Cada mes de mayo, la Iglesia Católica de rito latino se vuelca en contemplar la fe de la Virgen María y proponerla como ejemplo perfecto de seguidora de Jesús. Exploramos el origen de esta tradición y su sentido profundo
Imagen de la Virgen María. Crédito: Daniela Santiago / Cathopic |
La profesora
de Mariología en Roma y miembro de la Congregación Hermanas de la Santísima
Madre de los Dolores, hermana Vittorina Marini, explica a ACI Prensa que
“durante este tiempo se reconoce la obra de María en la historia de la
salvación a partir de su Maternidad Divina”.
La experta
puntualiza que este tiempo dedicado por la Iglesia Católica Latina “no
coincide para todas las iglesias y el mes elegido puede ser diferente”.
“Durante este
período, la piedad del pueblo cristiano expresa su auténtico amor a la Virgen a
través de diversas iniciativas de oración, como el rosario, las procesiones,
las peregrinaciones a santuarios marianos o las prácticas piadosas
especiales", expone la hermana Marini.
Estas prácticas
"buscan reconocer y honrar el lugar de la Santísima Virgen en la historia
de la salvación y destacar su vínculo maternal con Cristo y con los fieles”,
puntualiza.
La Reina del
cielo
La hermana
Vittorina explia que en la antigua Grecia el mes de mayo estaba consagrado a
las divinidades femeninas de la fertilidad o la primavera.
“En el
transcurso de los siglos estos cultos paganos se combinaron con otros
rituales y tradiciones populares presentes en Occidente, que se expresaban
en homenajes cortesanos de los enamorados a la mujer amada; convirtiendo a mayo
en un periodo de fiestas y diversiones, dedicado a la vida y a la maternidad”,
detalla a ACI Prensa.
En un esfuerzo
de cristianizar estas fiestas, la Iglesia vinculó a este mes la tradición de
rendir homenaje de corazón a la Virgen María, “celebrada como la criatura más
elevada y bella entre las mujeres”.
“En la Iglesia
primitiva parece que ya existía una fiesta solemne en honor de la Madre del
Señor que se celebraba el 15 de mayo de cada año; sin embargo, el mes completo
no se asoció a la Virgen María hasta el siglo XVIII”, apunta la profesora de
Mariología.
Las primeras
prácticas devocionales vinculadas al mes de mayo se encuentran ya en el siglo
XVI en Roma con San Felipe Neri, que enseñó a sus jóvenes a adornar la imagen
de la Madre de Dios con flores, a cantar sus alabanzas y a ofrecer actos en su
honor.
Además, “a
finales del siglo XVII, en el noviciado dominicano de Fiesole (Florencia), el
P. Angelo Domenico Guinigi fundó en 1677 una especie de cofradía llamada Comunella,
que comenzó a dedicar el mes de mayo a la Virgen con ejercicios de
devoción”.
Según señala la hermana Vittorina, “todavía no
era el mes de mayo tal y como lo conocemos hoy, pero tenía en común algunos
elementos que todavía encontramos a veces: el canto de las letanías lauretanas
o la coronación de María con una corona de rosas”.
De hecho, en la crónica del archivo de Santo
Domingo se lee: “Llegada la fiesta de mayo y oyendo la víspera que muchos
seglares empezaban a cantar las letanías y a festejar a las criaturas que
aman, decidimos que también nosotros queríamos cantárselas a la Santísima
Virgen María....”.
“Así, la reina laica de la primavera se
contrapone a la reina del cielo”, señala.
Los papas y misioneros
El mes de mayo mariano tal y como lo conocemos
llegó en 1725 de la mano del P. Annibale Dionisi SJ, con su libro titulado Mes
de María, y en en el año 1800 la práctica devocional se enriqueció aún más con
el rosario, “ligado anteriormente al mes de octubre y que más tarde se extendió
al mes de mayo”.
En la primera mitad del siglo XIX, el mes de
mayo estaba muy extendido en Europa y América, y poco a poco se fue implantando
en diversas partes del mundo gracias a la labor de los misioneros.
Según indicó Vittorina, “el dogma de la
Inmaculada Concepción consolidó en 1854 esta tradición, debido al deseo de los
Pontífices y del pueblo cristiano de dar el mayor honor a la Madre del
Señor. Los papas Pío VII, Gregorio XVI y Pío XIX se entregaron a ello y
mayo se convirtió en el mes mariano por excelencia y llegó a competir con
los momentos álgidos del año litúrgico”.
“Desde León XIII hasta Pío XII, el Magisterio
se interesó por el mes de mayo y lo señaló a los fieles en encíclicas, y a
estas recomendaciones se sumaron las cartas pastorales de muchos
obispos”.
La importancia de la devoción mariana
“Todos los Papas, hasta el Papa Francisco, han
reafirmado la importancia de la devoción mariana, alentando su difusión entre
el pueblo cristiano, especialmente en este mes dedicado a ella. De hecho, serán
los mismos Pontífices, en momentos de grave dificultad y necesidad en la
Iglesia y en la historia, quienes recomendarán la práctica del mes de mayo,
invocando la ayuda de la Santísima Virgen María”.
En esta línea podemos recordar dos gestos
importantes y significativos del Papa Francisco: en mayo de 2021 el rezo del
Santo Rosario para pedir el fin de la pandemia y el apoyo a los enfermos
heridos por el coronavirus y el acto de consagración de Ucrania y Rusia a María para pedir el
fin de la guerra en Ucrania.
“En este momento de especial sufrimiento en el
mundo, los cristianos están llamados una vez más a vivir este tiempo mariano:
crecer en la escucha de la Palabra de Dios, orientada a un verdadero testimonio
evangélico según las bienaventuranzas e invocar la intercesión de María para
que proteja y libere a la humanidad de la destrucción de la guerra”, concluye
la Marióloga.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI
Prensa