Jesús nunca dijo que no ibas a tener problema, dijo otra cosa que recuerda en esta reflexión el escritor Claudio de Castro
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A mi esposa Vida le encanta recordar las homilías de un sacerdote
jesuita a cuyas misas solíamos ir unos años atrás.
Sus homilías tenían algo de especial y las escuchábamos con
detenimiento. Nos mudamos de barrio y ahora tenemos otra parroquia. Pero
de cuando en cuando ella menciona una de las que más le impactó y que nunca
olvida.
Contaba el sacerdote de una señora asidua
a la Eucaristía de la tarde. Un día se le acercó después de la misa y le
comenta compungida:
«Padre, cumplo con todas mis obligaciones de cristiana. Voy a misa
a diario, rezo el santo Rosario, ayudo al que puedo y aun así, me pasan cosas
malas, tengo unos problemas que no sé cómo voy a resolver.
Supuestamente debiera vivir en paz, tranquila,
no con estas angustias que me roban la vida».
«Ay hija, pero, ¿es que nadie te lo ha dicho? Jesús nunca
dijo que por venir a misa no te iban a pasar esas cosas, sino quete iba a dar
la fortaleza que necesitas para superarlo.
Nunca te librarás de las dificultades, al menos no en este mundo. Son parte de
la vida.
La paz, esa paz que nos da Cristo, es interior. La puedes poseer a
pesar de tantos problemas. Si amas y confías en su Palabra tendrás paz.
Tal vez lo problemas no se van porque
te ayudan a ser más humilde, aumentan tu fe, y te ayudan a ser una mejor
persona. Existe un versículo de la Biblia que lo explica con claridad».
El padre nos miró a todos de reojo y continuó:
«Alguno de los presentes en esta Eucaristía sabe cuál es el
versículo del que hablé a esta señora?»
Uno levantó su mano y respondió:
«Eclesiástico 2».
Esto alegró al sacerdote y dijo: «Exactamente. Vamos a buscarlo en
nuestra Biblia, vale la pena que todos los presentes en esta Eucaristía lo
conozcan».
Abrió la Biblia y leyó:
“Si te
has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba.
Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te
pongas nervioso cuando vengan las dificultades. Apégate al Señor, no te apartes
de él; si actúas así, arribarás a buen puerto al final de tus días. Aceptas
todo lo que te pase y sé paciente cuando te halles botado en el suelo. Porque así como el
oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el
crisol de la humillación».
«La Biblia», continuó el sacerdote «tiene varios versículos que
nos explican por qué padecer, sufrir, tener dificultades, no siempre es tan
malo como parece».
«Si es inevitable sufrir podremos darle sentido. Y no hablamos de
sufrir por sufrir, sino de una tribulación ofrecida, aceptada, que da
frutos de eternidad. Veamos lo que san Pablo nos dice en
Romanos 5, 3-5:
«Más aún; nos gloriamos hasta en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud
probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
ha sido dado».
Ahora lo sabes. El sufrimiento es parte de la vida. A nadie
le agrada sufrir, es natural, pero si sufres, al menos dale sentido, ofrécelo.
Pide la conversión de los pobres pecadores, la santidad de nuestros
sacerdotes, las familias, los jóvenes,… hay tanto por lo cual puedes ofrecer tu
sufrimiento…
Un santo solía decir: «Es mejor estar en la cruz con Jesús que
mirarlo desde abajo».
Te compartiré un secreto: en los momentos de prueba a mí me gusta mucho
ir al Sagrario y visitar a Jesús.
Él siempre está allí, dispuesto a ayudarnos, fortalecer nuestras
almas, brindarnos consuelo.
¡Ánimo! Sé paciente y ora mucho. Ten fe. ¡Dios te bendiga!
Claudio de
Castro
Fuente: Aleteia