
Herráez
En
la trayectoria eclesial de José Cobo, y en su “cursus honorum” dentro de la
archidiócesis de Madrid, hay un nombre que no debe pasar inadvertido: el del
que fuera arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez Vega, compañero y amigo
de Lucas Cano.
Fidel
Herráez, con un pasado también de “cura progresista”, fue la mano derecha en la
gestión de la archidiócesis durante el pontificado del cardenal Rouco.
En
el período de tiempo en que fue párroco de San Alfonso María de Ligorio, según
compañeros sacerdotes de entonces, José Cobo se caracterizó por dar juego en la
parroquia a personas procedentes de diversas sensibilidades. Es
consciente del pluralismo social y del pluralismo eclesial, facilitando
la comunión eclesial sin estridencias.
Un
grupo de sacerdotes
También
en esa época ejercía un liderazgo singular entre un grupo de sacerdotes, de
entre los que hay que destacar el actual vicario, José Luis Díaz Lorenzo, o el
sacerdote Santos Urías, también licenciado en Derecho, que formó parte de la
Comisión de Memoria Histórica en la época de la alcaldesa Carmena. Alcaldesa
que, por cierto, tenía frecuente interlocución para temas eclesiales con José
Cobo.
Éste
es su entorno más inmediato, junto con el Vicario José Luis Segovia, y un grupo
de párrocos y sacerdotes jóvenes que en Madrid tiene una denominación ligada a
una serie de dibujos animados.
En
2015, ya en el pontificado de Osoro, fue nombrado Vicario episcopal de la
Vicaría II, miembro del Consejo presbiteral y del Consejo diocesano de
pastoral, cargos que desempeñó hasta su nombramiento episcopal. Durante ese
período de tiempo, fue ganándose cada vez más la confianza de su arzobispo.
Nombramiento
complicado
Hay
que destacar también las buenas relaciones que mantiene con la Vida Consagrada,
en particular con los jesuitas y con los claretianos, cuya comunidad del Buen
Suceso visita con frecuencia.
Tal
y como se ha contado en círculos íntimos, su nombramiento como obispo auxiliar
no fue un proceso fácil. Ahí tuvo que emplearse a fondo quien le propuso, el
entonces arzobispo Carlos Osoro.
De
su trayectoria como obispo auxiliar de Madrid cabría añadir, según consta en
las redes sociales, que el 13 de febrero de 2019 participó en un acto
organizado por Religión Digital y Redes cristianas con víctimas de la
pederastia, en el que se encontraba como interviniente Juan Cuatrecasas.
Marcado
perfil social
La
pregunta que muchos se hacen ahora es si José Cobo es un sacerdote y un
obispo progresista, y qué significa eso de ser progresista.
Indudablemente,
tiene un marcado perfil social, no doctrinal ni intelectual. Inevitablemente
tendrá que ejercer el ministerio de la palabra y su función de ser “maestro de
la fe”. No se le conoce obra escrita de referencia, ni tampoco dominio
particular de idiomas extranjeros, coincidencias comunes con su predecesor.
Según
sacerdotes compañeros suyos de promoción, es una persona afable, de fácil trato,
que sabe moverse muy bien en el mundo civil, y al que algún sacerdote cercano
ha calificado de “catedrático en experiencia de
mundo”. Con delicados modales, tiene una personalidad
firme y sabe con claridad cuáles son sus objetivos.
Fuente: ReligiónConfidencial