El famoso economista Leopoldo Abadía y el multipremiado publicista Toni Segarra, autores de "La marca de Dios" (Espasa, 2023), explican para Aleteia por qué la Iglesia es la mejor marca de la Historia y cómo los católicos pueden hoy influir más en la sociedad
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ReL |
Durante la
hora escasa que pasamos con ellos en una cafetería del centro de Madrid, al
menos tres grupos de turistas se asoman al ventanal de la cafetería y comentan
sorprendidos: «¡Anda! Ese sale por la tele… y el otro también me suena…». Son
cosas que pasan cuando se habla con Leopoldo Abadía y Toni
Segarra, dos de los mayores expertos de España, cada uno en su ámbito.
Leopoldo Abadía,
Toni Segarra y «La marca de Dios»
A sus 89 años,
Abadía es un primer espada en el terreno de la divulgación sobre temas de
economía y de vida familiar. Dos terrenos en los que ha logrado convertir
en superventas cada uno de sus 13 libros, ya sea aquellos en los que habla del
bitcoin, o esos en los que explica «cómo sobrevivir a un ataque de nietos».
Segarra, que ha
sido premiado como Mejor Creativo Español del siglo XX y ha ganado nada
menos que 39 leones del Festival de Cannes, es uno de los publicistas más
prestigiosos del mundo. De ello dan fe algunas de las campañas más populares de
la última década para BMW («¿Te gusta conducir?»), Ikea («Bienvenido a la
república independiente de tu casa»), ING…
Ahora, ambos
(Abadía, católico y de misa diaria, y Segarra, más escéptico que agnóstico) se
han juntado para escribir La marca de Dios (Espasa, 2023). Un libro
ágil en el que reflexionan sobre cómo «el cristianismo lleva 2.000 años
influyendo en la sociedad». O, como dicen para Aleteia, por qué «en temas de
márketing y comunicación, todo lo que hoy hacen compañías como Netflix o Apple
ya lo había hecho antes la Iglesia».
¿De verdad hoy
la Iglesia influye en la sociedad?
La primera
pregunta se la hacemos a bocajarro: ¿No es iluso afirmar que la Iglesia lleva
dos milenios influyendo, cuando hoy parece que casi nadie le hace caso?
«En absoluto
–responde Segarra–. Primero, porque a nivel mundial, la Iglesia crece. Y
segundo, porque si hoy la gente parece no hacerle tanto caso, es justo porque
sus mensajes están completamente asentados y no impactan tanto. En términos de
comunicación, eso es un éxito».
Y le
sobreabundan los ejemplos: «Hoy tenemos la sociedad más avanzada de la Historia
porque nuestra cultura es cristiana y muchas de las cosas que la Iglesia ha
reivindicado siempre, ya se han asumido: respetar la dignidad del otro, cuidar
del vulnerable, proteger la naturaleza, enseñar al que no sabe…»
«¿Tú te
acuerdas –nos pregunta Abadía, apoyado en su bastón– del lema de la Revolución
Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad? Pues los cristianos ya los
conocíamos, porque son tres valores católicos, de toda la vida…».
Del barroco a
HBO
Esa influencia,
explican, no es una reliquia del pasado, sino que apunta al futuro: «Hoy
cualquier marca busca que se hable de ella en todo el mundo, y que sus mensajes
sean capaces de transformar la sociedad. Y eso es justo lo que hace la Iglesia
desde hace 20 siglos. Con el añadido de que hoy mantiene la clara voluntad
de seguir ampliando su audiencia», dice Segarra.
Y de nuevo
vuelve a los ejemplos: «El barroco fue una gran campaña de márketing católico.
En un momento muy parecido al nuestro, ante el puritanismo de la Reforma
protestante, el catolicismo respondió inundando el mundo de belleza,
sensualidad y carnalidad. Y la gente veía un retablo como hoy vemos una
serie de HBO, o entraban en el Iesú, en Roma, como hoy vemos una
película en 3D: se entretenían y se admiraban mientras les impactaba un
mensaje».
La gran crisis
de la pederastia
Eso sí: que la
Iglesia inventase el término «propaganda» como sinónimo de evangelización, y
que haya sido pionera en la comunicación persuasiva, no significa que use el
márketing para «vender humo» ni para «maquillar» sus errores.
Y tanto el
economista como el creativo coinciden en un mismo caso para ilustrarlo:
«Actualmente, uno de los retos más grandes para la Iglesia es la crisis de
confianza que han causado los casos de pederastia». «Pero aquí –afirma Abadía–,
lo primero es ocuparse del daño que han sufrido las víctimas y trabajar para
que no vuelva a pasar. Porque cuando uno tiene un problema como la
pederastia, lo que tiene que hacer es solucionarlo de verdad, no
decir que lo va a solucionar. Y eso, parece, es lo que ya se está
haciendo».
Hablar de la
Gracia, con mucha gracia
La conversación
sigue con mil detalles más: qué clase de liderazgo ejercía Jesús, qué
insensato elegiría a Pedro como CEO de una empresa, por qué Dios no tenía un
Plan B… Pero como de esas cuestiones ya hablan en La marca de Dios,
no haremos spoilers.
Lo que les
pedimos para concluir es que den a los lectores de Aleteia una estrategia
(de branding, podríamos decir) para que los católicos evangelicemos «con
eficacia»: «Cuando tienes 250.000 parroquias y millones de católicos,
todos con el encargo de transmitir el mismo mensaje, es normal que unos lo
hagan estupendamente y otros lo hagan de pena», dice Abadía, riendo.
«Pero para que
todos mejoren, lo que mejor podemos hacer es hablar de Dios y vivir la fe, pero
siendo gente maja: gente honesta, coherente, simpática, cercana, que habla de
cosas con enjundia… Y, sobre todo, gente que no cambia el mensaje de Jesús, que
para eso es el que manda». Y resume: «Vamos, hablar de la Gracia divina… con
gracia humana».
José Antonio
Méndez
Fuente: Aleteia